martes, 11 de septiembre de 2012

¿RESURRECCIÓN DE LA VUELTA?

El ciclismo actual exige unos actos de fe para los que a veces uno no se siente preparado. La experiencia nos invita a la sospecha continua, como una especie de mala conciencia que no nos deja disfrutar del espectáculo. Pero a pesar de todo, hay que reconocerlo, esta Vuelta a España ha sido muy interesante, sin duda la mejor vuelta por etapas del año, después del decepcionante Giro y del insulso y monocromático Tour. Personalmente, a la Vuelta siempre le encuentro muchos peros...quizá como espectador llego un tanto cansado a su inicio, no viviéndola nunca con la misma intensidad y expectación con la que por ejemplo recibo el comienzo del Giro. Aun así, hay que reconocer que la Vuelta está dejando atrás, cada vez más, ese aire chapucero que tenía en los noventa: menos politicastros chupando cámara en los podium, menos vallas que impiden el contacto del público con la gente, aunque los mismos anuncios cutres de Fertiberia y Peras del Rincón de Soto...

Esta Vuelta será sin duda recordada por la etapa de Fuente Dé: una etapa no excesivamente dura en cuanto a recorrido, pero que se hizo dura por la lucha entre los corredores y por la velocidad imprimida a la carrera. La Vuelta no se jugó en las empinadísimas rampas de la senda asfaltada del Cuitu Nigro, sino en los desniveles asequibles de Fuente Dé, quedando demostrado que rampas infernales, estrechas y empinadísimas, no deciden la carrera, pues en ellas todos los corredores van a la misma velocidad, y los mejores llegan con una diferencia que apenas llega al minuto. Quizá ese hecho deba hacer reflexionar a los organizadores de la carrera, que desde que descubrieron el Angliru van a la caza de la cuesta de cabras más infernal. El Cuitu Nigro, a mi entender, fue un final inútil además de un atentado ecológico, y como la Bola del Mundo, una tortura innecesaria y un sufrimiento para el espectador que no considera las carreras ciclistas como encierros de San Fermín.

Volvamos a Fuente Dé. Cuando ya nos habíamos acostumbrado a una Vuelta de ataquitos de último quilómetro made in Purito, y las típicas arrancadas y frenadas de Contador, llegó la etapa de Fuente Dé, y nos retrotrajo a otro tiempo. Etapa que vino después del descanso, y ya se sabe qué bien sientan los descansos a Contador. Démosle de todas formas el beneficio de la duda. Valoraré la etapa de Fuente Dé, con el ataque de Contador y la remontada espectacular de Valverde, como se merece. Ataques realizados a más de 50 quilómetros de meta eran el pan nuestro de cada día del ciclismo hasta los años noventa, pero en los últimos tiempos, salvo excepciones, eran algo realmente inhabitual. Armstrong, en sus años dorados, atacaba en la base de los puertos. Contador en los últimos tres quilómetros. Purito en el último. La cosa parecía destinada a finales al sprint en puertos de primera categoría: y entonces llegó la etapa de Fuente Dé. 


Contador repite la táctica del Tour 2011: atacar de lejos. Algo a lo que no estábamos acostumbrados desde que Armstrong impuso los ataques de último puerto. A un Armstrong al que, aun siendo el gran jefe de la omertà y el dopaje sistemático de principios del XXI, se le intenta cargar hoy el muerto de ser el "único" responsable.

Por una vez Contador jugó sus cartas con inteligencia táctica, beneficiándose del conservadurismo de los equipos rivales. El Saxo Bank, que ya había dado muestras de ser más equipo que otras veces (especialmente con el polaco Rafal Majka), lanzó por delante a Hernández y Paulinho para hacer la labor de puente. Contador atacó inesperadamente en el Collado de la Hoz, a 50 quilómetros de meta, y Valverde y Purito, seguramente siguiendo el "sabio" consejo de sus directores deportivos, decidieron no actuar. Hernández le sirvió de poco a Contador, pero sí Paulinho y el siempre fiel Tiralongo, que le debía una etapita del Giro a Contador, y que tiró de él hasta la extenuación. Purito, en cambio, no encontró ni a Menchov ni a Moreno, y demostró que, a pesar de ser el corredor más explosivo, falla siempre que la lucha se inicia demasiado pronto. Valverde lo dejó con facilidad, y acompañado de Nairo Quintana se lanzó a la persecución de un Contador que daba síntomas de fatiga, mostrando un lado más humano que otras veces. Aun así, el madrileño sacó su casta de campeón para mantener la diferencia de diez segundos que llevaba al cruzar el último quilómetro. Contador gritó de rabia, Valverde demostró su fortaleza, y Purito su entereza en la derrota (la segunda del año tras el Giro).

De todas formas, Fuente Dé no ha sido una excepción este año. Cabe recordar la etapa del Stelvio, en la que De Gendt, con un ataque en los últimos quilómetros del Mortirolo, puso en jaque toda la general, y pasó del octavo puesto al tercero, aunque por instantes se puso bien por delante del insulso Hesjedal y del demasiado conservador Purito. Quizá estas dos etapas, junto con la demostración de Boonen en la París-Roubaix y las cinco etapas de Sagan en la Vuelta Suiza, hayan sido los mejores momentos de la temporada.

La hazaña de Contador no tiene algo que sí tuvo la de De Gendt: el escenario. Pero Contador se llevó la recompensa del liderato, y De Gendt se quedó a las puertas.

Así pues, me quedo con una Vuelta en la que Contador ha decidido de nuevo atacar de lejos, Valverde ha recuperado el nivel de sus mejores años, y Purito ha jugado sus opciones en todos los terrenos a él favorables, convirtiéndose en un nuevo Di Luca. También me quedo con las imágenes televisivas, sustancialmente mejoradas en cuanto a calidad (han perdido ese toque amarillento que tenían antes). Especialmente han destacado las imágenes mostradas por los helicópteros de ciudades y monumentos, en las que claramente se ve la mano de ASO. Por otro lado, parece que la Vuelta ha dejado de lado ya de una vez ese tipo de corredores-guadiana que tando han abundando en la década del 2000, capaces de dar un salto de calidad inesperado en la ronda española, conviertiéndose de pronto en rodadores-escaladores sin igual, semi-Merckxs. Me refiero a los Aitor González, Isidro Nozal, Santi Pérez, Vladimir Efimkin, Igor Antón, Ezequiel Mosquera y un largo etcétera, de los cuales Juan José Cobo ha parecido ser el último representante. A pesar del notable salto cualitativo de corredores como Moreno y Purito en el Katusha (equipo con un largo "historial"), y el pasado sin arrepentimiento de Valverde y Contador, al menos no ha habido invitados de última hora. 

Valverde hubiese acabado mucho mejor, quizá primero, de no tener como director a  alguien con un aire tan clerical como Unzúe.
Pero también habría que destacar algunos aspectos negativos, entre los que, a la ya mencionada manía innecesaria de los finales tipo Angliru, destacaría la lamentable realización de TVE. En primer lugar, la cobertura televisiva ha sido lamentable. ¿De qué nos valen etapas prácticamente enteras, con más de 100 quilómetros de retransmisión, de la primera semana del Tour, cuando nos escamotearon de la manera más burda la mejor etapa de la Vuelta a España en años? Lamentables fueron las imágenes del Collado de la Hoz, sacadas de algún teléfono móvil o algo parecido, en las que se podía apreciar los instantes siguientes al ataque decisivo de Contador.

Y por último, me queda comentar la manita y los dos dedos al aire de Contador al cruzar la última línea de meta en Madrid. Nada que objetar a que el corredor lo haga, está en su derecho, y forma parte de toda la coartada de la puntita del solomillo. Pero que los comentaristas de televisión española, De Andrés y Delgado, legitimen las siete grandes vueltas de Contador, cuando en realidad son cinco, me parece ante todo irresponsable. Si quieren contarle el Giro de 2011, de acuerdo, puedo darlo por válido, pues aunque lo perdió por la sanción lo ganó en la carretera. Pero jamás se le puede contar como válido el Tour de 2010. Si se da por buena la puntita de solomillo, ¿por qué no restituirle el Tour de 2006 a Landis, por pentito,  y por qué no, a Rasmussen en 2007, que se "retiró" cuando lo tenía prácticamente ganado? o el Giro de 1969 a Merckx y el de 1999 a Pantani...Sin duda la reivindicación de las siete vueltas, para ponerlo a la altura ya de Indurain, y también de Armstrong y Coppi, se trata de un acto de patrioterismo digno de los periódicos "futboleros", muy parecido a la expresión utilizada por esos mismos periodistas, con un total desconocimiento de lo que es el ciclismo, para referirse al dominio español: la "roja de los pedales".

¿De verdad ha ganado siete? ¿O más bien cinco?

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