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martes, 23 de octubre de 2012

NI TANTO NI TAN CALVO

El ciclismo moderno y sus instituciones ya han encontrado al malo malísimo, a la cabeza de turco que, una vez cercenada, por arte de magia soluciona todos los problemas. No sé qué me entristece más, si todo el entramado destapado de Armstrong-Ferrari-Bruyneel y sus tres españolitos, o las reacciones al informe de la USADA. La comparecencia de Pat McQuaid ayer fue vergonzosa. Un tío que debería haber dimitido por intentar silenciar el minipositivo de Contador (pero positivo al fin y al cabo), y que es heredero del que, junto con el infame Gordo, armó todo el tinglado de compadreos, negocietes y cartas blancas llamado Protour, tiene la desfachatez de salir a decir que "Armstrong no forma parte de la historia del ciclismo".  Damnatio Memoriae lo llamaban los romanos: picamos el nombre de Nerón de los arcos de triunfo, volcamos las estatuas y bustos de Domiciano, y aquí como si no hubiese pasado nada. Pues sí que pasa, sí que sigue pasando. McQuaid ahora saca pecho de lo que no supo o no quiso ver, y encima, de golpe y porrazo, enseñando la cabeza decapitada del tejano como si de un Teseo con la cabeza de la Gorgona se tratase, pretende hipnotizarnos y hacernos creer la patraña de que ahora todo es limpieza y esplendor. 

La segunda parte será que, dentro de unos años, nada de esto habrá pasado. ¿Armstrong, quién es ese?, se dirán todavía los mismos jefazos de hoy todavía en su sillón. No sé si se dan cuenta de que están sentando las bases, con su pretensión de borrar parte de la historia "y aquí no ha pasado nada", para poner en duda toda la historia del ciclismo. ¿Por qué los Tours de Armstrong sí se borran y el de Riis no? ¿Por qué Riis sigue siendo incluso director deportivo? No sé si se dan cuenta de que de este modo dicen al mundo, cosa que es verdad, que desde 1998 no se ha conseguido nada. Tan solo unos cuantos nombres han caído y bastantes carreras han quedado desvirtuadas y tocadas de muerte, pero nada en claro, ningún saneamiento. Ni Verbruggen ni McQuaid, ni por supuesto los directos de equipo, han hecho nada en catorce años para cambiar la situación, sino que la han acrecentado, la han favorecido, la han mejorado para sus intereses. Pero la "lucha contra el dopaje" sigue en marcha.  



Tan nefastos son los supuestos buenos, que hacen bueno al malo: dan ganas de salir en defensa de Armstrong. Pues está claro, está clarísimo, que no es el único responsable. Tampoco es ningún santo, y mucho menos un santo mártir perseguido por una cruzada personal. Eso lo dejamos para las películas. Como ya he venido diciendo aquí repetidas veces, cantaba la ausencia de positivos en sus años de reinado, y de igual forma, olía más podrido que Dinamarca en Hamlet la aparición repentina de casos tras su retirada...pero de ahí a que sea el único malo malísimo, el líder que mueve los hilos, el que ha creado toda una trama mafiosa superior a la 'ndrangheta, la camorra, las tríadas chinas y las de albanokosovares juntas, pues no, no me lo creo. Armstrong era un corredor vanidoso y mandón, pero si queremos ver alguna mafia maligna, quizá sea más lógico mirar hacia otra parte. Alguien ayudó a montar todo el tinglado. Alguien suministró la droga. Otro alguien se dedicó a hacer la vista gorda. Armstrong no actuó solo, sino que lo hizo en connivencia con las instituciones. Está el que da el soborno, y también el que lo acepta, cosa que olvidan. La corrupción afecta a ambos lados. Y luego están los que saben, se benefician y callan, o lo que es peor, acusan cínicamente: muchos que hoy dirigen a sus pupilos a través de los pinganillos como auténticos cyborgs desde las miraglie también saben mucho, y no solo del pasado. Deberían empezar a cantar de su día a día. No del ayer, del hoy:  piénsese en Vaughters, piénsese en su Garmin, ese equipo surgido de los bajos fondos de Girona, piénsese en ese mago de la pista llamado Brailsford y la barrida que han pegado este año sus chicos y chicas en los J.J.O.O. (algo insólito, ni la R.D.A.ni la U.R.S.S. juntas en sus años "dorados"), piénsese en su Sky, piénsese en los hispanoitalorusos, o los italokazajos, o piénsese también en un tal Stapleton que quiere volver al ciclismo...Todos sobran.

Las declaraciones de Wiggins descargándose contra Armstrong huelen mal, precisamente por la fuente de la que provienen. Wiggins no es precisamente un corredor que haya roto la omertà, como Landis, Hamilton o Manzano, sino que más bien es uno algo deslenguado y dado a soltar tacos (un poco hooligan él, a pesar de sus modelitos de Fred Perry y su pinta de mod), que vende a los cuatro vientos su limpieza y redirige las miradas que podrían inculparlo hacia otros peores, otros que no actúan con su elegancia y fair play británico, en este caso Armstrong. El típico que en el patio del colegio va corriendo a la profesora y dice que él no ha sido pero Manolito o Pepito sí. Y esto lo dice un pistard reconvertido a escalador. Uno que logró hacer cuarto con el equipo de Vaughters en 2009, al igual que al año siguiente haría Vandevelde (no habiendo alcanzado jamás  ningún top ten de gran vuelta ninguno de los dos). 

Luego vienen las reacciones de los entendidos. Los ex-ciclistas, qué van a decir, pues que no lo ven claro. No lo ven claro porque en todas las épocas han cocido habas, y temen que esto de alterar palmareses comience a retrotraerse demasiado. Jalabert e Indurain defienden su inocencia, pero lo que dicen debe valorarse en su contexto, el de corredores que, aunque nos pese, vivieron en una determinada época con determinadas sustancias. Compartieron pelotón con Armstrong, y las prácticas que Armstrong y Ferrari llevaron a su mayor refinamiento, comenzaron en la época anterior. Elemento que no altera el hecho de que Indurain y Jalabert fuesen, por otro lado, grandes corredores. Las palabras de Merckx también deben juzgarse de forma parecida. Ahora reniega de Armstrong como San Pedro, pero en su época también sabrían lo suyo: usaban sus sustancias, tenían sus doctores, no montaban tinglados a tan gran escala, eran cazados con bastante asiduidad, y las cosas no se sacaban tanto de madre. 

Más zafias y repulsivas son las declaraciones de Manolo Sáiz. Ese tipo no tendría derecho a hablar en ningún caso; lo lamentable es que los periódicos se hagan eco de un personaje que se ha cargado literalmente el ciclismo: primero con sus prácticas ilícitas desde que aterrizó en el ciclismo, a saber con qué bagaje y qué conocimientos, en 1990; luego con su proyecto de mafia-liga cerrada del Pro Tour, una aberración en nombre del negocio por el negocio que ha tenido como resultado más notorio la desaparición de carreras pequeñas y de equipos de categorías inferiores, así como la exportación del ciclismo a países donde ni les va ni les viene, tipo Omán, tipo China, tipo Qatar, que solo pretenden promocinar sus países tiranizados como paraísos turísticos;  y por último con la Operación Puerto, cuyo juicio es inminente, y del que espero, como supongo que también muchos más, que se lleve por delante a quien se tenga que llevar (cosa que sin duda no pasará: esto es España).

Tres frentes se han abierto para este invierno: el de Armstrong, al que la UCI se ha apresurado a dar carpetazo, pues cazado Armstrong ya no hay necesidad de escarbar más; el de Ferrari, que ya ha salpicado a equipos al completo, especialmente a todos aquellos que no patrocinan cosas, sino países de dudoso presente democrático, y que promete ser realmente escandaloso; y el de la OP, que quedará en nada. Si hubiese alguien con cabeza y algo más en la Unión Ciclista Internacional, y no solo con bajos instintos, cobardía y amor por la pasta, aprovecharía todo esto para hacer limpieza. Solo queda la esperanza de que ASO inicie por su propia cuenta algún tipo de intento de renovación, controlando plenamente las invitaciones de los equipos al Tour, y realizando controles severos y ecuánimes, como los de aquel verano del 2008 con la Agencia Francesa Antidopaje.

viernes, 12 de octubre de 2012

REESCRIBIENDO LA HISTORIA

Después de las entradas relativas a "los diez mejores ciclistas de la historia", y una vez salido a la luz el esperado informe de la USADA sobre Lance Armstrong, uno llega a la conclusión de que en el ciclismo, si se mira hacia atrás, solo se encuentra mierda. No hay santos ni héroes. Cierto que las acusaciones a Armstrong son contundentes, que era cuestión de tiempo que también él (el líder indiscutible de su época en el Tour de Francia) cayera, habiendo caído antes rivales como Ullrich, Basso, Beloki, Mayo o Vinokurov, pero querer concentrar toda la "mierda" en un solo periodo es un claro error. Querer pensar que solo ha habido "desviaciones" entre 1998 y 2010, y que antes no pasó nada y ahora está todo resuelto, es un gran error: echando la vista atrás lo hemos comprobado. Quizá con un poco menos de tecnología, quizá de una manera más cutre o menos programada, pero el doping ha existido siempre, por desgracia. Y, por otro lado, tampoco creo que sea un problema exclusivo del ciclismo, del atletismo o del esquí (los únicos deportes en los que realmente se persigue, o se intentan más o menos perseguir, el dopaje). Si no, habría que recordar esas tristes imágenes de futbolistas que se desploman en el terreno de juego, falleciendo algunos en el acto: ah, no, perdonand, en esos casos solo hablamos de arrítimias y fallos congénitos, se me olvidaba...

Es larga la lista de corredores que han dado positivo alguna vez, o se han visto implicados en procesos de dopaje, o que simplemente se han saltado algún control antidopaje. A continuación, una lista no exhaustiva.

1. Corredores que han dado positivo:

Victor Van Schil, Jean Stablinski, Gianni Motta, Felice Gimondi, Franco Balmamion, Raymond Delisle, Eddy Merckx, Joaquim Agostinho, Gerben Karstens, Jaime Huélamo, Yves Hézard, Joop Zoetemelk, Ronald De Witte, Herman Van Springel, Luis Ocaña, Michel Pollentier, Freddy Maertens, Giovanni Battaglin, Jean-Luc Vandenbroucke, Johan van der Velde, Dietrich Thurau, Ángel Arroyo, Alberto Fernández, Vicente Belda, Pedro Muñoz, Kim Andersen, Adri van der Poel, Laurent Fignon, Sean Yates, Sean Kelly, Pedro Delgado, Gert Jan Theunisse, Djamolidin Abdujaparov, Alberto Volpi,  Francesco Casagrande, Marco Pantani, Stefano Garzelli, Gilberto Simoni, Dario Frigo, Roberto Heras, Oskar Camenzind, Igor Astarloa, Iban Mayo, Aitor González, Alexandre Vinokurov, Andrei Kashechkin, Emmanuelle Sella, Danilo Di Luca, Manuel Beltrán, Raimondas Rumsas, Igor González de Galdeano, Leonardo Piepoli, Ricardo Riccò, Stefan Schumacher, Bernhard Kohl, Floyd Landis, Tyler Hamilton, Davide Rebellin, Ezequiel Mosquera, Pietro Caucchioli, Mikel Astarloza, Alberto Contador, Alexandr Kolobnev, Fränk Schleck.  


2. Corredores que se saltaron controles antidopaje:

Jacques Anquetil, Rudi Altig, Raymond Poulidor, Italo Zilioli, Gianni Motta, Michael Rasmussen, Yoan Offredo.


3. Corredores que murieron en edad joven por paros cardíacos:

Knud Enemark Jensen (muerto en los J.J.O.O. de Roma 1960 con 23 años), Tom Simpson (muerto en el Tour de Francia con 29 años) , Jean-Claude Lebaube (39 años), Vicente López Carril (37 años),  Marc Demeyer (31 años), Bert Oosterbosch (32 años), Johannes Draaijer (26 años), Geert Van de Walle (23 años), Connie Meijer (25 años), Paul Haghedooren (38 años), Joachim Halupczock (26 años), Michel Zanoli (35 años), Denis Zanette (32 años), Fabrice Salanson (23 años), Bruno Neves (26 años), Valentino Fois (34 años), Alessio Galletti (36 años), Marco Pantani (34 años), José María Jiménez (32 años), Frank Vandenbroucke (34 años), Frederiek Nolf (22 años).

4. Corredores implicados en escándalos de dopaje 

Alex Zülle, Richard Virenque, Laurent Brochard, Frank Vandenbroucke, Johan Museeuw, Jo Planckaert, Alejandro Valverde, Jan Ullrich, Óscar Sevilla, Michele Scarponi, Ivan Basso, Francisco Mancebo, Danilo Di Luca, Alessandro Ballan, Jeannie Longo - Ciprelli, Lance Armstrong


5. Corredores tratados por médicos "sospechosos" (Michel Debackere, Bernard Sainz, Francesco Conconi, Michele Ferrari, Luigi Cecchini, Sabino Padilla, Eufemiano Fuentes, etc.): 

Eddy Merckx, Freddy Maertens, Michel Pollentier, Bernard Thevenet, Lucien Van Impe, Bernard Hinault, Laurent Fignon, Francesco Moser, Guido Bontempi, Maurizio Fondriest, Stephen Roche, Gianni Bugno, Claudio Chiappucci, Rolf Sorensen, Tony Rominger, Mario Cipollini, Miguel Indurain, Evgueni Berzin, Piotr Ugrumov, Moreno Argentin, Giorgio Furlan, Ivan Gotti, Laurent Jalabert, Johan Bruyneel, Alex Zülle, Frank Vandenbroucke, Ángel Casero, Roberto Heras, Michele Bartoli, Paolo Bettini, Damiano Cunego, Fabian Cancellara.


6. Corredores que han confesado el uso de sustancias dopantes

Jacques Anquetil, Bernard Thevenet, Joop Zoetemelk, Freddy Maertens, Dietrich Thurau, Francesco Moser, Steven Rooks, Peter Winnen, Jesper Skibby, Claudio Chiappucci,  Bjarne Riis, Bo Hamburger, Christophe Moreau, Frankie Andreu, Jesús Manzano, Filippo Simeoni, Erik Zabel, Rolf Aldag, Udo Bölts, David Millar, Tyler Hamilton, Floyd Landis, George Hincapie.

La lista es larga, demasiado larga. Afecta a todas las épocas. Algunos corredores, como Merckx, Andersen, Pollentier, Thurau, Agostinho, Kelly o Zoetemelk, si se siguiesen los procedimientos legales actuales, habrían llegado a ser sancionados de por vida. Algunos ciclistas estaban inmersos en duros litigios con sus federaciones deportivas, como Anquetil e Hinault, pero no tenían problemas, especialmente el segundo, para campar a sus anchas en el Tour de Francia. En los países del Este, en la R.D.A., los ciclistas del Estado tomaban las pastillitas azules de oral turinabol, y quizá ya experimentaban con la EPO, mientras que en "occidente", corredores como Eric De Vlaeminck, Johan van der Velde o Michel Pollentier, terminaron sus carreras con graves problemas de adicción a las anfetaminas. Y otros quedaron por el camino demasiado jóvenes. En otras épocas, curiosamente, el doping parecía tan adelantado a los controles que apenas había casos: de 1991 a 1998, por ejemplo, aquella época magnífica de Mapeis, Onces, Gewiss y Banestos, en la que corredores ya entraditos en años, tipo Rominger, Ugrumov o Riis, se convertían en fueras de serie, o gregarios del montón en auténticos escaladores (Unzaga, Mauleón, Leanizbarrutia, Díaz Zabala o el mismo Riis), o incluso los sprinters se convertían en escaladores y contrarrelojistas (Jalabert).En resumen, la época mágica del "gordo", de la que derivan los Celaya, del Amo y Bruyneel.

Está muy bien que caiga Armstrong, que se ventile esa época, y que principalmente se demuestre el cinismo de alguien que, amparado en la lucha contra el cáncer, y con la presunción de convertirse en un héroe de la misma, no buscaba otra cosa que la satisfacción de su ambición personal, costase lo que costase. Su reinado apestaba: en él no hubo casos de doping, curiosamente, hubo que esperar a su retirada para que la podredumbre comenzase a aflorar: ya se sabe, operaciones puerto y demás. Pero, por otro lado, eso no debe servir ni para exonerar a otras épocas (aquello de que "el doping empieza con la EPO en 1990"), ni para dirigir la mirada exclusivamente hacia atrás, desatendiendo las posibles trampas y fraudes del presente. Todavía se dan casos flagrantes y bien visibles de corredores que "mejoran su rendimiento" al acceder a ciertos equipos "con más presupuesto". 


El instrumento del dopaje en el este, y el rostro del dopaje en el oeste. Caído el muro, mucho se hablado del dopaje de Estado en el este para camuflar el dopaje "mafioso" del oeste. Lo que bien es cierto es que nadie tiene la exclusividad: en esto están todos pringados. 

Lo que quizá todos esperamos y no se lleva nunca a cabo es lo que a todas luces parecería indispensable para atajar el doping de raíz, a saber, que las sanciones se apliquen no solo al corredor que da positivo (que es culpable, por supuesto), sino también al director y al médico del equipo. Lo peor del podrido "mundillo" ciclista, es que está en manos de aquellos que vivieron el doping en sus propias carnes, en los ochenta y en los noventa, ya sea actualmente en forma de directores deportivos (Bruyneel, Riis, Andersen, Madiot, Bernaudeau etc.), ya sea en forma de seleccionadores (Jalabert, Bettini), ya sea en forma de periodistas (González Linares, Delgado, Cassani, Kelly, etc.). De éstos, principalmente sobran los primeros, pues la realidad muestra, una y otra vez, que el ciclista no actúa de forma individual e insubordinada, sino que sigue un plan: un plan trazado por médicos deportivos del equipo o ajenos (figuras fantasmales como Ferrari), y  que los directores deportivos se encargan de poner en marcha. En España se habla de crisis del ciclismo, pero afortudamente, engendros como Manolo Sáiz, Álvaro Pino, Juan Fernández o Vicente Belda han desaparecido de los pelotones. Que no vuelvan. 

Por otro lado, la investigación sobre Armstrong afecta a la U.C.I., en cuanto que muestra una connivencia de ésta con las prácticas dopantes de ciertos equipos: una muestra de que "siempre ha habido clases", también en el ciclismo. Este tipo de descubrimientos abre paso a todo tipo de elucubraciones: ¿algunos equipos gozan de "carta blanca"? La cuestión asusta. 

Así pues, acaba la temporada ciclista con ese regusto agridulce al que ya nos tienen muy acostumbrado el consabido "mundillo". Llego a cuestionarme la naturaleza de mis gustos. Ya somos muchos los aficionados al ciclismo algo esquizofrénicos, que nos debatimos entre el amor y el rechazo, la ilusión y la decepción, la confianza y la sospecha. El doping asemeja algo demasiado arraigado, algo a lo que recurrir con una normalidad espantosa, como si se tratase simplemente de alargar la mano hacia el bidón de agua: aunque lo peor es que junto con el doping viene también la mentira, la manipulación, la hipocresía, e incluso la coacción, como se ha demostrado en el caso de Armstrong. Al pobre Jesús Manzano lo tomaron por loco o por idiota, a Frankie Andreu por un resentido, y por desgracia, cuánta razón llevaban al hablar.

jueves, 14 de junio de 2012

SE EMPIEZA A BARRER...

Antes lo digo y antes sucede.  En la anterior entrada del blog hablaba de la necesidad de la limpieza en profundidad que requiere el ciclismo, a fin de despojarlo de toda la podredumbre acumulada desde años atrás. Precisamente esta misma mañana hemos podido leer en los periódicos las serias acusaciones de la USADA a las que tendrá que hacer frente Lance Armstrong y su entorno. Ya no se trata de una investigación periodística, fácilmente refutable: Armstrong se enfrenta a cargos muy serios, sólidamente argumentados a buen seguro. 

Se acusa al máximo vencedor del Tour de Francia y a cinco "colaboradores": Johan Bruyneel, su director deportivo en US postal (1998 - 2004), Discovery Channel (2005), Astana (2009) y Radioshack (2011), ex-ciclista bajo las órdenes de Manolo Sáiz (más conocido, tras la Operación Puerto, como "el gordo"), y director entre 2007 y 2009 de Alberto Contador; Michele Ferrari, médico de Lance Armstrong y por desgracia de muchos más ciclistas, púpilo aventajado del doctor Conconi; Luis García del Moral, médico del Us Postal entre 1999 y 2003; Pedro Celaya, médico de los equipos de Bruyneel entre 1997 y 1998, y entre 2004 y 2007, y actualmente médico del Radioshack; y Pepe Martí, entrenador de los equipos de Bruyneel desde 1999 a 2007, y en Astana desde 2008. Al parecer, Armstrong y los otros cinco se enfrentan a los cargos de uso de sustancias y prácticas dopantes (Epo, transfusiones sanguíneas, corticoides, testosterona, hormona de crecimiento...), tráfico con dichas sustancias y coacción e instigación al dopaje. 

De arriba abajo: Lance Armstrong, Pedro Celaya, Pepe Martí (con corredores del Astana en 2010), Johan Bruyneel, Luis García del Moral (en el centro) y Michele Ferrari.

Personalmente, no me creo las alegaciones de Armstrong, fundamentadas en el hecho de que tales acusaciones se basan en los testimonios de los "resentidos" Hamilton y Landis. Parece ser que la USADA no solo se basa en los "testimonios orales" sino también en el análisis de los valores sanguíneos del tejano en los años de su reaparición (2009 a enero de 2011), años en los que algunos laboratorios ya disponían de medios para detectar valores sanguíneos anormales, así como la presencia de Epo en la sangre. Y por otro lado, los sistemas corruptos suelen caer desde dentro, cuando alguien tiene el valor de "cantar", o simplemente por desesperación se ve empujado a ello. No es que me alegre de que tengan lugar noticias así, pero sin duda prefiero que todo salga a la luz y que los culpables lo paguen, a que sigan imperando la omertà, el fraude y la hipocresía, tan nocivas para el ciclismo. 

Ojalá se airee todo y caiga quien tenga que caer, hasta el último responsable: aunque si se hubiesen hecho bien las cosas, esto no pasaría. En 1998, cuando saltó a la luz el escándalo del Festina en pleno Tour, por todas partes se intentó echar tierra sobre el asunto: cabe recordar que los equipos españoles, apoyados por algunos medios periodísticos, lanzaron una campaña contra la organización del Tour y contra Francia ("nos persiguen", "quieren acabar con el ciclismo..."), cuando hoy se sabe que más de uno tenía trapos sucios que ocultar (de ahí la espantada de la última semana, en la que se retiraron los equipos españoles de forma masiva, aduciendo patrioterismos estúpidos). Por otro lado, si aquel año los organizadores del Tour hubiesen anulado la carrera a tiempo, no empeñándose a todo costa en que llegase a París, quizá las cosas hoy fuesen distintas. Al año siguiente reapereció Armstrong tras su cáncer, y volvió renacido, reconvertido en corredor de grandes vueltas: rodador y escalador a la par, como los grandes del pasado. Y de doping ya no habló ni dios en siete años. 

Tras retirarse Armstrong en la cima de su gloria en 2005, volvieron a destaparse casos. Los rivales de Armstrong, los denominados por él mismo como sucesores en el podio de París en 2005 (Ullrich y Basso), se vieron de lleno salpicados por la Operación Puerto. Tal operación fue otra oportunidad perdida, en parte por la inoperancia española. Por un lado, no se llegó a esclarecer al 100% la magnitud de la trama fraudulenta,  y por otro lado, de nuevo los organizadores del Tour decidieron iniciar la carrera con todo en contra. Se impidió salir a Liberty y Kelme, a Basso y a Ullrich, y aquí no ha pasado nada. En la clasificación general final (previa descalificación de Landis), los equipos con algún implicado en la Operación Puerto, obtuvieron los siguientes resultados: 1º Landis (de Phonack, con Quique Gutiérrez implicado), 2º Pereiro (de Caisse d'epargne, con Valverde y Zaballa implicados), 3º Klöden y 10º Michael Rogers (de T-Mobile, con Ullrich y Sevilla implicados), 4º Sastre (de CSC, con Basso implicado), 7º Cyril Dessel y 8º Christophe Moreau (ambos de Ag2r, con Mancebo implicado)...Estos equipos, junto con Liberty y Kelme, eran los únicos con ciclistas implicados. En su momento, me hubiese parecido lo más oportuno que ningún equipo con algún implicado hubiese participado: pero no fue así, prevaleció el interés económico antes que el deportivo. La experiencia y el sentido común nos dicen que un ciclista nunca se dopa sin el consentimiento/conocimiento/instigación de su director deportivo. 

En 2007 y 2008 las cosas se hicieron con más celo. En plena batalla entre la UCI y ASO, la lucha contra el dopaje se convirtió en un arma arrojadiza, y cada organización intentó demostrar que era ella la que realmente luchaba contra esa lacra. En un periodo con Armstrong fuera de los pelotones, por otro lado. En 2007 cayeron Vinokourov, Mayo, Moreni y... Rasmussen, líder de la carrera (pero Bruyneel hizo 1º y 2º con Contador y Leipheimer). Y en 2008, con la Agencia Francesa Antidopaje al mando de los cotroles en el Tour, cayeron Manolo Beltrán (ex-gregario de Armstrong), Moisés Dueñas, Ricardo Riccò, Leonardo Piepoli, Bernard Kohl, Stefan Schumacher y Dimitry Fofonov. Pero en 2009 volvió Armtrong tras su retirada, y al menos en el Tour no volvió a hablarse de dopaje...hasta octubre de 2010, con el famoso solomillo de Irún y con Armtrong en proceso de retirada. 

A la vista de lo dicho, la presencia de Armstrong en el pelotón ha sido sinónimo de omertà y curiosa inexistancia de casos positivos. La lucha contra el dopaje se ha desarrollado en el breve periodo de la primera retirada de Armstrong (de 2006 a 2009). También podemos deducir otra triste realidad: prácticamente la mayoría de las clasificación generales finales de las ediciones del Tour de Francia desde 1998 hasta nuestros días están en entredicho; y de antes no se sabe nada, porque no existían los medios para saberlo. Pero si la investigación iniciada en Estados Unidos sirve para renovar las estructuras del ciclismo, y para depurar responsabilidades por primera vez entre médicos y directores deportivos, bienvenida sea.

martes, 12 de junio de 2012

LA CASA POR BARRER

El Tour de Francia está a la vuelta de la esquina, como quien dice, y yo sigo asustado, y en parte asqueado, por el rendimiento del equipo británico Sky en el reciente Criterium de Dauphiné. No tengo nada contra los británicos, en realidad me da igual si nos devuelven el peñón o si se lo quedan de recuerdo. Mi disconformidad no viene motivada por patrioterismos. Estoy asustado por un rendimiento demasiado espectacular, demasiado bueno, de todos los corredores del equipo (en la clasificación general, cuatro en los diez primeros: 1º Wiggins, 2º Rogers, 4º Froome, 9º Porte; a lo que se suman exhibiciones en montaña de Hagen). Y estoy asqueado porque no me lo creo. 


El Sky presenta una de las equipaciones más elegantes del pelotón. Pero los británicos se han propuesto no ser tan solo los mejores en cuestiones de moda.

Los que seguimos habitualmente el ciclismo desconfiamos de estas "grandes prestaciones". La experiencia nos empuja a ello, pues desde 1998 dejamos atrás la edad de la inocencia, y todavía más desde 2006. Si se sigue un poco la trayectoria de ciertos corredores, uno puede darse cuenta de saltos de calidad excepcionales al fichar por ciertos equipos. Por ejemplo, en el caso de Wiggins, su salto de calidad vino al fichar por Garmin en 2009. Hasta el momento había sido un excelente pistard, que en sus incursiones en la carretera intentaba fugas desesperadas en solitario, como en la primera seamana del Tour de 2007, que discurrió por tierras inglesas. En 2008 arrasó en su especialidad en los J.J.O.O. de Pekín. Pero en el Tour de 2009 descubrimos también que disponía de unas excelentes dotes de escalador (quedó cuarto tras Contador, Andy Schleck y Armstrong). La versión Wiggins.12 es mucho mejor: ahora domina en todos los terrenos, incluso el sprint. Este año lleva ganadas París - Niza, Tour de Romandía y Criterium de Dauphiné. Le queda el Tour.

Bradley Wiggins en su postura natural: la de contrarrelojista. Lo que ya es "anormal" es su invulnerabilidad en montaña.

Su gregario Chris Froome no se queda atrás. Aunque es todavía joven (lo que le permite cierto margen de duda), sus primeros resultados en las grandes vueltas no dejaban intuir sus cualidades de corredor de grandes vueltas. Algunos lo conocíamos de su etapa en Barloworld, cuando se convirtió en el primer corredor keniata en correr una gran ronda (en el Tour de 2008, en el que acabó en el puesto 81º). El año pasado, con la nacionalidad británica, casi vence la Vuelta ante un renacido Cobo (de la escuela Matxin). Fue todo un duelo de marionetas, con molinillo incluido: en Peña Cabarga se vivieron momentos espectaculares...pero que dejaban cierto regusto amargo. A Cobo y Matxin ya se les conocía como dos tramposetes más del oficio. Pero con el sky se demostraba que la "tecnología" aplicada a los últimos éxitos británicos de la pista estaba empezando a dar sus réditos en la carretera: 2º Froome, 3º Wiggins. Todo preparadito para dar la campanada en el año London 2012. 

Chris Froome en la contrarreloj de Salamanca de la Vuelta 2011. Froome hizo mejor tiempo que Wiggins, y peleó con Cobo en montaña. ¿Le nouveau Eddy?

Las grandes demostraciones de fuerza por parte de un equipo suelen destilar cierto tufillo a farmacopea bastante sospechoso. Pueden darse de varias formas: o en forma de triplete, o en forma de "recambio inagotable". Estos fenómenos se han dado con bastante asiduidad desde 1990. Ahí están los tripletes del Gewiss - Ballan en la Flecha Valona de 1994 (Argentin, Berzin y Furlan), o los de Patrick Lefevere en Roubaix : con Mapei en 1996 (Museeuw, Bortolami y Tafi ) y 1998 (Ballerini, Peeters y Steels); con Domo - Farm Frites en 2001 (Knaven, Museeuw y Vainsteins).

Leyendas de la edad de oro: Riccò y Piepoli en las Tre Cime di Lavaredo, en el Giro del 2008. Aquel Saunier Duval  erade ensueño, con estrellas como  Mayo, Simoni, Cobo, Martín Perdiguero, Gómez Marchante, Millar; y con algo más. En Saunier Duval recaló Purito, después de sus años de aprendizaje con "el gordo"...

El "recambio inagotable" también suele ser otro indicio. Con este apelativo pretendo referirme a aquellos equipos que encuentran cada año un líder distinto para una gran vuelta; se trata de equipos pequeños, que suelen perder a su figura destacada al ser fichada por algún equipo de más presupuesto, pero que se las arreglan para conseguir un líder alternativo. Y la habilidad de médicos y directores llega a tal punto que son capaces de conseguir un sustituto que sustituya incluso al sustituto del sustituto. El caso paradigmático es el del Kelme de principios de siglo: en 2000 ganaron la Vuelta con Heras; en 2001, con Heras en US postal, encontraron a Óscar Sevilla, que hizo segundo; en 2002 la cosa fue todavía más "espectacular": se disputaron la victoria Óscar Sevilla y Aitor González. Y en 2003 encontraron un recambio de Aitor González (que se fue al Fassa Bortolo) en Alejandro Valverde. Valv.piti. Y ojo, mientras tanto Santiago Botero hacía de las suyas en el Tour. Algo semejante ocurrió en la ONCE de "El Gordo", que tras probarlo en la Vuelta con Olano, Igor González de Galdeano y Joseba Beloki, encontró un recambio perfecto en la Vuelta de 2003 en Isidrio Nozal. O el Garmin de Jonathan Vaughters, que logró colocar a Christian Vandevelde 4º en  el Tour de 2008, al mentado Wiggins 4º en 2009 y al ahora famosísimo (pero con pasado "oscuro" en US postal y Phonack) Ryder Hesjedal, 6º en 2010.  

Ryder Hesjedal aprendiendo en sus años de Phonack. Una auténtica banda: Botero (tras Hesjedal en la foto), Camenzind, Sevilla, Quique Gutiérrez, Santi Pérez, Pereiro, Santos González, Martín Perdiguero, Tyler Hamilton, Floyd Landis...a las órdenes de Pino, Juan Fernández, John Lelangue y Tony Rominger. Tooooodo transparencia.

En los últimos años, los casos que han salido a la luz han sido, fundamentalmente, los de equipos con prácticas ilícitas algo chapuceras, que acababan por descubrirse: el Kelme de Belda, la ONCE de "El gordo", el Saunier Duval de Matxin, el Gerolsteiner de Holczer, el supersónico Phonack de 2004 - 06, el Telekom de Pevenage-Godefroot...Otros son de los que se barruntaba y se barrunta, pero no ha logrado probarse poco o nada: el Us Postal de los años dorados de Armstrong - Bruyneel, el High Road, ex-T-Mobile, de Bob Stapleton (con Cavendish, Hagen, Velits, Eisel, Greipel y compañía), o el CSC - Saxo Bank de Bjarne Riis. 

El profesor Hans-Michael Holczer con sus pupilos Rebellin y Schumacher.

Bjarne Riis en su etapa del Gewiss, en 1994. Cumplió el sueño de cenicienta del ciclismo: de gregario anónimo y gris, a líder indiscutible, rocoso e imbatible. ¿Precedente de Froome?

Para el bien del ciclismo, es necesaria otra limpieza. Es extraño que ciclistas que vuelven de una sanción sean mejores ahora que antes. Es vergonzoso que se descubra que un ciclista compra a otro para que le ceda una victoria, y no pase nada (Vinokourov en la Lieja de 2010). Es vergonzoso que haya equipos con una interminable lista de positivos, y que sigan en la élite (el Katusha, con los positivos de Colom, Pfannberger, Kolobnev y Galimzyanov; o el Astana, con los de Kashechkin, Vinokourov y Contador; o el Euskaltel, con Landaluce, Astarloza y Aitor González). Es vergonzoso que no se elimine a los dopados del palmáres (Basso todavía figura como ganador del Giro 2006, y Riis como ganador del Tour 1996; Di Luca todavía es segundo en 2010 para La Gazzetta dello sport). Es vergonzoso que todavía sigan los mismos al volante (Lefevere, Martinelli...), con una larga lista de ciclistas dopados a sus espaldas, y algún que otro muerto. Es vergonzoso que la Operación Puerto se haya quedado a medias, y haya ciclistas que hayan salido de rositas (A.C., sin ir más lejos), y que otros hayan vuelto sin arrepentimiento o declaración pública al respecto, como Valverde. Es vergonzoso que cuando un ciclista da positivo, directores y médicos de su equipo digan no saber nada. Es vergonzoso que un ciclista que ha dado positivo se reconozca como único y exclusivo culpable (por omertà, o para ser de nuevo enrolado en el mismo equipo tras la sanción). Es vergonzoso que cuando un ciclista da positivo el resto de pelotón mire hacia otro lado, o incluso peor, que haya algún hipócrita ciclista retirado (implicado en su día en casos de dopaje) que le acuse  de "manchar el ciclismo".  También es vergonzoso que el ciclista dopado sea un drogadicto, y el futbolista que muere en el campo a causa de un paro cardíaco, cuando debería de gozar de una salud de hierro en plena juventud, haya sido presa de un fatídico "problema genético".

Casi deseo, por el bien de este deporte que me gusta tanto practicar y ver, que se destape un nuevo caso, uno brutal, que se lleve por delante a todos aquellos que llevan años y años en la cresta de la ola del dopaje, sin mojarse. Los directores deportivos más jóvenes ya fueron ciclistas en los años de la barra libre de EPO (los Riis, Peeters, González de Galdeano, Aldag...). Las patrocinadores exigen resultados. El dopaje se inicia en juveniles. A este deporte le sobra caspa y trampa, le sobra hipocresía: es necesario hacer limpieza ya.

lunes, 6 de febrero de 2012

SOBRE VALVERDE, CONTADOR, Y EL FUTURO DEL CICLISMO

Quería escribir desde hace algunos días sobre el retorno del ciclista Alejandro Valverde a los pelotones profesionales, después de su sanción por su "presunta" implicación en la Operación Puerto, cuando hoy por fin se ha dado por concluido el caso Contador, con una resolución similar a la que se aplicó en su día al ciclista murciano: dos años también para Contador. Uno vuelve y el otro se va. Desgraciadamente, el ciclismo profesional se está acostumbrando demasiado a las sanciones y a las reapariciones.

Victoria de Alejandro Valverde en el Tour Down Under, delante de Simon Gerrans. Al cuarto día de competición oficial tras su sanción, Valverde vuelve a ganar
Desde que se retiró Lance Armstrong, durante cuyo reinado pareció dominar cierto velo de silencio en torno al doping, dos ganadores de Tour han sido desposeídos de su victoria (Landis en 2006, y ahora Contador en 2010), y otro fue expulsado de carrera por un turbio asunto, nunca esclarecido, cuando iba a ser el claro vencedor: el danés Michael Rasmussen en la edición de 2007, que acabaría venciendo precisamente Contador. Desde 1998 se han ido acumulando casos, implicados, tramas de dopaje organizado en torno a oscuros médicos, productos milagrosos, prácticas escalofriantes... gotita a gotita hasta colmar el vaso. Heras, Vinokourov, Riccó, Schumacher, Kohl, Di Luca, Sella, Mazzoleni, Rebellin, Hamilton, Sevilla, Astarloza... Muchos nombres. Demasiados.  

Floyd Landis y Michael Rasmussen. De héroes a villanos.
Y el último, Contador ¿Qué opino sobre el tema de Contador? Los medios de comunicación mayoritarios españoles se ha puesto desde el principio de lado del deportista con cierto patrioterismo. Los mismos que solo hablan de ciclismo en los telediarios cuando éste está relacionado con el doping, son los que han esgrimido durante este año la causa de Contador como si se tratase de una cuestión de orgullo nacional: "los de la UCI nos quieren quitar los tours de Contador". Alguno suelta la cantinela de "ya lo intentaron hacer los franceses con Perico." A mí todo eso me recuerda al viejo lema del "que inventen ellos". Lo siento, me suena ridículo y desfasado, con lo cual mi opinión no va por esos derroteros. Tan solo algunos periodistas, amantes auténticos de este deporte, y que saben valorarlo por tanto por encima de banderas y forofismos, han mostrado una interpretación más neutral, más racional, más cautelosa, del caso Contador: el semanario Meta2mil, Carlos Arribas desde El País, Antonio Alix desde Eurosport, por poner algunos ejemplos.

Los dos protagonistas del ciclismo en los despachos en la temporada 2011: Pat McQuaid, presidente de la UCI, y Alberto Contador.

Desgraciadamente, Contador cometió un error. Ya sea conscientemente, ya sea involuntariamente comiendo ese chuletoncito condimentado con clembuterol, esa sustancia no debió aparecer nunca en su organismo. Los reglamentos dicen que todo deportista debe ser responsable de lo que ingiere, sea premeditadamente o no, y aunque se especulase con cambiar tal reglamento, la excepción no debía hacerse "por ser Contador".  

Con ello no quiero decir que esté al cien por cien de acuerdo con la sanción. Me parece en cierta forma coherente que pierda el Tour de Francia de 2010, pero no así el Giro de Italia del 2011. En lo respectivo a la ronda italiana sí me parece que las instituciones deportivas están cometiendo una total injusticia con el español. Contador pudo correr el Giro porque se lo permitieron: la Federación española lo eximió, y la UCI, el AMA y el TAS alargaron en exceso el proceso, que debería haber acabado en diciembre de 2010 como mucho. La justicia deportiva ha demostrado una vez más ser inoperante y lenta, incapaz de tomar decisiones rápidas.  Se fueron pasando unos a otros la "patata caliente", y si se permitió a Contador correr el Giro, no hay razón alguna para desposeerle de la victoria. Más si cabe no habiendo dado positivo en ninguno de los controles antidopaje a los que se sometió durante el Giro. 

Quizá hubiese sido más lógico comenzar a contar a partir de ahora los dos años de sanción, a los que se tendría que descontar el breve periodo de suspensión cautelar de invierno del 2010/2011. Pero no, se ha decidido tomar una decisión ejemplar con Contador, dolorosa si se quiere, como la que se tomó en su día con Alejandro Valverde.  La Federación española no se ha mostrado en ningún momento contundente con los asuntos turbios; su política ha sido siempre la de lavarse las manos y delegar en las autoridades internacionales. Y éstas no suelen tener clemencia. 

De hecho, España no parece ser demasiado bien vista por las instituciones deportivas internacionales: es juzgado, quizá a la ligera, como un país con cierta connivencia con el dopaje. Puede que sea por demasiados años de samaranchismo. Pero en el caso del ciclismo, todo parece remontarse a la mala gestión de la Operación Puerto en junio de 2006. Al destaparse la trama de dopaje organizado del laboratorio del doctor(?) Eufemiano Fuentes se armó mucho alboroto, se barajaron muchos nombres, se ensuciaron muchas reputaciones, pero a la hora de la verdad no hubo ni sanciones legales (Fuentes se salió de rositas vergonzosamente), ni deportivas (ningún ciclista fue sancionado), ni hubo confesiones públicas (como si las hubo en Italia y Alemania, con los casos de Basso y Ullrich). En resumidas cuentas, desde entonces a España se la sigue con lupa.

Con ello no quiero hacer mío el recurso victimista patriotero de los medios de comunicación a los que antes criticaba. No estoy diciendo que a Contador se le haya sanciado por ser español: se le ha sanciado por dar positivo, pero sí que se le ha juzgado con la máxima severidad, con la intención de dar ejemplo quizá, dado que las autoridades españolas no han mostrado la suficiente contundencia en la lucha antidopaje en el pasado. En España se hicieron las cosas mal, muy mal, rematadamente mal; la lucha contra el dopaje se ha hecho siempre de cara a la galería, buscando el titular espectacular, y no se ha investigado nunca hasta el final. Se han dejado siempre las cosas a mitad. No hay que olvidar que en las fechas de la Operación Puerto estaba en juego la candidatura de Madrid para las olimpiadas, y era necesario reforzar la credibilidad de las autoridades deportivas españolas de cara al exterior en materia antidopaje.

Con lo cual, su descalificación del Tour de Francia de 2010 me parece justificable y consecuente; no así su descalificación de todas las pruebas del 2011, año durante el cual se le permitió correr, y en el que pasó todos los controles habidos y por haber. Me hubiese parecido más razonable, como decía, una sanción de dos años contada a partir de ahora. Aun así, me parecía bastante improductivo que Contador se sumergiese de nuevo en una espiral de reclamaciones y juicios, que a nada le va a conducir salvo a su debilitamiento psicológico. 

Está claro que el ciclismo como deporte necesita más de algún cambio. Es un poco frustrante comprobar cómo la bicicleta tiene cada día más adeptos, y el ciclismo pierde a pasos agigantados su credibilidad como deporte. Quizá deba hacerse más humano (no siempre más montaña es sinónimo de más espectacularidad),  se debería valorar de nuevo la inteligencia táctica de los ciclistas y no solo su fuerza y resistencia (eliminando por tanto los pinganillos de una vez); debería internacionalizarse y modernizarse sin perder de vista en ningún momento la tradición (buen ejemplo de carreras nuevas que armonizan con la tradición serían La Eroica o el Tro-Bro Léon), y quizá debería también desprofesionalizarse un poco. De todas formas, Contador no tardará mucho en volver a competir: y esperemos que vuelva con la misma ansia de victorias con la que volvió Valverde a la competición.  

Dos carreras "nuevas" que se cimentan en la tradición de este deporte: el Tro-Bro Léon, en la Bretaña, y L'Eroica, en la Toscana. 


Quizá aquí esté el "futuro" del ciclismo: L'Eroica organiza  una carrera para profesionales, pero también una marcha cicloturista "retro".