miércoles, 18 de abril de 2012

UN VISTAZO AL FONDO DE ARMARIO CICLISTA (IV): LOS NOVENTA

Les ha llegado el turno a los noventa. El color predominante fue el gris, y el tono, la mediocridad aplastante. Dominaba el consumismo del primer mundo, de forma campante y orgullosa, aunque sin paranoias posteriores: no había enemigos a la vista. El bienestar se extendió en los países de "occidente", y con él la obesidad (y la anorexia), y cierta degradación de la política, que devino espectáculo electoralista. La informática alcanzó la mayoría de edad y la juventud expresaba su descontento con un tenue ronroneo, oscuro y escéptico, mostrado a través del refugio en las drogas y de la música, que abandonaba conscientemente lo naïf de la década anterior. Y mientras tanto, lo más espantoso de la centuria (las matanzas motivadas por racismo o nacionalismo) volvía a aparecer, como un guiño macabro de un siglo XX dispuesto a despedirse por todo lo alto.

A pesar de que Fukuyama hablaba del final de la historia, no debían pensar lo mismo en la atomizada Yugoslavia, que pasó del sitio de Vukovar al de Sarajevo, de la voladura del puente de Mostar a la matanza de Srebenica, para terminar finalmente la década con la guerrilla del UÇK y los bombardeos de Belgrado por parte de la OTAN. Las política se prostituía: Berlusconi se convertía en presidente de la república tras el escándalo de tangentopoli, siéndolo también del AC Milan y de Telecinque; Monica Lewinsky amenazaba con mostrar el vestido manchado de semen de Bill Clinton, y Boris Yeltsin se cogía unos monumentales pedos, incluso en público. En España, fueron los tiempos de Curro, Cobi y el empacho post-92, de Roldán y del Gal, del Aznarato, del Póntelo, pónselo, de Lobatón, el ¿Quién sabe dónde? y las niñas de Alcasser. Y si se empezó con la ruta del bakalao se acabó con el FIB, con un mismo leit-motiv: las drogas de diseño. También fueron los años de la sobredosis de Kurt Cobain, del accidente mortal de Senna en Imola, del imperio de Bill Gates, de los hutus y los tutsis, de la CEI (¿llegó realmente a existir?) y el Equipo unificado, de Lady Di y Austin Powers, de la operación Tormenta del Desierto, de las Spice Girls y los Backstreet Boys, de la visita del papa a Cuba, de Tarantino y sus imitadores y el cine "de festivales" de Theo Angelopoulos y Abbas Kiarostami.

En el ámbito ciclístico, la década estuvo marcada por una fecha: julio de 1998, y el descubrimiento del pastel. En pleno Tour de Francia estallaba el caso Festina y se descubría el consumo organizado de EPO por parte de algunos equipos, poniendo en entredicho todos los resultados deportivos de la década. Recordemos: esta fue la década de Miguel Indurain, de sus duelos con Chiappucci y Bugno, de Toni Rominger y su dominio en la Vuelta a España, de la ONCE de Jalabert y Zülle, del Telekom de Riis y Ullrich, y de las extraordinarias prestaciones en montaña de Marco Pantani.  Todo quedó en parte deslucido: pero en vez de encontrar soluciones, se decidió hacer un revoltijo con todos los problemas, formar una buena pelota y dar un patadón hacia delante, a ver si se resolvía la cosa en la próxima década. En el esperado y futurista siglo XXI.

En otro orden de cosas, el arranque de la década supuso el final de la artificial separación entre ciclismo profesional y amateur, lo que trajo como consecuencia directa la llegada al ciclismo de estrellas consagradas del Este, como los alemanes orientales Olaf Ludwig y Uwe Raab, y una nueva generación ex-soviética, formada por Dimitri Konyshev, Djmolidin Abdujaparov, Andrei Chmil, Evgeni Berzin, Pavel Tonkov y Jan Kirsipuu. En el ámbito de la indumentaria, antes de que todo estallase, en la década triunfaron las estridencias y los difuminados. Se mantuvo la tónica de la década anterior de convertir al corredor en un soporte multi-anuncio: ninguna parte del maillot quedaba desaprovechada, y a finales de la década, la decoración, y con ella la publicidad, pasó a cubrir de forma integral el culotte. Estas son algunas de las joyas de la década:



El uzbeko Djamolidin Abdujaparov con el maillot del POLTI de 1994.

El ARIOSTEA, maillot ya presente en la década anterior. Un maillot clásico y elegante. En la fotografía, Alberto Elli, de 1990.

Laurent Brochard, luciendo su coleta, con el maillot "mono de trabajo" del CASTORAMA de 1994.

El efímero equipo LE GROUPEMENT de 1995, con un maillot de "camuflaje multicolor". En la fotografía, el escocés Robert Millar.

Fotografía promocional del maillot del TOSHIBA francés de 1990.
LOTTO - SUPERCLUB de 1992. Posando, Johan Bruyneel, actual director deportivo de los hermanos Schleck.
Johan Museeuw con el maillot del MAPEI - BRICOBI de 1998.

El vistoso maillot del equipo AMORE & VITA - GALATRON, de 1993, equipo patrocinado por el Vaticano.
Frank Vandenbroucke con el maillot del LOTTO - VETTA CALOI de 1994, su primer equipo profesional.
Laudelino "Lale" Cubino corriendo para el SEGUROS AMAYA de Javier Mínguez en 1993.

El mítico Marco Pantani con el maillot del MERCATONE UNO - BIANCHI - ALBACOM de 1999.


El NAVIGARE - BLUE STORM de 1994. Un modesto equipo italiano, pero batallador, con Coppolillo, Zanini y Alexander Shefer como "estrellas".

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