martes, 23 de octubre de 2012

NI TANTO NI TAN CALVO

El ciclismo moderno y sus instituciones ya han encontrado al malo malísimo, a la cabeza de turco que, una vez cercenada, por arte de magia soluciona todos los problemas. No sé qué me entristece más, si todo el entramado destapado de Armstrong-Ferrari-Bruyneel y sus tres españolitos, o las reacciones al informe de la USADA. La comparecencia de Pat McQuaid ayer fue vergonzosa. Un tío que debería haber dimitido por intentar silenciar el minipositivo de Contador (pero positivo al fin y al cabo), y que es heredero del que, junto con el infame Gordo, armó todo el tinglado de compadreos, negocietes y cartas blancas llamado Protour, tiene la desfachatez de salir a decir que "Armstrong no forma parte de la historia del ciclismo".  Damnatio Memoriae lo llamaban los romanos: picamos el nombre de Nerón de los arcos de triunfo, volcamos las estatuas y bustos de Domiciano, y aquí como si no hubiese pasado nada. Pues sí que pasa, sí que sigue pasando. McQuaid ahora saca pecho de lo que no supo o no quiso ver, y encima, de golpe y porrazo, enseñando la cabeza decapitada del tejano como si de un Teseo con la cabeza de la Gorgona se tratase, pretende hipnotizarnos y hacernos creer la patraña de que ahora todo es limpieza y esplendor. 

La segunda parte será que, dentro de unos años, nada de esto habrá pasado. ¿Armstrong, quién es ese?, se dirán todavía los mismos jefazos de hoy todavía en su sillón. No sé si se dan cuenta de que están sentando las bases, con su pretensión de borrar parte de la historia "y aquí no ha pasado nada", para poner en duda toda la historia del ciclismo. ¿Por qué los Tours de Armstrong sí se borran y el de Riis no? ¿Por qué Riis sigue siendo incluso director deportivo? No sé si se dan cuenta de que de este modo dicen al mundo, cosa que es verdad, que desde 1998 no se ha conseguido nada. Tan solo unos cuantos nombres han caído y bastantes carreras han quedado desvirtuadas y tocadas de muerte, pero nada en claro, ningún saneamiento. Ni Verbruggen ni McQuaid, ni por supuesto los directos de equipo, han hecho nada en catorce años para cambiar la situación, sino que la han acrecentado, la han favorecido, la han mejorado para sus intereses. Pero la "lucha contra el dopaje" sigue en marcha.  



Tan nefastos son los supuestos buenos, que hacen bueno al malo: dan ganas de salir en defensa de Armstrong. Pues está claro, está clarísimo, que no es el único responsable. Tampoco es ningún santo, y mucho menos un santo mártir perseguido por una cruzada personal. Eso lo dejamos para las películas. Como ya he venido diciendo aquí repetidas veces, cantaba la ausencia de positivos en sus años de reinado, y de igual forma, olía más podrido que Dinamarca en Hamlet la aparición repentina de casos tras su retirada...pero de ahí a que sea el único malo malísimo, el líder que mueve los hilos, el que ha creado toda una trama mafiosa superior a la 'ndrangheta, la camorra, las tríadas chinas y las de albanokosovares juntas, pues no, no me lo creo. Armstrong era un corredor vanidoso y mandón, pero si queremos ver alguna mafia maligna, quizá sea más lógico mirar hacia otra parte. Alguien ayudó a montar todo el tinglado. Alguien suministró la droga. Otro alguien se dedicó a hacer la vista gorda. Armstrong no actuó solo, sino que lo hizo en connivencia con las instituciones. Está el que da el soborno, y también el que lo acepta, cosa que olvidan. La corrupción afecta a ambos lados. Y luego están los que saben, se benefician y callan, o lo que es peor, acusan cínicamente: muchos que hoy dirigen a sus pupilos a través de los pinganillos como auténticos cyborgs desde las miraglie también saben mucho, y no solo del pasado. Deberían empezar a cantar de su día a día. No del ayer, del hoy:  piénsese en Vaughters, piénsese en su Garmin, ese equipo surgido de los bajos fondos de Girona, piénsese en ese mago de la pista llamado Brailsford y la barrida que han pegado este año sus chicos y chicas en los J.J.O.O. (algo insólito, ni la R.D.A.ni la U.R.S.S. juntas en sus años "dorados"), piénsese en su Sky, piénsese en los hispanoitalorusos, o los italokazajos, o piénsese también en un tal Stapleton que quiere volver al ciclismo...Todos sobran.

Las declaraciones de Wiggins descargándose contra Armstrong huelen mal, precisamente por la fuente de la que provienen. Wiggins no es precisamente un corredor que haya roto la omertà, como Landis, Hamilton o Manzano, sino que más bien es uno algo deslenguado y dado a soltar tacos (un poco hooligan él, a pesar de sus modelitos de Fred Perry y su pinta de mod), que vende a los cuatro vientos su limpieza y redirige las miradas que podrían inculparlo hacia otros peores, otros que no actúan con su elegancia y fair play británico, en este caso Armstrong. El típico que en el patio del colegio va corriendo a la profesora y dice que él no ha sido pero Manolito o Pepito sí. Y esto lo dice un pistard reconvertido a escalador. Uno que logró hacer cuarto con el equipo de Vaughters en 2009, al igual que al año siguiente haría Vandevelde (no habiendo alcanzado jamás  ningún top ten de gran vuelta ninguno de los dos). 

Luego vienen las reacciones de los entendidos. Los ex-ciclistas, qué van a decir, pues que no lo ven claro. No lo ven claro porque en todas las épocas han cocido habas, y temen que esto de alterar palmareses comience a retrotraerse demasiado. Jalabert e Indurain defienden su inocencia, pero lo que dicen debe valorarse en su contexto, el de corredores que, aunque nos pese, vivieron en una determinada época con determinadas sustancias. Compartieron pelotón con Armstrong, y las prácticas que Armstrong y Ferrari llevaron a su mayor refinamiento, comenzaron en la época anterior. Elemento que no altera el hecho de que Indurain y Jalabert fuesen, por otro lado, grandes corredores. Las palabras de Merckx también deben juzgarse de forma parecida. Ahora reniega de Armstrong como San Pedro, pero en su época también sabrían lo suyo: usaban sus sustancias, tenían sus doctores, no montaban tinglados a tan gran escala, eran cazados con bastante asiduidad, y las cosas no se sacaban tanto de madre. 

Más zafias y repulsivas son las declaraciones de Manolo Sáiz. Ese tipo no tendría derecho a hablar en ningún caso; lo lamentable es que los periódicos se hagan eco de un personaje que se ha cargado literalmente el ciclismo: primero con sus prácticas ilícitas desde que aterrizó en el ciclismo, a saber con qué bagaje y qué conocimientos, en 1990; luego con su proyecto de mafia-liga cerrada del Pro Tour, una aberración en nombre del negocio por el negocio que ha tenido como resultado más notorio la desaparición de carreras pequeñas y de equipos de categorías inferiores, así como la exportación del ciclismo a países donde ni les va ni les viene, tipo Omán, tipo China, tipo Qatar, que solo pretenden promocinar sus países tiranizados como paraísos turísticos;  y por último con la Operación Puerto, cuyo juicio es inminente, y del que espero, como supongo que también muchos más, que se lleve por delante a quien se tenga que llevar (cosa que sin duda no pasará: esto es España).

Tres frentes se han abierto para este invierno: el de Armstrong, al que la UCI se ha apresurado a dar carpetazo, pues cazado Armstrong ya no hay necesidad de escarbar más; el de Ferrari, que ya ha salpicado a equipos al completo, especialmente a todos aquellos que no patrocinan cosas, sino países de dudoso presente democrático, y que promete ser realmente escandaloso; y el de la OP, que quedará en nada. Si hubiese alguien con cabeza y algo más en la Unión Ciclista Internacional, y no solo con bajos instintos, cobardía y amor por la pasta, aprovecharía todo esto para hacer limpieza. Solo queda la esperanza de que ASO inicie por su propia cuenta algún tipo de intento de renovación, controlando plenamente las invitaciones de los equipos al Tour, y realizando controles severos y ecuánimes, como los de aquel verano del 2008 con la Agencia Francesa Antidopaje.

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