jueves, 14 de junio de 2012

SE EMPIEZA A BARRER...

Antes lo digo y antes sucede.  En la anterior entrada del blog hablaba de la necesidad de la limpieza en profundidad que requiere el ciclismo, a fin de despojarlo de toda la podredumbre acumulada desde años atrás. Precisamente esta misma mañana hemos podido leer en los periódicos las serias acusaciones de la USADA a las que tendrá que hacer frente Lance Armstrong y su entorno. Ya no se trata de una investigación periodística, fácilmente refutable: Armstrong se enfrenta a cargos muy serios, sólidamente argumentados a buen seguro. 

Se acusa al máximo vencedor del Tour de Francia y a cinco "colaboradores": Johan Bruyneel, su director deportivo en US postal (1998 - 2004), Discovery Channel (2005), Astana (2009) y Radioshack (2011), ex-ciclista bajo las órdenes de Manolo Sáiz (más conocido, tras la Operación Puerto, como "el gordo"), y director entre 2007 y 2009 de Alberto Contador; Michele Ferrari, médico de Lance Armstrong y por desgracia de muchos más ciclistas, púpilo aventajado del doctor Conconi; Luis García del Moral, médico del Us Postal entre 1999 y 2003; Pedro Celaya, médico de los equipos de Bruyneel entre 1997 y 1998, y entre 2004 y 2007, y actualmente médico del Radioshack; y Pepe Martí, entrenador de los equipos de Bruyneel desde 1999 a 2007, y en Astana desde 2008. Al parecer, Armstrong y los otros cinco se enfrentan a los cargos de uso de sustancias y prácticas dopantes (Epo, transfusiones sanguíneas, corticoides, testosterona, hormona de crecimiento...), tráfico con dichas sustancias y coacción e instigación al dopaje. 

De arriba abajo: Lance Armstrong, Pedro Celaya, Pepe Martí (con corredores del Astana en 2010), Johan Bruyneel, Luis García del Moral (en el centro) y Michele Ferrari.

Personalmente, no me creo las alegaciones de Armstrong, fundamentadas en el hecho de que tales acusaciones se basan en los testimonios de los "resentidos" Hamilton y Landis. Parece ser que la USADA no solo se basa en los "testimonios orales" sino también en el análisis de los valores sanguíneos del tejano en los años de su reaparición (2009 a enero de 2011), años en los que algunos laboratorios ya disponían de medios para detectar valores sanguíneos anormales, así como la presencia de Epo en la sangre. Y por otro lado, los sistemas corruptos suelen caer desde dentro, cuando alguien tiene el valor de "cantar", o simplemente por desesperación se ve empujado a ello. No es que me alegre de que tengan lugar noticias así, pero sin duda prefiero que todo salga a la luz y que los culpables lo paguen, a que sigan imperando la omertà, el fraude y la hipocresía, tan nocivas para el ciclismo. 

Ojalá se airee todo y caiga quien tenga que caer, hasta el último responsable: aunque si se hubiesen hecho bien las cosas, esto no pasaría. En 1998, cuando saltó a la luz el escándalo del Festina en pleno Tour, por todas partes se intentó echar tierra sobre el asunto: cabe recordar que los equipos españoles, apoyados por algunos medios periodísticos, lanzaron una campaña contra la organización del Tour y contra Francia ("nos persiguen", "quieren acabar con el ciclismo..."), cuando hoy se sabe que más de uno tenía trapos sucios que ocultar (de ahí la espantada de la última semana, en la que se retiraron los equipos españoles de forma masiva, aduciendo patrioterismos estúpidos). Por otro lado, si aquel año los organizadores del Tour hubiesen anulado la carrera a tiempo, no empeñándose a todo costa en que llegase a París, quizá las cosas hoy fuesen distintas. Al año siguiente reapereció Armstrong tras su cáncer, y volvió renacido, reconvertido en corredor de grandes vueltas: rodador y escalador a la par, como los grandes del pasado. Y de doping ya no habló ni dios en siete años. 

Tras retirarse Armstrong en la cima de su gloria en 2005, volvieron a destaparse casos. Los rivales de Armstrong, los denominados por él mismo como sucesores en el podio de París en 2005 (Ullrich y Basso), se vieron de lleno salpicados por la Operación Puerto. Tal operación fue otra oportunidad perdida, en parte por la inoperancia española. Por un lado, no se llegó a esclarecer al 100% la magnitud de la trama fraudulenta,  y por otro lado, de nuevo los organizadores del Tour decidieron iniciar la carrera con todo en contra. Se impidió salir a Liberty y Kelme, a Basso y a Ullrich, y aquí no ha pasado nada. En la clasificación general final (previa descalificación de Landis), los equipos con algún implicado en la Operación Puerto, obtuvieron los siguientes resultados: 1º Landis (de Phonack, con Quique Gutiérrez implicado), 2º Pereiro (de Caisse d'epargne, con Valverde y Zaballa implicados), 3º Klöden y 10º Michael Rogers (de T-Mobile, con Ullrich y Sevilla implicados), 4º Sastre (de CSC, con Basso implicado), 7º Cyril Dessel y 8º Christophe Moreau (ambos de Ag2r, con Mancebo implicado)...Estos equipos, junto con Liberty y Kelme, eran los únicos con ciclistas implicados. En su momento, me hubiese parecido lo más oportuno que ningún equipo con algún implicado hubiese participado: pero no fue así, prevaleció el interés económico antes que el deportivo. La experiencia y el sentido común nos dicen que un ciclista nunca se dopa sin el consentimiento/conocimiento/instigación de su director deportivo. 

En 2007 y 2008 las cosas se hicieron con más celo. En plena batalla entre la UCI y ASO, la lucha contra el dopaje se convirtió en un arma arrojadiza, y cada organización intentó demostrar que era ella la que realmente luchaba contra esa lacra. En un periodo con Armstrong fuera de los pelotones, por otro lado. En 2007 cayeron Vinokourov, Mayo, Moreni y... Rasmussen, líder de la carrera (pero Bruyneel hizo 1º y 2º con Contador y Leipheimer). Y en 2008, con la Agencia Francesa Antidopaje al mando de los cotroles en el Tour, cayeron Manolo Beltrán (ex-gregario de Armstrong), Moisés Dueñas, Ricardo Riccò, Leonardo Piepoli, Bernard Kohl, Stefan Schumacher y Dimitry Fofonov. Pero en 2009 volvió Armtrong tras su retirada, y al menos en el Tour no volvió a hablarse de dopaje...hasta octubre de 2010, con el famoso solomillo de Irún y con Armtrong en proceso de retirada. 

A la vista de lo dicho, la presencia de Armstrong en el pelotón ha sido sinónimo de omertà y curiosa inexistancia de casos positivos. La lucha contra el dopaje se ha desarrollado en el breve periodo de la primera retirada de Armstrong (de 2006 a 2009). También podemos deducir otra triste realidad: prácticamente la mayoría de las clasificación generales finales de las ediciones del Tour de Francia desde 1998 hasta nuestros días están en entredicho; y de antes no se sabe nada, porque no existían los medios para saberlo. Pero si la investigación iniciada en Estados Unidos sirve para renovar las estructuras del ciclismo, y para depurar responsabilidades por primera vez entre médicos y directores deportivos, bienvenida sea.

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