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sábado, 4 de octubre de 2014

EL MUNDIAL DE PONFERRADA

Que vaya por delante que no acerté en los pronósticos. No puse al polaco Michal Kwiatkowski en la amplia terna de favoritos para ganar en Ponferrada, a pesar de su fantástica primavera, en la que terminó entre los cinco primeros en las tres clásicas de las Ardenas. En el Tour se arrastró, y quizá por eso me olvidé de él. Ahora no desentona vestido con el arcobaleno, como sucidiese con Rui Costa, otro vencedor sorpresa.

Un podio de Lieja: Gerrans, Kwiatkowski y Valverde.
Kwiatkowski no solo fue el más listo, sino también el más fuerte. Como se venía diciendo desde que se pronosticase lluvia para el domingo, la diferencia se hizo en la bajada; aunque no ya en la segunda, una vertiginosa caída libre hasta la meta, digna de la Cipressa, sino en la primera, otra auténtica trampa mortal que terminaba en una curva de noventa grados que conducía a la espectral presa del embalse de Bárcena. Kwiatkowski, como decía, no solo fue el más listo a la hora de escoger el punto decisivo donde atacar (última vuelta, penúltima bajada), sino que tuvo fuerzas suficientes como para superar la última ascensión con la misma diferencia con la que la había empezado, ante un pujante grupo comandado por Valverde, Gerrans y Gilbert. 

Kwiatkowski destacado en la presa del embalse de Bárcena.


El circuito finalmente se presentó más complicado de lo que se había dicho en un inicio. Ni mucho menos fue un mundial asequible y anodino, como lo fueron los de Madrid, Salzburgo y Geelong, y por supuesto, demostró estar alejado años luz de las farsas de Zolder y Copenhague. No fue un mundial para los clasicómanos puros, como Boonen y Cancellara, a los que apenas se vio. En el primer caso, estaba claro que la selección belga contaba con tipos más en forma que la leyenda flamenca, que se encuentra, no nos engañemos, en sus años crepusculares. Van Avermaet se presentaba como una opción más clara, después de sus victorias en Gerardsbergen en el Eneco Tour y en el Grand Prix de Wallonie. Pero en la selección suiza todo se jugó a la carta de Cancellara, desgastando inutilmente a un portentoso Michael Albasini, vencedor reciente de los Tre valli varesine. De todas formas no fueron las únicas decepciones. El rendimiento de Sagan y Nibali sí que estuvo muy por debajo de lo esperado. Al primero ni se le vio, y el segundo se abrió de piernas ante la maniobra de despiste de Purito en el alto de Mirador. Los velocistas jóvenes sí que estuvieron a la altura. De no ser por la lluvia y el ataque de Kwiatkowski, el mundial se hubiese resuelto en el sprint entre Kristoff, Degenkolb y Bouhanni. Como una Sanremo.


Después de tantear los días anteriores varios puntos en los que ver la carrera, nos colocamos en el paso por el falso llano que coronaba el alto de Confederación. Amaneció nublado y lloviznaba en la montaña, entre los pinos y los cables de alta tensión, que no cesaban de crepitar. Las vueltas se fueron sucediendo. La escapada inicial la formaron el colombiano Quintero, el ucraniano Polivoda, el croata Kvasina y el letón Savickas. La persecución fue comandada en exclusiva por la selección de Polonia, la única que hizo algo en las vueltas iniciales para evitar que el pelotón se apoltronase demasiado. La niebla se levantaba poco a poco sobre el bosque de pinos replantados, y a cada paso, el pelotón y los coches arrastraban tras de sí un auténtico vendaval. Más tarde llegó el turno de los "segundas espadas" de las grandes selecciones: Giovanni Visconti, Peter Kennaugh, Sep Vanmarcke, Christopher Juul Jensen, Dani Navarro, etc. En varios movimientos, el que puso más empeño fue  el suizo Michael Albasini. Tras unas vueltas en las que el sol asomaba tímidamente entre las nubes, el cielo se fue cubriendo, escuchándose a lo lejos algún trueno. Cuando comenzó a arreciar la lluvia con más fuerza, la selección italiana realizó una vuelta de infarto, con un propósito más suicida que claro. Fue una delicia ver pasar como una exhalación al grupo comandado por Bennati y el resto de azzurri, deslizándose a gran velocidad sobre el asfalto mojado. Posteriormente llegó el turno del número en solitario de Tony Martin, condenado al fracaso pero útil como acción de desgaste para el pelotón. Cruzó delante nuestro con su típica estampa: posición aerodinámica, desarrollo masivo y boca abierta.

La espera se hacía larga, y a cada nuevo paso por nuestra cuneta, la situación de carrera se presentaba totalmente cambiada. De este modo, a falta de dos pasos por meta, se formó un trío con Cyril Gautier, Michael Valgren Andersen y Alessandro De Marchi, seguido de cerca por Vassil Kiryienka. Se trataba de tres corredorazos, voluntariosos y atacantes, salidos de la Vuelta (Valgren Andersen, Kiryenka y De Marchi), acompañados del joven francés, el mejor pupilo de Voeckler en cuanto a "pestosidad". En la última vuelta, el cuarteto pasó por delante de nuestras narices con apenas unos segundos de ventaja sobre un pelotón cada vez más reducido. Veinte metros delante de nuestra posición se jugó el mundial, aunque no pudimos verlo. Kwiatkowski se lanzó en el descenso hasta el embalse y sacó unos segundos preciosos que Dani Moreno no pudo recortar. Precisamente lo habíamos visto pasar por ahí dos dias antes, entrenando con toda la selección polaca, tanto femenina como masculina. Los habíamos visto seguros, sorprendentemente seguros.

Kwiatkowski deja atrás en el Mirador a Valgren Andersen y De Marchi
Tras pasar la presa y el túnel, el polaco se prensetó con el cuarteto cabecero. De Marchi, sin duda el mejor de los italianos como era de esperar, era el que más fuerzas gastaba en ese grupo delantero. Éste y Valgren Andersen intentaron permanecer a rueda del polaco el máximo tiempo posible, aunque fue inútil, pues se deshizo de ellos con facilidad al venir fundidos después de dos vueltas de machaque. Mientras tanto, detrás, tras unos segundos de incertidumbre, Jonathan Castroviejo se puso a tirar para recortar diferencias en beneficio de Purito y Valverde. Cuando Castroviejo ya no pudo más, Purito se lanzó al ataque, quizá demasiado tarde. Nunca se sabrá si se trató en realidad de un ataque de despiste, a la espera de un ataque todavía más demoledor de Valverde, o un ataque en serio. Lo que sí que es cierto es que el ataque de Purito sirvió para rematar a Nibali, en una baja forma alarmante para un ganador de Tour, y para que Gilbert, Gerrans, Valverde y Breschel se le pusiesen a rueda. Sí, también Breschel, ese corredor que sale de la tumba solo en los mundiales (y no todos los años). Valverde y Gilbert prolongaron el ataque de Purito, formándose un grupo de siete (Valverde, Gilbert, Gerrans, Van Avermaet, Gallopin y Breschel). Como siempre, Valverde atacó demasiado tarde, mientras que Purito, parece que más por desidia que falta de fuerzas, se dejó llevar. Parecía no querer estar involucrado con Valverde una vez más en un grupo que se jugase una victoria. O simplemente no estaba dispuesto a asumir un rol de gregario para el murciano. Quién sabe.

Kwiatkowski tenía ya medio triunfo en el bolsillo, y amplió la ventaja con un gran descenso hasta meta. Detrás hubo los típicos parones, especialmente debido a la racanería de Gerrans. Valverde y Gilbert fueron los únicos que pusieron algo de empeño en la caza, especialmente el valón, que se sacrificó por Van Avermaet. Su compatriota y compañero de equipo no remató, como es habitual en él, pero Gilbert demostró que si bien ya no está (ni estará) a la altura de su año mágico de 2011, aquel en el que Omega Pharma parecía ser más bien un chiste malicioso que un patrocinador, sigue siendo un corredor competitivo y entregado. 

El polaco acabó haciéndose con la victoria, mientras que por detrás Gerrans se hacía con facilidad con la medalla de plata, y Valverde con la de broce en un disputado sprint con Breschel.  Gerrans racaneó todo lo que pudo y más, esperando ser conducido a meta en carroza para rematar a todos con su nueva punta de velocidad, insólita a sus 34 años. Gerrans no solo es un corredor que no da una pedalada de más, y que busca con zorrería el abrigo, como se viese a la perfección en su Sanremo de 2012, en la que se aprovechó con astucia de la nula estrategia de Cancellara, sino que es además un corredor guadianesco, que aparece y desaparece, y que está teniendo a los 34 años su mejor temporada con diferencia. No es un corredor que me guste, todo lo contrario. Por eso suscribí la campaña de twitter #anyonebutgerrans. Nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos a Kwiatkowski por haber evitado un ganador que estaría a la altura de Leblanc, Astarloa o Brochard.


Valverde hizo de nuevo tercero, siendo éste su tercer año consecutivo en esa posición. Lo de Valverde y los mundiales merece un análisis aparte. Ha superado los podios de Poulidor, y si se suman sus puestos entre los diez primeros, puntuándolos de 10 a 1, Valverde es el mejor corredor de los mundiales de todos los tiempos, por delante de Merckx, Freire y Zoetemelk. Aunque, a diferencia de estos tres, le falta precisamente el mundial. Este año, a diferencia de los dos anteriores, su puesto es digno de elogio, pues se trataba de un mundial no tan apto para sus características, pasado por agua además (hay que tener en cuenta que con la lluvia los murcianos se disuelven, no hay que ver más que a Luis León Sánchez). A Valverde solo le queda ganar el mundial como Zoetemelk, con 39 años. 



En fin, la merecida victoria de Kwiatkowski marca un cambio generacional. El polaco pertenece a ese generación dorada de 1990, como Sagan, Pinot, Quintana y Bouhanni, diez años mayores que Valverde, Gerrans, Boonen y Wiggins, que siguen dando guerra. Kwiatkowski tiene 24 años, uno más de los que tenía Freire al vencer su primer mundial, dos más que Merckx en Heerlen, Lemond en Altenrhein y Armstrong en Oslo, y tres más que Monsere. Se trata por tanto de un campeón con futuro. De todas maneras, habrá que esperar a que confirme con más victorias este grandísimo triunfo. Este año ha andando como una moto, como todo su equipo (exceptuando a De Gendt). Aunque los corredores del este suelen explotar demasiado pronto, luego parecen dormirse en los laureles, o simplemente volatilizarse. Fue el caso de Berzin, también el de Vainsteins. Sagan parece que anda de camino. Al menos, el polaco se presenta como el gran rival generacional del eslovaco en el futuro más inmediato.


De nuevo pasa un mundial, y con él se acerca la conclusión de la temporada. El destartalado urbanismo de la ciudad, sus malas comunicaciones con la consiguiente ausencia de público, y varios problemas con las vallas, no han sido problemas suficientes como para ensombrecer este mundial, del que al final me he ido satisfecho. La carrera fue emocionante, y tuvo de todo: ataques en subida, ataques en bajada, lluvia, emoción, labor de equipo, escapadas intermedias, curvas tomadas a cuchillo y sprint finales interesantes. Lo poco que necesita un mundial para ser interesante. Y si a eso se añade un podio digno de Liège - Bastogne - Liège, todavía mejor.

miércoles, 2 de octubre de 2013

I MONDIALI DI FIRENZE

Hace tres días, en Fiesole, los ancianos italianos que nos rodeaban, y que intentaban adularnos a nosotros extranjeros con palabras elogiosas acerca de los ciclistas españoles, y con sentimientos de solidaridad ante la pareja situación socioeconómica y política de ambos países, se quedaron realmente asombrados de que unas personas aparentemente tan educadas y calmadas como nosotros comenzasen a maldecir con la resolución del mundial, sazonando sus entrecortadas palabras con algún que otro insulto y blasfemia. Precisamente fue así como acabó el mundial, con un clamoroso desastre táctico, que hizo que pasásemos de la indignación al insulto. Y eso que no habíamos ido precisamente allí, a Florencia, a la hermosa villa de Fiesole (escalando por la empinadísima y alternativa Via Vecchia di Fiesole), a animar solo a los españoles, sino al ciclismo en general. 



De todas formas, presenciamos un auténtico espectáculo ciclístico y deportivo. Ya el día anterior las mujeres me habían puesto la carne de gallina en la subida a Fiesole, con la esperada victoria de la holandesa Marianne Vos, la dominadora total de los últimos años. Tras explorar el circuito, nos pareció lo suficientemente duro como para que Cancellara y Sagan pasasen problemas de desarrollarse la carrera rápida desde el principio. De todas formas, también pensábamos que la larga línea de meta era todo un obstáculo para las aspiraciones de Joaquím "Purito" Rodríguez y Vincenzo Nibali, hombres que debían llegar solos para vencer. El recorrido, a priori, se planteaba ideal para corredores completos y rápidos como Valverde o Gilbert, y quizá para alguna que otra sorpresa. Por supuesto, partíamos del convencimiento de que Contador había venido a Florencia de turismo.

Escaparates florentinos preparados para la ocasión.
La subida de via Salviati


En la primera vuelta, poco antes del primer paso de los corredores por Fiesole, comenzó el diluvio. Los ciclistas ya lo llevaban sufriendo desde la salida en Lucca, hecho que agrandaba más si cabe la dureza de las diez vueltas a un circuito final sazonado con tres subidas, una larga pero tendida hasta Fiesole, otra infernal en Via Salviati, y el remate, de apenas 200 metros, en Via Trento. Con esta lluvia, arrivederci Valverde, fue nuestro primer pensamiento. 

Imágenes del diluvio. Abajo: Rui Costa en uno de los primeros pasos en Via Salviati.
Gran parte del público, especialmente aquellos que no se habían pertrechado adecuadamente para la lluvia como era nuestro caso, buscó refugio en los bares del pueblo. Allí, entre noruegos, belgas y algún que otro italiano, vimos el desarrollo de la prueba, saliendo de vez en cuando para ver el paso de los corredores. La lluvia se llevó consigo a Wiggins, Froome y Horner, nada menos, también a Porte y Daniel Martin, todos ellos exponentes del "nuevo" ciclismo anglosajón, tan irregular (con lo que ello comporta, los entendidos saben) como arrollador en los últimos años. El primer paso por Fiesole se realizó a una velocidad infernal, asombrosa dadas las circunstancias, con el equipo italiano en cabeza.

En las últimas tres vueltas el diluvio remitió. Llegó la claridad, y con ella el primer ataque serio, el de Giovanni Visconti. El irregular Visconti, renacido al parecer este año, alcanzó al polaco Bartosz Huzarski, escapado prácticamente desde la salida.  El polaco había formado un infatigable dúo durante muchas vueltas con su compañero de escuadra, el checo Jan Barta. Visconti reclamó relevos al polaco ante una enfervorizada masa de italianos que veían por fin a uno de los suyos escapado. El equipo italiano ya se había "fundido" en la persecución a muerte de Huzarski y Barta, quedándoles tan solo la opción de comenzar los ataques individuales. De todas formas, el ataque de Visconti pareció ser debido más a la búsqueda del aplauso del público (Visconti es uno de los protegidos de Bettini, y suficientemente "cuentista" como para ser entrevistado cada dos por tres por la infame locutora de la RAI), que a razones tácticas de peso. Lo cierto es que marchando escapado, en el grupo scivolarono en una curva Luca Paolini y Vincezo Nibali, el líder de la escuadra azzurra.

Nibali se montó en la bici de nuevo con algo de lentitud, lo que hizo pensar lo peor. Ya sobre los pedales, su ritmo parecía renqueante, inseguro. Los ánimos de los locales parecían por los suelos, y las esperanzas en Nibali parecían haberse esfumado. Pero entonces Il Grillo Bettini puso su coche delante del corredor siciliano, y el mecánico le "arregló" un poco el freno, y así Nibali pudo reengancharse "milagrosamente" al grupo de los favoritos.  Una de las tantas argucias típicas, que pueden pasarse por alto en una etapa cualquiera, pero no en un mundial.

Lo squalo e il grillo. En el momento oportuno, el siciliano tendrá la miraglia a su servicio.

En el penúltimo paso por Fiesole, Visconti y Huzarski son cazados, pero nadie se mueve, y el nerviosismo aumenta. Nos cambiamos de sitio, buscando la proximidad de la pantalla gigante para no perder detalle, la gente comienza a comentar, a lanzar sus apuestas, y llegamos así a la última vuelta. El sol comienza a secar el asfalto, y Scarponi acelera el ritmo, para locura y gozo de sus paisanos de la peña ciclista de Ancona. Scarponi se lleva consigo a Purito y a Nibali. En el último paso por Fiesole, Nibali y Purito encabezan el grupo, seguidos a pocos metros por Rui Costa, Rigoberto Urán y Alejandro Valverde. Más atrás, con un pedaleo más pesado, pasan Gilbert, Cancellara, Sagan, los clasicómanos que lideraban todas las apuestas, y mucho más descolgado Boasson Hagen. "Il portoghese è pericoloso", señalo a los italianos que nos rodean. No lo conocen. El nombre de Rui Costa, o Hosta, como dicen los locales, solo les suena al de un ex-defensa de la Fiorentina. Algo me dice que puede ganar. Es inteligente y potente; sabe cuándo ahorrar fuerzas, y cuándo atacar y dar el todo, es un caza-etapas, y ya ha demostrado sus capacidades en el Tour, en el GP de Montreal, en Suiza, y se diferencia notablemente de su compañero de Movistar Alejandro Valverde, que no destaca precisamente por su facilidad en leer las carreras. De todas formas, no me esperaba un fallo tan garrafal como el que se daría a continuación.

Los dos protagonistas de la carrera: Nibali y Purito.

Vemos el desenlace en el teleschermo gigante. Un gigantesco Purito estira el grupo en el descenso. Hoy no se esnconde. Nibali intenta seguirle, pero el temor a una nueva caída impide que saque su habitual rabia en los descensos. Urán se va al suelo, estrellándose contra un terraplén. Costa y Valverde conectan. Purito parece intratable, y se mantiene en el descenso hacia Via Salviati en cabeza. Por detrás Nibali lleva el peso del grupo, fogoso y visceral como siempre (es un lujo verle correr), ante la vigilancia de Valverde y el astuto racaneo de Rui Costa. En el auténtico muro de Via Salviati, vacío de público por la absurda medida de cobrar entrada (nada menos que cien euros de entrada), Nibali y Valverde prácticamente cazan a Purito, y Costa aparentemente muestra síntomas de flaqueza. Mira hacia atrás, pero no porque le fallasen las fuerzas, como pensamos entonces, sino porque estaba "calculando" la diferencia, la distancia, la victoria... 

Purito alla grande. Detrás Nibali, Costa y Valverde.

El grupo alcanza a Purito en el falso llano que lleva de vuelta a Florencia. Pero el pequeño corredor catalán tiene uno de esos días magistrales, como en el Giro de Lombardía del año pasado. Uno de esos días en los que se deja de cálculos, como hiciera en el Stelvio el año pasado, y se lanza al ataque. Corona el breve repecho de Via Trento en cabeza, y Nibali parece cansado de llevar todo el peso del grupo. El catalán abre hueco, y todo pinta bien para los españoles: Valverde debe limitarse a vigilar detrás, a no dar relevos y saltar a cualquier ataque, y si finalmente el italiano y el portugués alcanzan a Purito, vencerles al sprint. 

En el paso elevado de las vías del tren, Rui Costa lanza su previsible ataque. El portugués ha visto que Purito ha abierto demasiada diferencia, y sus opciones de victoria comienzan a menguar. Pero entonces viene el momento crucial de la carrera: Valverde, en vez de cerrar el hueco y alcanzar al portugués, se pone a rueda de Nibali esperando que éste le lleve hasta él. ¡¡¡Fallo clamoroso!!! Valverde sabe (o debe saber) que es el más rápido, y si alcanza a Rui Costa pueden darse dos situaciones: o bien que el portugués se detenga, y gane Purito, o bien que el portugués tire (cosa improbable, pues no es tonto), y le gane Valverde el sprint. Pero no, Valverde considera más peligroso a Nibali, que nunca ha destacado por su velocidad al sprint, y que además se ha caído y lleva tirando del grupo toda la vuelta, que a Rui Costa, su compañero de equipo al que realmente conoce muy bien, y que sabe que de alcanzar a Purito no le será muy difícil batirlo.

La recta de meta, como era de suponer, se le hace interminable a un corredor como a Joaquím Rodríguez. Rui Costa le da alcance. Purito se muestre inteligente y guarda fuerzas, pero hace lo que puede ante un inconmensurable Rui Costa, que le bate al sprint aunque por poco, convirtiéndose en el primer portugués en vencer el campeonato del mundo, y con permiso de Agostinho, en el mejor ciclista luso de la historia.  Valverde, como era de esperar, bate con gran facilidad a Nibali al sprint, pero con su fallo táctico no solo ha perjudicado las opciones de Purito, sino que ha llevado al traste su posibilidad de triunfo, en un mundial que se le escapa año tras año.


Imágenes de la línea de meta: Costa bate a Rodríguez, Costa exultante, y Valverde gana a su vez la medalla de bronce frente a Nibali.


Maldecimos, blasfemamos: Porco Dio! Nunca había estado tan cerca y el resultado había sido tan amargo. Algún italiano se alegra de la victoria del portugués, espoleado por la prensa y la RAI que habían vendido el mundial de ciclismo como una nueva versión del Italia-España del fúbtol. Futboleros e idiotas hay en todas partes, en España, en Italia, y seguramente en algún que otro país más. Los belgas y los noruegos, completamente alcoholizados y empapados por la lluvia, festejan su no victoria, yo me quedo tiritando con los pies congelados, y mientras tanto Valverde se va de nuevo de vacío. Valverde es uno de los corredores más completos y polivalentes de los últimos años, uno de los mejores corredores españoles de siempre (con permiso de Indurain y Freire), y podría contar con un palmarés excepcional, a la altura de los más grandes de la historia, de los diez más fuertes,  si no fuese por sus despistes. Es bueno en montaña, rápido en pequeños grupos y muy apto para clásicas como la Lieja o la Flecha Valona. Estar en un equipo como el de Unzúe le perjudica notablemente para sus aspiraciones en las clásicas, pero de todas formas ha acumulado muchos fallos en solitario. Un cambio de rueda mal gestionado en el presente Tour, una mala colocación en el Cauberg en el mundial del año pasado, un impermeable mal puesto en una crucial etapa de la Vuelta que le obligó a descolgarse y a perder más de un cuarto de hora, un fallo de cálculo en el descenso de Monachil en la Vuelta que ganó Vinokourov, una Lieja regalada a Di Luca...demasiados errores. A fuerza de errores se ha convertido en el nuevo Poulidor, al menos de los mundiales. Con cinco podios supera al francés al menos en eso. Valverde es un corredor portentoso, pero como suelen decir en esa estúpida jerga propia los directores deportivos, "le falla la cabeza". No le puede tanto la presión como la mala gestión de su superioridad. Quizá Valverde comience a liderar la clasificación de los mejores segundones de la historia. 

A continuación un repaso a los podios de los mundiales de Valverde:

 Hamilton 2003: 1º Igor Astarloa, 2º Alejandro Valverde, 3º Peter Van Petegem
Madrid 2005: 1º Tom Boonen, 2º Alejandro Valverde, 3º Anthony Geslin
Salzburg 2006: 1º Paolo Bettini, 2º Alejandro Valverde, 3º Erik Zabel
Valkenburg 2012: 1º Philippe Gilbert, 2º Edvald Boasson Hagen, 3º Alejandro Valverde

Firenze 2013: 1º Rui Costa, 2º Joaquim Rodríguez, 3º Alejandro Valverde
Purito inconsolable en el podium. Ya son muchas cosas las que se le escapan: una Vuelta, un Giro, una Lieja, un mundial...
Florencia vista desde Fiesole, después de la tormenta. Al fondo, la cúpula de Brunelleschi entre la torre de la Signoria y el campanile de Giotto. 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

FREIRE, ENTRE LOS MEJORES DE LOS MUNDIALES

Han pasado los campeonatos del mundo en ruta con la apabullante y esperada victoria del valón Philippe Gilbert. Se ha hablado mucho de la mala colocación de Alejandro Valverde al iniciar el Cauberg, así como de la retirada definitiva tras la carrera del cántabro Óscar Freire. La supuesta polémica entre Freire y Valverde no me interesa. Ambos son dos grandísimos campeones, y no tengo la menor duda de que cuando ambos se retiren, dejaran un gran vacío en el ciclismo español. 

Quiero sacar a relucir dos datos. Por un lado, con el podium conseguido por Valverde este año, cuarto en su carrera como profesional, alcanza a Raymond Poulidor como ciclista sin victoria en los campeonatos pero con más podiums. También Alfredo Binda, Rik Van Steenbergen, Rik Van Looy, André Darrigade, Greg Lemond y Óscar Freire han conseguido cuatro podium, pero habiendo conseguido alguna vez la victoria.

Por otro lado, Freire se convierte en el tercer corredor de la historia que ha finalizado en más ocasiones en los diez primeros del campeonato del mundo, alcanzando a Eddy Merckx y Joop Zoetemelk. Freire pasará a la historia del ciclismo como un corredor atípico dentro del panorama español, al igual que Miguel Poblet. A continuación los datos:


EDDY MERCKX




1967 Heerlen (Países Bajos)
1968 Imola (Italia) ganador: Vittorio Adorni (Italia)
1971 Mendrisio (Suiza)
1972 Gap (Francia) ganador: Marino Basso (Italia)
1973 Barcelona (España) ganador: Felice Gimondi (Italia)
1974 Montréal (Canadá)
1975 Yvoir (Bélgica) ganador: Hennie Kuiper (Países Bajos)
1976 Ostuni (Italia) ganador: Freddy Maertens (Bélgica)





JOOP ZOETEMELK




1972 Gap (Francia) ganador: Marino Basso (Italia)
1973 Barcelona (España) ganador: Felice Gimondi (Italia)
1975 Yvoir (Bélgica) ganador: Hennie Kuiper (Países Bajos)
1976 Ostuni (Italia) ganador: Freddy Maertens (Bélgica)
1978 Nürburgring (R.F.A.) ganador: Gerrie Knetemann (Países Bajos)
1982 Goodwood (Reino Unido) ganador: Giuseppe Saronni (Italia)
1984 Barcelona (España) 10º ganador: Claude Criquielion (Bélgica)
1985 Giavera del Montello (Italia)




ÓSCAR FREIRE





1999 Verona (Italia)
2000 Plouay (Francia) ganador: Romans Vainsteins (Letonia)
2001 Lisboa (Portugal)
2003 Hamilton (Canadá) ganador: Igor Astarloa (España)
2004 Verona (Italia)
2010 Geelong (Australia) ganador: Thor Hushovd (Noruega)
2011 Rudersdal (Dinamarca) ganador: Mark Cavendish (Reino Unido)
2012 Valkenburg (Países Bajos) 10º ganador: Philippe Gilbert (Bélgica)

martes, 11 de septiembre de 2012

¿RESURRECCIÓN DE LA VUELTA?

El ciclismo actual exige unos actos de fe para los que a veces uno no se siente preparado. La experiencia nos invita a la sospecha continua, como una especie de mala conciencia que no nos deja disfrutar del espectáculo. Pero a pesar de todo, hay que reconocerlo, esta Vuelta a España ha sido muy interesante, sin duda la mejor vuelta por etapas del año, después del decepcionante Giro y del insulso y monocromático Tour. Personalmente, a la Vuelta siempre le encuentro muchos peros...quizá como espectador llego un tanto cansado a su inicio, no viviéndola nunca con la misma intensidad y expectación con la que por ejemplo recibo el comienzo del Giro. Aun así, hay que reconocer que la Vuelta está dejando atrás, cada vez más, ese aire chapucero que tenía en los noventa: menos politicastros chupando cámara en los podium, menos vallas que impiden el contacto del público con la gente, aunque los mismos anuncios cutres de Fertiberia y Peras del Rincón de Soto...

Esta Vuelta será sin duda recordada por la etapa de Fuente Dé: una etapa no excesivamente dura en cuanto a recorrido, pero que se hizo dura por la lucha entre los corredores y por la velocidad imprimida a la carrera. La Vuelta no se jugó en las empinadísimas rampas de la senda asfaltada del Cuitu Nigro, sino en los desniveles asequibles de Fuente Dé, quedando demostrado que rampas infernales, estrechas y empinadísimas, no deciden la carrera, pues en ellas todos los corredores van a la misma velocidad, y los mejores llegan con una diferencia que apenas llega al minuto. Quizá ese hecho deba hacer reflexionar a los organizadores de la carrera, que desde que descubrieron el Angliru van a la caza de la cuesta de cabras más infernal. El Cuitu Nigro, a mi entender, fue un final inútil además de un atentado ecológico, y como la Bola del Mundo, una tortura innecesaria y un sufrimiento para el espectador que no considera las carreras ciclistas como encierros de San Fermín.

Volvamos a Fuente Dé. Cuando ya nos habíamos acostumbrado a una Vuelta de ataquitos de último quilómetro made in Purito, y las típicas arrancadas y frenadas de Contador, llegó la etapa de Fuente Dé, y nos retrotrajo a otro tiempo. Etapa que vino después del descanso, y ya se sabe qué bien sientan los descansos a Contador. Démosle de todas formas el beneficio de la duda. Valoraré la etapa de Fuente Dé, con el ataque de Contador y la remontada espectacular de Valverde, como se merece. Ataques realizados a más de 50 quilómetros de meta eran el pan nuestro de cada día del ciclismo hasta los años noventa, pero en los últimos tiempos, salvo excepciones, eran algo realmente inhabitual. Armstrong, en sus años dorados, atacaba en la base de los puertos. Contador en los últimos tres quilómetros. Purito en el último. La cosa parecía destinada a finales al sprint en puertos de primera categoría: y entonces llegó la etapa de Fuente Dé. 


Contador repite la táctica del Tour 2011: atacar de lejos. Algo a lo que no estábamos acostumbrados desde que Armstrong impuso los ataques de último puerto. A un Armstrong al que, aun siendo el gran jefe de la omertà y el dopaje sistemático de principios del XXI, se le intenta cargar hoy el muerto de ser el "único" responsable.

Por una vez Contador jugó sus cartas con inteligencia táctica, beneficiándose del conservadurismo de los equipos rivales. El Saxo Bank, que ya había dado muestras de ser más equipo que otras veces (especialmente con el polaco Rafal Majka), lanzó por delante a Hernández y Paulinho para hacer la labor de puente. Contador atacó inesperadamente en el Collado de la Hoz, a 50 quilómetros de meta, y Valverde y Purito, seguramente siguiendo el "sabio" consejo de sus directores deportivos, decidieron no actuar. Hernández le sirvió de poco a Contador, pero sí Paulinho y el siempre fiel Tiralongo, que le debía una etapita del Giro a Contador, y que tiró de él hasta la extenuación. Purito, en cambio, no encontró ni a Menchov ni a Moreno, y demostró que, a pesar de ser el corredor más explosivo, falla siempre que la lucha se inicia demasiado pronto. Valverde lo dejó con facilidad, y acompañado de Nairo Quintana se lanzó a la persecución de un Contador que daba síntomas de fatiga, mostrando un lado más humano que otras veces. Aun así, el madrileño sacó su casta de campeón para mantener la diferencia de diez segundos que llevaba al cruzar el último quilómetro. Contador gritó de rabia, Valverde demostró su fortaleza, y Purito su entereza en la derrota (la segunda del año tras el Giro).

De todas formas, Fuente Dé no ha sido una excepción este año. Cabe recordar la etapa del Stelvio, en la que De Gendt, con un ataque en los últimos quilómetros del Mortirolo, puso en jaque toda la general, y pasó del octavo puesto al tercero, aunque por instantes se puso bien por delante del insulso Hesjedal y del demasiado conservador Purito. Quizá estas dos etapas, junto con la demostración de Boonen en la París-Roubaix y las cinco etapas de Sagan en la Vuelta Suiza, hayan sido los mejores momentos de la temporada.

La hazaña de Contador no tiene algo que sí tuvo la de De Gendt: el escenario. Pero Contador se llevó la recompensa del liderato, y De Gendt se quedó a las puertas.

Así pues, me quedo con una Vuelta en la que Contador ha decidido de nuevo atacar de lejos, Valverde ha recuperado el nivel de sus mejores años, y Purito ha jugado sus opciones en todos los terrenos a él favorables, convirtiéndose en un nuevo Di Luca. También me quedo con las imágenes televisivas, sustancialmente mejoradas en cuanto a calidad (han perdido ese toque amarillento que tenían antes). Especialmente han destacado las imágenes mostradas por los helicópteros de ciudades y monumentos, en las que claramente se ve la mano de ASO. Por otro lado, parece que la Vuelta ha dejado de lado ya de una vez ese tipo de corredores-guadiana que tando han abundando en la década del 2000, capaces de dar un salto de calidad inesperado en la ronda española, conviertiéndose de pronto en rodadores-escaladores sin igual, semi-Merckxs. Me refiero a los Aitor González, Isidro Nozal, Santi Pérez, Vladimir Efimkin, Igor Antón, Ezequiel Mosquera y un largo etcétera, de los cuales Juan José Cobo ha parecido ser el último representante. A pesar del notable salto cualitativo de corredores como Moreno y Purito en el Katusha (equipo con un largo "historial"), y el pasado sin arrepentimiento de Valverde y Contador, al menos no ha habido invitados de última hora. 

Valverde hubiese acabado mucho mejor, quizá primero, de no tener como director a  alguien con un aire tan clerical como Unzúe.
Pero también habría que destacar algunos aspectos negativos, entre los que, a la ya mencionada manía innecesaria de los finales tipo Angliru, destacaría la lamentable realización de TVE. En primer lugar, la cobertura televisiva ha sido lamentable. ¿De qué nos valen etapas prácticamente enteras, con más de 100 quilómetros de retransmisión, de la primera semana del Tour, cuando nos escamotearon de la manera más burda la mejor etapa de la Vuelta a España en años? Lamentables fueron las imágenes del Collado de la Hoz, sacadas de algún teléfono móvil o algo parecido, en las que se podía apreciar los instantes siguientes al ataque decisivo de Contador.

Y por último, me queda comentar la manita y los dos dedos al aire de Contador al cruzar la última línea de meta en Madrid. Nada que objetar a que el corredor lo haga, está en su derecho, y forma parte de toda la coartada de la puntita del solomillo. Pero que los comentaristas de televisión española, De Andrés y Delgado, legitimen las siete grandes vueltas de Contador, cuando en realidad son cinco, me parece ante todo irresponsable. Si quieren contarle el Giro de 2011, de acuerdo, puedo darlo por válido, pues aunque lo perdió por la sanción lo ganó en la carretera. Pero jamás se le puede contar como válido el Tour de 2010. Si se da por buena la puntita de solomillo, ¿por qué no restituirle el Tour de 2006 a Landis, por pentito,  y por qué no, a Rasmussen en 2007, que se "retiró" cuando lo tenía prácticamente ganado? o el Giro de 1969 a Merckx y el de 1999 a Pantani...Sin duda la reivindicación de las siete vueltas, para ponerlo a la altura ya de Indurain, y también de Armstrong y Coppi, se trata de un acto de patrioterismo digno de los periódicos "futboleros", muy parecido a la expresión utilizada por esos mismos periodistas, con un total desconocimiento de lo que es el ciclismo, para referirse al dominio español: la "roja de los pedales".

¿De verdad ha ganado siete? ¿O más bien cinco?

lunes, 6 de febrero de 2012

SOBRE VALVERDE, CONTADOR, Y EL FUTURO DEL CICLISMO

Quería escribir desde hace algunos días sobre el retorno del ciclista Alejandro Valverde a los pelotones profesionales, después de su sanción por su "presunta" implicación en la Operación Puerto, cuando hoy por fin se ha dado por concluido el caso Contador, con una resolución similar a la que se aplicó en su día al ciclista murciano: dos años también para Contador. Uno vuelve y el otro se va. Desgraciadamente, el ciclismo profesional se está acostumbrando demasiado a las sanciones y a las reapariciones.

Victoria de Alejandro Valverde en el Tour Down Under, delante de Simon Gerrans. Al cuarto día de competición oficial tras su sanción, Valverde vuelve a ganar
Desde que se retiró Lance Armstrong, durante cuyo reinado pareció dominar cierto velo de silencio en torno al doping, dos ganadores de Tour han sido desposeídos de su victoria (Landis en 2006, y ahora Contador en 2010), y otro fue expulsado de carrera por un turbio asunto, nunca esclarecido, cuando iba a ser el claro vencedor: el danés Michael Rasmussen en la edición de 2007, que acabaría venciendo precisamente Contador. Desde 1998 se han ido acumulando casos, implicados, tramas de dopaje organizado en torno a oscuros médicos, productos milagrosos, prácticas escalofriantes... gotita a gotita hasta colmar el vaso. Heras, Vinokourov, Riccó, Schumacher, Kohl, Di Luca, Sella, Mazzoleni, Rebellin, Hamilton, Sevilla, Astarloza... Muchos nombres. Demasiados.  

Floyd Landis y Michael Rasmussen. De héroes a villanos.
Y el último, Contador ¿Qué opino sobre el tema de Contador? Los medios de comunicación mayoritarios españoles se ha puesto desde el principio de lado del deportista con cierto patrioterismo. Los mismos que solo hablan de ciclismo en los telediarios cuando éste está relacionado con el doping, son los que han esgrimido durante este año la causa de Contador como si se tratase de una cuestión de orgullo nacional: "los de la UCI nos quieren quitar los tours de Contador". Alguno suelta la cantinela de "ya lo intentaron hacer los franceses con Perico." A mí todo eso me recuerda al viejo lema del "que inventen ellos". Lo siento, me suena ridículo y desfasado, con lo cual mi opinión no va por esos derroteros. Tan solo algunos periodistas, amantes auténticos de este deporte, y que saben valorarlo por tanto por encima de banderas y forofismos, han mostrado una interpretación más neutral, más racional, más cautelosa, del caso Contador: el semanario Meta2mil, Carlos Arribas desde El País, Antonio Alix desde Eurosport, por poner algunos ejemplos.

Los dos protagonistas del ciclismo en los despachos en la temporada 2011: Pat McQuaid, presidente de la UCI, y Alberto Contador.

Desgraciadamente, Contador cometió un error. Ya sea conscientemente, ya sea involuntariamente comiendo ese chuletoncito condimentado con clembuterol, esa sustancia no debió aparecer nunca en su organismo. Los reglamentos dicen que todo deportista debe ser responsable de lo que ingiere, sea premeditadamente o no, y aunque se especulase con cambiar tal reglamento, la excepción no debía hacerse "por ser Contador".  

Con ello no quiero decir que esté al cien por cien de acuerdo con la sanción. Me parece en cierta forma coherente que pierda el Tour de Francia de 2010, pero no así el Giro de Italia del 2011. En lo respectivo a la ronda italiana sí me parece que las instituciones deportivas están cometiendo una total injusticia con el español. Contador pudo correr el Giro porque se lo permitieron: la Federación española lo eximió, y la UCI, el AMA y el TAS alargaron en exceso el proceso, que debería haber acabado en diciembre de 2010 como mucho. La justicia deportiva ha demostrado una vez más ser inoperante y lenta, incapaz de tomar decisiones rápidas.  Se fueron pasando unos a otros la "patata caliente", y si se permitió a Contador correr el Giro, no hay razón alguna para desposeerle de la victoria. Más si cabe no habiendo dado positivo en ninguno de los controles antidopaje a los que se sometió durante el Giro. 

Quizá hubiese sido más lógico comenzar a contar a partir de ahora los dos años de sanción, a los que se tendría que descontar el breve periodo de suspensión cautelar de invierno del 2010/2011. Pero no, se ha decidido tomar una decisión ejemplar con Contador, dolorosa si se quiere, como la que se tomó en su día con Alejandro Valverde.  La Federación española no se ha mostrado en ningún momento contundente con los asuntos turbios; su política ha sido siempre la de lavarse las manos y delegar en las autoridades internacionales. Y éstas no suelen tener clemencia. 

De hecho, España no parece ser demasiado bien vista por las instituciones deportivas internacionales: es juzgado, quizá a la ligera, como un país con cierta connivencia con el dopaje. Puede que sea por demasiados años de samaranchismo. Pero en el caso del ciclismo, todo parece remontarse a la mala gestión de la Operación Puerto en junio de 2006. Al destaparse la trama de dopaje organizado del laboratorio del doctor(?) Eufemiano Fuentes se armó mucho alboroto, se barajaron muchos nombres, se ensuciaron muchas reputaciones, pero a la hora de la verdad no hubo ni sanciones legales (Fuentes se salió de rositas vergonzosamente), ni deportivas (ningún ciclista fue sancionado), ni hubo confesiones públicas (como si las hubo en Italia y Alemania, con los casos de Basso y Ullrich). En resumidas cuentas, desde entonces a España se la sigue con lupa.

Con ello no quiero hacer mío el recurso victimista patriotero de los medios de comunicación a los que antes criticaba. No estoy diciendo que a Contador se le haya sanciado por ser español: se le ha sanciado por dar positivo, pero sí que se le ha juzgado con la máxima severidad, con la intención de dar ejemplo quizá, dado que las autoridades españolas no han mostrado la suficiente contundencia en la lucha antidopaje en el pasado. En España se hicieron las cosas mal, muy mal, rematadamente mal; la lucha contra el dopaje se ha hecho siempre de cara a la galería, buscando el titular espectacular, y no se ha investigado nunca hasta el final. Se han dejado siempre las cosas a mitad. No hay que olvidar que en las fechas de la Operación Puerto estaba en juego la candidatura de Madrid para las olimpiadas, y era necesario reforzar la credibilidad de las autoridades deportivas españolas de cara al exterior en materia antidopaje.

Con lo cual, su descalificación del Tour de Francia de 2010 me parece justificable y consecuente; no así su descalificación de todas las pruebas del 2011, año durante el cual se le permitió correr, y en el que pasó todos los controles habidos y por haber. Me hubiese parecido más razonable, como decía, una sanción de dos años contada a partir de ahora. Aun así, me parecía bastante improductivo que Contador se sumergiese de nuevo en una espiral de reclamaciones y juicios, que a nada le va a conducir salvo a su debilitamiento psicológico. 

Está claro que el ciclismo como deporte necesita más de algún cambio. Es un poco frustrante comprobar cómo la bicicleta tiene cada día más adeptos, y el ciclismo pierde a pasos agigantados su credibilidad como deporte. Quizá deba hacerse más humano (no siempre más montaña es sinónimo de más espectacularidad),  se debería valorar de nuevo la inteligencia táctica de los ciclistas y no solo su fuerza y resistencia (eliminando por tanto los pinganillos de una vez); debería internacionalizarse y modernizarse sin perder de vista en ningún momento la tradición (buen ejemplo de carreras nuevas que armonizan con la tradición serían La Eroica o el Tro-Bro Léon), y quizá debería también desprofesionalizarse un poco. De todas formas, Contador no tardará mucho en volver a competir: y esperemos que vuelva con la misma ansia de victorias con la que volvió Valverde a la competición.  

Dos carreras "nuevas" que se cimentan en la tradición de este deporte: el Tro-Bro Léon, en la Bretaña, y L'Eroica, en la Toscana. 


Quizá aquí esté el "futuro" del ciclismo: L'Eroica organiza  una carrera para profesionales, pero también una marcha cicloturista "retro".