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miércoles, 2 de abril de 2014

ESPEJOS

Como espectadores, vamos al cine a ver en la pantalla, en sus luces y sombras, el reflejo de otras vidas y otras realidades.  Creemos encontrar en la pantalla sentimientos, vivencias y sensaciones que nos causan placer en cuanto que remiten (reflejan) momentos que hemos vivido en carne y hueso. Como toda imagen desdoblada, el cine nos hace preguntas. Cuestiona la realidad. También muchos personajes cinematográficos, al enfrentarse ante el espejo, se cuestionan sobre su propia naturaleza: sobre su valía, su poder de transformación, su imagen exterior, su sexualidad, sus pensamientos, su conciencia; en definitiva, sobre aquello que son. Y en sus dudas, no hacen más que reflejar las que sentimos como espectadores y como personas. La pregunta del cine, como la de todas las artes, es en definitiva la de siempre: “¿quién soy yo?”.

Lancelot du lac (Robert Bresson, 1974)
Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958)

Contra la pared (Fatih Akin, 2004)

Solaris (Andrei Tarkovski, 1972)
El espejo (Andrei Tarkovski, 1974)
El quimérico inquilino (Roman Polanski, 1976)
Taxi driver (Martin Scorsese, 1976)
Soñadores (Bernardo Bertolucci, 2003)
Eyes wide shut (Stanley Kubrick, 1999)
Les beaux gosses (Riad Sattouf, 2009)
Primer plano (Abbas Kiarostami, 1990)

Gertrud (Carl Theodor Dreyer, 1964)


El joven Törless (Volker Schlöndorff, 1966)








Baisiers volés (François Truffaut, 1968)



martes, 1 de abril de 2014

MIRONES

Me dispongo a continuación a publicar (y ampliar) una serie de artículos que escribí en la página Alguna idea? sobre fotogramas de cine. Esta fue la primera entrega: "Mirones".

El cine es un arte de la mirada.  No exclusivamente, claro está, pues también se compone de sonidos, diálogos y música. No solo es un arte que nos acaricia la córnea: también los oídos, y la cabeza, y el corazón.  Es sin duda el conjunto lo que nos aturde o nos embelesa. Pero principalmente es un arte de la mirada. ¿Qué otro arte nos permite entrar de lleno en otras vidas, entrar casi de hurtadillas para observar, desde una habitación oscura, limitándonos a ver, oír y callar (esto último solo algunos)? ¿Qué arte parece construido para la mirada del voyeur obsesivo, que se deleita en el placer de ver sin ser visto, sino el cine?

Blow up (Michelangelo Antonioni, 1965)

Satántangó (Béla Tarr, 1994)

No amarás (Krzysztof Kieskowski, 1988)

Belle du jour (Luis Buñuel, 1965)

Bianca (Nanni Moretti, 1984)


Besos robados (François Truffaut, 1968)

Buenos días, noche (Marco Bellocchio, 2003)
Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960)

La ventana indiscreta (Alfred Hichcock, 1954)

Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012)

El quimérico inquilino (Roman Polanski, 1976)
La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006)

Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958)