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sábado, 25 de abril de 2015

LOS MEJORES DE LA LIÈGE - BASTOGNE - LIÈGE

Como viene siendo habitual esta primavera desde este blog, llega el momento de realizar un repaso histórico a los mejores ciclistas de la clásica que se disputará mañana, la Liège - Bastogne - Liège, la Doyenne. Pero antes de dejar caer sin más el elenco, quizá sea necesario hacer una breve recapitulación de lo que ha sido hasta el momento la campaña de las Ardenas. Para empezar, tengo que reconocer que las clásicas ardenesas no figuran entre mis predilectas, aunque no tanto debido a sus recorridos como a la actitud de los propios corredores. Estas carreras llaman a corredores de grandes vueltas, acostumbrados al puestómetro y a seguir al dictado las indicaciones, no siempre lúcidas, de sus respectivos directores deportivos. Ello revierte en carreras de desarrollo anodino, en las que se espera a la última dificultad para lanzarse al ataque, en una tendencia que se ha ido incrementando con el paso de los años. Un ejemplo claro de esta situación fue la pasada edición de la Liège, en la que un grupo enorme, de más de 40 corredores, llegó a la base de la subida de Saint-Nicolas. Lejos quedan los ataques en La Redoute de Michele Bartoli. Por si esto fuera poco, el historial de estas carreras, especialmente de Lieja y Flecha Valona, está plagado de convictos y sputniks. 

La Amstel Gold Race era hace no mucho tiempo una carrera en la que brillaban tanto corredores "ardeneses" como "flahutes". De hecho, en su palmarés figura gente como Johan Museeuw. La ultraespecialización del ciclismo la ha convertido, en cambio, en un nuevo territorio para los vueltómanos. Esta situación solo ha sido parcialmente mitigada por la semitiranía de Philippe Gilbert en el Cauberg. La edición de 2015 estuvo marcada por la pasividad general, salvo un ataque de Nibali, D. Caruso, Howes, Kelderman y Tanner,  que animó parcialmente la carrera. Los últimos kilómetros fueron más movidos, con el previsible ataque demoledor de Gilbert en el Cauberg, que solo pudo ser seguido por Michael Matthews, corredor que cada día demuestra más que no es un simple sprinter. En los últimos dos kilómetros de llano, Valverde alcanzó a los atacantes con uno de esos allunghi espectaculares tan suyos, aunque con su también conocida paradinha propició el reagrupamiento. En el sprint se impuso el campeón del mundo, Michal Kwiatkowski, con un sprint imperial, arrancando desde atrás, y superando a gente supuestamente más rápida que él, como el propio Matthews.

A pesar de la positiva introducción de la cota de Cherave en la Flecha Valona, la carrera tuvo el mismo desarrollo predecible de todos los años. La carrera estuvo marcada por la tensión y las caídas. Daniel Martin, Philippe Gilbert y Christopher Froome, entre otros, se fueron al suelo. En Cherave, el joven Tim Wellens lanzó un ataque, que se consumió al llegar al pie del muro de Huy. De este modo, en la subida decisiva de la rampa que conduce a la piscina de las focas Valverde marcó un tempo, nadie atacó, y el murciano se llevó la victoria sin hacer grandes esfuerzos aparentes. Ni Costa, ni Purito cuestionaron la superioridad del murciano. Kwiatkowski ni siquiera asomó en cabeza. Ya se sabe: el polaco da una cal y otra de arena. 

Con estos precedentes, cruzo los dedos para que la Lieja no sea un tostón. El año pasado lo fue, y cuando hubo movimiento, los protagonistas fueron gente como Pozzovivo y Giampaolo Caruso, es decir, ese tipo de corredores que superada la treintena son mejores que en la supuesta edad en la que un ciclista rinde más, entre los 26 y los 30. El vencedor no merece ni siquiera ser nombrado, pues se trató de uno de esos individuos guadianescos, que cumplen a la perfección el requisito antes explicado.

La carrera ha vuelto a incluir la Roche aux Faucons, quizá para evitar que se presente un grupo tan enorme al pie de Saint-Nicolas. Pero los precedentes no auguran nada bueno. Desde la edad dorada de la EPO, esta carrera tiene el record de ganadores vinculados al término droga. Algunos, aun drogados, tenían algo de clase (Berzin, Vandenbroucke, Valverde...). Pero en otros casos, han prevalecido corredores pulgarcitos, como Paolo Bettini, corredores guadianescos, como Simon Gerrans, o en su defecto, convictos, como Mauro Gianetti, Alexander Vinokourov, Tyler Hamilton, Danilo Di Luca, Oskar Camenzind, Maxim Inglinskiy... ¡Con señalar que Lance Armstrong, David Etxebarría e Iban Mayo estuvieron a punto de ganarla! Todos ellos han dejado escrito su nombre en el palmarés de la prueba, algunos por partida doble. Y todos ellos desmerecen a su belleza intrínseca, que combina lo mejor de una carrera ciclista con un paisaje envidiable, que une a la belleza natural de las colinas y bosques en primavera, los cadáveres industriales de un pasado floreciente. Incluso Lieja, con su feísmo arquitectónico, es hermosa a su manera, por no hablar del multiétnico barrio de Ans, con su repetitiva hilera de casas de ladrillo rojo.

Soy de los que opinan que la prueba necesita un cambio. Quizá reubicar la meta en Lieja, en el boulevar de la Sauvenière como antaño, contribuya a evitar esa espera última a la cuestecita de Ans. De esta forma, se abriría el abanico de aspirantes, evitando que se convierta en una carrera de pulgarcitos. Exceptuando a Valverde, Nibali, Gilbert (si toma la salida), y quizá algún otro, el resto de favoritos entra en el grupo de pulgarcitos (Pozzovivo, Purito), guadianescos (Vanendert, Gerrans, Caruso), de tendencia "sputnikiana" (Costa, Kwiatkowski, Majka), o simplemente antiestéticos (Daniel Martin). Resumiendo, mi corazón irá con algún Lotto (exceptuando Vanendert), con atacantes como De Clercq, Wellens y Gallopin, simplemente por la razón de haber sido un integrante de este equipo el que tímidamente ha roto la omertà, a propósito del Astana.  También espero una buena actuación de Kelderman, aunque seguramente terminará como otro puestecito más. De todas maneras, esta carrera está hecha para Alejandro Valverde, el que con Philippe Gilbert es, sin duda, el corredor más idóneo y más fuerte para ganarla.

Ahora sí, pasemos con los mejores de la historia. Fíjense en la presencia, casi abrumadora, de corredores de la generación 1971 - 1980 (Rebellin, Boogerd, Valverde y Bettini).   También cuatro de los diez mejores nunca lograron ganarla (Boogerd, Impanis, Verbeeck y el recientemente fallecido, Criquielion). No entran en el cómputo otros corredores que han marcado la prueba, como Bernard Hinault o Michele Bartoli. Salvo Eddy Merckx y Frans Verbeeck, ninguno de los demás ha aparecido en los cómputos de la Milano - Sanremo, Ronde van Vlaanderen o la Paris - Roubaix.


1. EDDY MERCKX    80
1966    8º    3
1967    2º    9
1969    1º    10
1970    3º    8
1971    1º    10
1972    1º    10
1973    1º    10
1975    1º    10
1976    6º    5
1977    6º    5


2. DAVIDE REBELLIN    57
1996    6º    5
2000    3º    8
2001    2º    9
2002    9º    2
2004    1º    10
2007    5º    6
2008    2º    9
2009    3º    8

3. MICHAEL BOOGERD    57
1998    5º    6
1999    2º    9
2001    5º    6
2003    3º    8
2004    2º    9
2005    3º    8
2006    5º    6
2007    6º    5

4. STEVEN ROOKS    54
1983    1º    10
1984    4º    7
1985    10º    1
1986    5º    6
1988    4º    7
1989    6º    5
1990    3º    8
1992    2º    9
1993    10º    1

5. MORENO ARGENTIN    51
1985    1º    10
1986    1º    10
1987    1º    10
1990    6º    5
1991    1º    10
1993    5º    6

6. PAOLO BETTINI    51
1999    5º    6
2000    1º    10
2002    1º    10
2005    4º    7
2006    2º    9
2007    4º    7
2008    9º    2

7. FRANS VERBEECK    49
1969    8º    3
1970    2º    9
1971    3º    8
1973    2º    9
1974    10º    1
1975    4º    7
1976    3º    8
1977    7º    4

8. ALEJANDRO VALVERDE    46
2006    1º    10
2007    2º    9
2008    1º    10
2013    3º    8
2014    2º    9

9. CLAUDE CRIQUIELION    44
1982    4º    7
1984    7º    4
1985    2º    9
1986    4º    7
1987    3º    8
1991    2º    9

10. RAYMOND IMPANIS    43

1947    2º    9
1948    2º    9
1953    10º    1
1954    2º    9
1955    2º    9
1958    5º    6

Una mención especial para:

FRED DE BRUYNE   30
1956    1º    10
1958    1º    10
1959    1º    10


Y finalmente, entre los corredores en activo:

Philippe Gilbert (32): 4º 2009 (7), 3º 2010 (8), 1º 2011 (10), 7º 2013 (4), 8º 2014 (3)
Fränk Schleck (32): 7º 2006 (4), 3º 2007 (8), 3º 2008 (8), 8º 2010 (3), 2º 2011 (9)
Joaquín Rodríguez (21): 8º 2008 (3), 2º 2009 (9), 2º 2013 (9)
Michele Scarponi (20): 4º 2003 (7), 7º 2004 (4), 8º 2012 (3), 5º 2013 (6)
Damiano Cunego (18): 9º 2005 (2), 3º 2006 (8), 7º 2007 (4), 7º 2009 (4)
Samuel Sánchez (18):  6º 2003 (5), 4º 2004 (7), 10º 2009 (1), 10º 2011 (1), 7º 2012 (4)
Simon Gerrans (16): 6º 2009 (5), 10º 2013 (1), 1º 2014 (10)
Daniel Martin(16): 5º 2012 (6), 1º 2013 (10)
Enrico Gasparotto (13): 3º 2012 (8), 6º 2013 (5)
Vincenzo Nibali (13): 10º 2008 (1), 8º 2011 (3), 2º 2012 (9)


sábado, 11 de abril de 2015

LOS MEJORES DE LA PARIS - ROUBAIX

La edición de mañana de la París - Roubaix será sin duda la más abierta de los últimos años, pues no contará con la presencia de los dos grandes dominadores de las pruebas de adoquín de la última década, Tom Boonen y Fabian Cancellara. Para hacerse una idea de lo que ha sido esta particular diarquía en el terreno del adoquín, basta indicar que ambos han ganado siete de las últimas diez ediciones. En dos de las tres restantes han vencido dos respectivos gregarios, O'Grady y Tersptra, hecho que dota sin duda de más valor a la victoria de Johan Vansummeren en 2011. 

De este modo, con la ausencia de estos dos jerifaltes (empleando la terminología habitual de Amat Carceller) la terna de favoritos se ha ampliado notablemente. O no tanto, si se tiene en cuenta el medio mes fantástico que está atravesando el equipo Katusha, con Alexander Kristoff a la cabeza. El noruego lidera el ranking de victorias del año. Su precipitada arrancada en via Roma le obligó a inclinar la cabeza ante Degenkolb, pero desde entonces todo han sido victorias: las tres etapas en línea en De Panne más la general final, la portentosa exhibición en Flandes, y el Scheldeprijs. En esa kermese deslucida en la que se ha convertido la Ronde, Kristoff hizo lo que quiso y cuando quiso. Secundó el ataque decisivo de Terpstra, casi lo descuelga en el Paterberg, tiró los últimos kilómetros prácticamente en solitario y lo remató sin piedad en la  insulsa recta final de Oudenaarde. Tres días después ganaba el sprint del Scheldeprijs sin rivales, aunque con algo más de cansancio aparente.

Todo puede parecer más o menos normal, o cuanto menos no insólito, pues no se trata de la primera barrida de un solo corredor en una primavera. Sin ir más lejos, están los precedentes de Cancellara en 2010, Gilbert en 2011 o Boonen en 2012. Lo más sangrante es que a la tiranía particular de este corredor de veintisiete años, es decir, en el comienzo de su plenitud deportiva, se suma la de sus compañeros vejestorios, que deberían haber dejado ésta años atrás: Paolini (38 años) controlando el ascenso al Poggio y logrando la mejor victoria de su carrera profesional en una Gent - Wevelgem épica; Vicioso (37 años) superando la fractura de fémur del año pasado en el Giro e imponiéndose en el Gran Premio Miguel Indurain; y más recientemente, la exhibición de Purito (35 años) en el País Vasco. En este último caso puede decirse sin ofender a la verdad que Purito ha hecho la contrarreloj de su vida. Nada menos que segundo tras Tom Dumoulin. Bien es cierto que terminaba en uno de esos repechos que tan favorables son al catalán, pero cabe repetirlo, ha hecho sin duda la mejor contrarreloj de su vida. A los treinta y cinco años para treinta y seis. Cuando está ya para el retiro. Esta "racha", o tiranía gerontocrática, está ensombreciendo a las de Sky y Astana en épocas recientes, principalmente por la veteranía de los protagonistas. Si a una cosa recuerda es a la segunda juventud de Moreno Argentin. O a la bendita senectud de ese pillo llamado Chris Horner.

Aparte del noruego, que debería acusar la fatiga de ser humano, hay otros favoritos, como el sir mod. Sir Bradley Wiggins pretende convertirse en el séptimo vencedor "moderno" de Tour que inscribe su nombre en la París - Roubaix tras Coppi, Bobet, Gimondi, Janssen, Merckx e Hinault. Es decir, el mod tiene entre ceja y ceja, o entre patilla y patilla (aunque sería mejor decir ahora entre tatuaje y tatuaje), inscribir su nombre entre las leyendas más grandes del ciclismo. Una vez venza en Roubaix y bata el record de la hora, ya puede irse sin remordimientos de birras y drogas con sus amigos guitarreros. Para intentar alcanzar su objetivo deportivo contará con Thomas y Stannard como gregarios de excepción, tipos duros que han demostrado sobradamente su solvencia, despatarrando con su fuerza bruta en el llano a otros tipos curtidos como Boonen, Vandenbergh, Stybar, Terpstra o Sagan. Tom Boonen lo ha señalado como su favorito, aunque para su victoria el sir tendrá que contar con que no llueva, pues ya se sabe que la lluvia y él no se llevan muy bien, y la habilidad no es su fuerte. Los Sky contarán con una Pinarello con suspensión que parece el no va más, pero que quizá dé los mismos resultados que la Bianchi extraña que lucieron los GB-MG en la París - Roubaix de 1994.

De todas formas no hay que perder de vista a Degenkolb, del que apenas se habla y que puede hacerlo muy bien. También están los Etixx, un poco desquiciados por la falta de su referente en carrera y por los errores de juveniles que han cometido en las últimas grandes citas, y cómo no, también están  Vanmarcke, otro que se ha limitado a perseguir a lo loco sin resultado alguno, y Sagan, que parece dominado por la apatía, en un equipo nuevo en el que se encuentra mucho más solo que en temporadas anteriores. El eslovaco parece que está mostrando los primeros síntomas de ese síndrome que afecta a las promesas del este, y que las hace declinar una vez conocen el irresistible cóctel de lujo, dinero y chicas guapas.

Quizá sea también el momento de Arnaud Demare, sabiendo lo bien que cuidan en La Française des Jeux la preparación de esta clásica. Tampoco se puede descartar a Lars Boom, Sebastian Langeveld, Bert De Backer, Maarten Tjaillingii, Jens Keukeleire, Jurgen Roelandts, Greg Van Avermaet,  Johan Vansummeren, Bjorn Leukemans, Stijn Devolver, Sylvain Chavanel, Filippo Pozzato, Jens Wallays, Edward Theuns y, por qué no, Liuwe Westra. En resumen, Kristoff y los Sky (Wiggins y Thomas principalmente) parecen un paso por delante de los demás, sin descartar a Terpstra, Stybar, Degenkolb y Sagan si tiene su día.  

En cuanto a la carrera en sí, todo dependerá de las condiciones climáticas. Estamos habituados últimamente a los desenlaces "en seco". Tanto es así que Cancellara nunca ha corrido en mojado. Hay que remontarse nada menos que a la edición de 2002 para encontrar una París - Roubaix auténtica, en el sentido que le daba al término auténtico Sean Kelly. Si no se quiere ir tan lejos, el Tour del año pasado nos ofreció una versión reducida del infierno del norte (152 km. frente a los 253, 5 de mañana), aunque con la intensidad y el dominio tipo Mapei de los grandes momentos. Fue sin duda la etapa reina del pasado Tour, con una exhibición fuera de lo común del equipo Astana (Nibali, Westra y Fuglsang) y victoria final para Lars Boom. En esa mini-Paris-Roubaix, Sagan hizo cuarto, Keukeleire sexto, Westra noveno y Trentin décimo, de los corredores que correrán mañana. 

París - Roubaix es la carrera para especialistas por excelencia. Corredores como Franco Ballerini, Frederic Guesdon, Servais Knaven o Magnus Backstedt dieron en ella lo mejor de sí mismos. También otros que no la consiguieron, como Juan Antonio Flecha. Es una salvajada que retrotrae a otros tiempos, aunque cabe recordar que la exclusividad del pavé "en bruto" solo la tiene desde 1968, cuando el recorrido se modificó para pasar por la zona de Valenciennes, con la troué de Wallers-Arenberg como sector estrella. Desde entonces ha dejado grandes momentos, demostraciones en solitario y también astutas jugadas tácticas, pero también bastantes resbalones inocuos y caidas graves. Algunos grandes, como Tom Boonen, se revelaron al gran público sobre sus adoquines. Se trata de una carrera que ha sabido mantenerse fiel a su esencia, sin alterarla un ápice para endulzar a nadie. Nunca ha hecho concesiones, siempre se ha ofrecido a los corredores con idéntica brutalidad, en un "o lo tomas o lo dejas" donde se miden muchas veces los auténticos actos de valentía deportiva. Repasemos, como hemos hecho con los anteriores monumentos, los principales protagonistas de su historia.

1. ROGER DE VLAEMINCK  103 puntos
1969    5º    6
1970    2º    9
1971    7º    4
1972    1º    10
1973    7º    4
1974    1º    10
1975    1º    10

1976    3º    8
1977    1º    10
1978    2º    9
1979    2º    9
1981    2º    9
1982    6º    5


2. FRANCESCO MOSER 74 puntos
1974    2º    9
1975    5º    6
1976    2º    9
1978    1º    10
1979    1º    10
1980    1º    10

1981    3º    8
1982    10º  1
1983    3º    8
1986    8º    3


3. JOHAN MUSEEUW 74 puntos
1992    7º    4
1993    4º    7
1995    3º    8
1996    1º    10
1997    3º    8
1999    9º    2
2000    1º    10
2001    2º    9
2002    1º    10
2004    5º    6


4. EDDY MERCKX 73 puntos
1967    8º    3
1968    1º    10
1969    2º    9
1970    1º    10
1971    5º    6
1972    7º    4
1973    1º    10
1974    4º    7
1975    2º    9
1976    6º    5

5. TOM BOONEN 71 puntos
2002    3º    8
2004    9º    2
2005    1º    10
2006    2º    9
2007    6º    5
2008    1º    10
2009    1º    10

2010    5º    6
2012    1º    10
2014    10º    1


6. FABIAN CANCELLARA 66 puntos
2004    4º    7
2005    8º    3
2006    1º    10
2008    2º    9
2010    1º    10
2011    2º    9
2013    1º    10
2014    3º    8


7. RIK VAN LOOY 65 puntos
1958    3º    8
1959    4º    7
1961    1º    10
1962    1º    10

1963    2º    9
1965    1º    10
1966    9º    2
1967    2º    9

8. GASTON REBRY 63 puntos
1926    3º    8
1928    4º    7
1929    5º    6
1931    1º    10
1933    7º    4
1934    1º    10
1935    1º    10

1936    3º    8

9. GILBERT DUCLOS-LASSALLE 54 puntos
1980    2º    9
1983    2º    9
1989    4º    7
1990    6º    5
1992    1º    10
1993    1º    10

1994    7º    4


10. RIK VAN STEENBERGEN 51 puntos
1948    1º    10
1951    3º    8
1952    1º    10
1956    4º    7
1957    2º    9
1958    4º    7

Otros corredores en activo:

Niki Terpstra (24 puntos): 5º 2012 (6), 3º 2013 (8), 1º 2014 (10)
Johan Vansummeren (21 puntos): 8º 2008 (3), 5º 2009 (6), 1º 2011 (10), 9º 2012 (2)
Sep Vanmarcke (16 puntos):  2º 2013 (9), 4º 2014 (7)
Filippo Pozzato (14 puntos): 2º 2009 (9), 7º 2010 (5)
Zdenek Stybar (11 puntos): 6º 2013 (5), 5º 2014 (6)

Y una mención especial para:

OCTAVE LAPIZE (37 puntos)
1909    1º        10
1910    1º        10
1911    1º        10

1912    4º        7

jueves, 1 de mayo de 2014

UNA PRIMAVERA DESVAÍDA: RESUMEN DE LAS CLÁSICAS DE PRIMAVERA Y RECORDATORIO DE GANADORES INSÓLITOS DEL PASADO

El pasado domingo terminó la Liège - Bastogne - Liège, y con ella la temporada de clásicas de primavera. Para todo aficionado auténtico al ciclismo queda un vacío tras ellas, y se abre un breve periodo de luto que solo finaliza con el inicio del Giro d'Italia. Pero esta primavera no quedará en el recuerdo; no tanto a causa de los nombres de los vencedores, algunos más que sorprendetes (Kristoff, Terpstra, el mismo Gerrans), como debido al desarrollo insustancial de las carreras.
Comenzó la temporada de clásicas con una Sanremo en la que la ascensión al Poggio pareció un velatorio, y en la que acabó rematando Alexander Kristoff en un portentoso sprint de fuerza animal en el que hasta Cavendish tuvo que sentarse. De nuevo un final con sorpresa, y no del todo agradable dado el equipo en el que milita el barrigudo noruego. Fue una carrera dura, en la que dominó el Katusha como un rodillo y en la que sorprendentemente Kristoff sacó varias bicicletas a sus rivales. Nibali lanzó un hermoso ataque suicida en la Cipressa, no secundado; el veterano Luca Paolini controló la ascensión al Poggio, demostrando que el Katusha sería el equipo más idóneo para que en él corriesen Christopher Lambert y los demás inmortales;  y Juan José Lobato finalizó en una interesante cuarta posición.


La Ronde encadenó su tercer año insulso, al no incluir en el recorrido ese santo lugar del ciclismo que es el Muur Kapelmuur de Geraardsbergen. El encadenamiento de Oude Kwaremont y Paterberg es interesante, pero no tiene la majestuosidad del tortuoso ascenso a la ermita; el Muur inspiraba una tensa espera previa, y lo que sucedía en él tenía el sabor de lo definitivo. Volviendo al presente, ganó Fabian Cancellara por tercera vez, aunque quizá deberíamos decir que ganó la nueva versión del suizo, pues de trotón bobalicón y desbocado, muy dado a ataques lejanos y a tirar de pelotones, ha pasado a corredor astuto y tacañón. Hizo lo que quiso con  Stijn Vandenbergh, Greg Van Avermaet y Sep Van Marcke, un trío de flamencos que por falta de zorrería no debería compartir nacionalidad con De Vlaeminck o Van Petegem.


La Paris - Roubaix subió un poco el nivel de los monumentos, principalmente gracias a Tom Boonen, que si bien no fue el más fuerte, nos regaló un numerito en solitario. El flamenco, falto de la chispa de otros años, sigue destrozando los irregulares y mastodónticos adoquines de Roubaix a su paso, cual Atila. La resolución fue un ejercicio de pizarra de la escuela Lefevere: lanzar a  Niki Terpstra por delante tras pasar Hem, como hiciese en 2001 con Servais Knaven. Aunque eso sí, de esta forma se nos regaló el placer de ver rodar al holandés, que a pesar de tragarse los últimos quilómetros con su enorme boca abierta, no perdió su elegancia encima de la bicicleta. Cancellara conseguía un nuevo podium, el decimosegundo consecutivo en su particular racha de Sanremo-Flandes-Roubaix finalizadas. Y como sorpresa esperpéntica, un renacido Bradley Wiggins llegó en el grupo delantero.


Los despojos flamencos quedaron para Sagan y Degenkolb. El eslovaco se llevó Harelbeke, pero sigue sin mojar en un monumento, y el fornido alemán acabó llevándose una bonita Gent-Wevelgem resuelta como es habitual al sprint, ampliando de esta forma su creciente palmarés de clásicas. Las Ardenas empezaron con la victoria de un renacido Gilbert en la Amstel, con su ataque casi patentado en el Cauberg, y ante Valverde que, pobrecito, no aprende de errores pasados. El murciano se resarció en la Flecha Valona, esa carrera que no requiere de mucho ingenio estratégico dado su final en cuesta. Sí requiere piernas (y más cosas): no en balde Valverde rebajó su registro de 2006 en la ascensión a Huy.

Finalmente la Doyenne se llevó la palma a la carrera más decepcionante e insulsa de todas. Fue la apoteósis del marcaje y de la "igualdad de fuerzas" entre los equipos punteros, léase Katusha, Movistar, Orica... Un pelotón apenas diezmado controló la carrera hasta llegar a la destartalada capital valona. Los rusos del Katusha, aun perdiendo a Purito por el camino, fueron capaces de cambiar de planes sobre la marcha (todos valen) y lanzar por delante a Giampaolo Caruso, un ex-convicto, con el pequeño Domenico Pozzovivo. La pareja callejeó por Lieja y Ans perseguida por un grupo que se convirtió en un pelotón de treinta corredores en el descenso. El del Katusha estuvo a punto de ganar, pero el que le superó en los últimos metros era todavía de peor calaña: Simon Gerrans. El australiano se llevó la carrera con astucia y con un sprint portentoso, digno de killers de antaño como Bettini y Di Luca. Valverde hizo de nuevo segundo.


En resumen, una primavera para olvidar. Habrá que esperar a otoño para ver si se concluye una temporada de monumentos parangonable a la de 2011. En ese año se dieron las victorias sorprendentes de Matthew Goss en Sanremo, Nick Nuyens en Flandes y  Johann Vansummeren en Roubaix, la esperada de Philippe Gilbert en la Lieja, y la apoteósis del ciclismo "social" con la victoria de Oliver Zaugg en Lombardía, un sputnik que finalizaba contrato (como Cobo y Horner en sus respectivas Vueltas, sin ir más lejos). Esperemos que no se llegue a tanto.
Aprovechemos la situación para recordar a otros vencedores de grandes monumentos. Vencedores anónimos que no confirmaron sus portentosas victorias, o que simplemente demostraron ser cohetes cargados con pólvora especial. Recordemos pues los nombres de los ganadores de grandes monumentos con un palmarés más exiguo, más raquítico. Algunos son notablemente simpáticos; otros no tanto.

En la Milano - Sanremo, los vencedores con menos palmarés después de la II Guerra Mundial han sido Gabriele Colombo, aquel jovencito del hipertrofiado Gewiss, vencedor en 1996, y Marc Gomez, el bretón del Wolber que llegó a la via Roma tras una larga escapada. Les seguirían de cerca Erich Mächler, también vencedor tras una larga escapada, Matthew Goss y Gerald Ciolek. Aunque estos dos últimos todavía son jóvenes y pueden ganar más cosas. El italiano del Gewiss venció con un ataque en el Poggio digno de sus predecesores (Fondriest, Furlan, Jalabert), llevándose con él a Gonchenkov y Coppolillo. Menudo trío en Vía Roma.

Marc Gomez (19.09.1954): Milano - Sanremo (1982), Campeonato de Francia (1985), Tour de Suecia (1985), 3 etapas Vuelta a España (1 en 1982, 2 en 1986).


Erich Maechler (24.09.1960): Milano - Sanremo (1987), Campeonato de Suiza (1984), Tirreno - Adriatico (1988), Vuelta a Valencia (1988), 1 etapa Tour de Francia (1986), 4 etapas Tirreno - Adriatico, 3 etapas Dauphiné Liberé. 

Gabriele Colombo (11.05.1972): Milano - Sanremo (1996), Giro di Calabria (1996), Giro di Sardegna (1996), 1 etapa Vuelta al País Vasco, 1 etapa Tirreno - Adriatico, 1 etapa Setmana catalana, 1 etapa Quatre Jours de Dunkerque.  3º Liège - Bastogne - Liège (1997). 


En la Ronde van Vlaanderen ha habido bastantes casos de corredores sorprendentes. Obviando el reciente de Stijn Devolder, que repitió victoria, los ganadores más insólitos desde finales de los años sesenta han sido holandeses: Cees Bal, Evert Dolman y Johan Lammerts. Podriamos añadir el grupo el belga René Martens, que consiguió pocas victorias, pero escogidas (una Ronde en 1982, una etapa en el Tour y una Bordeaux - Paris), e incluso a Jacky Durand (1992) y Nick Nuyens (2011).


Evert Dolman (22.02.1946 - 12.05.1993): Ronde van Vlaanderen (1971), Campeonato de Holanda (1968), 1 etapa de Vuelta a España (1967). Como amateur: Campeonato del mundo (1966), Campeonato de Holanda (1964, 1965), Medalla de oro en los J.J.O.O. contra el crono por equipos (Tokyo 1964, junto con Zoetemelk, Karstens y Pieterse).


Cees Bal (21.11.1951): Ronde van Vlaanderen (1974), 1 etapa Vuelta a España (1979).

Johan Lammerts (02.10.1960): Ronde van Vlaanderen (1964), 1 etapa Tour de Francia (1985).


En la Paris - Roubaix se han dado en ocasiones vencedores salidos de escapadas matutinas. Uno de ellos fue Dirk Demol, vencedor en 1988 y actualmente director deportivo del conjunto Trek. Su palmarés es de los más escasos. En Roubaix han ganado corredores que han sido auténticos especialistas, o simplemente amantes abnegados de la carrera que no han brillado más allá de ella: en este grupo se podría incluir a Roger Rosiers (1971), Frederic Guesdon (1997), Servais Knaven (2001), Magnus Backstedt (2004) y el ya mentado Johan Vansummeren (2011). Otro sería el grupo de clasicómanos efímeros, con Marc Demeyer (1976) y Jean-Marie Wampers (1989).

Dirk Demol (04.11.1959): Paris - Roubaix (1988), Omloop Vlaamse Ardennen (1990).


Magnus Backstedt: Paris - Roubaix (2004), Campeonato de Suecia (2007), 1 etapa Tour de France (1998), G.P. Isbergues (1997), Le Samyn (2002). Puestos: 2º Gent - Wevelgem (2004)
 

Johan Vansummeren: Paris - Roubaix (2011), Tour de Pologne (2006), 1 etapa Tour de Pologne. Puestos: 5º Paris - Roubaix (2009). Como amateur: Het Volk (2002), Liège - Bastogne - Liège (2003)

En la Liège - Bastogne - Liège desde los años cincuenta los vencedores con un palmarés más parco fueron Valere Van Sweevelt, un buen corredor amateur cuya única victoria importante en profesionales fue ésta, y el también belga Alois De Hertog, que venció tras una larguísima escapada con muchos minutos de ventaja. Podría incluirse con ellos al luxemburgués Marcel Ernzer, gregario de Charly Gaul, vencedor en 1954, pero hemos preferido colocar en el podium de honor a Maxim Iglinskiy, con su meteórica victoria de 2012. Otros vencedores con un palmarés reducido, o con algunas otras clásicas menores, serían Willy Bocklandt (1964), Carmine Preziosi (1965) y  Josef Fuchs (1980, tras la descalificación de Johan van der Velde por doping). 

Aloïs De Hertog (09.04.1927 - 22.11.1993): Liège - Bastogne - Liège (1953). 

Valere Van Sweevelt (15.04.1947): Liège - Bastogne - Liège (1968). Como amateur: Campeonato de Bélgica (1967), Ronde van Vlaanderen (1967).

Maxim Iglinskiy (18.04.1981): Liége - Bastogne - Liège (2011), Campeonato de Kazajstán (2007), Strade Bianche (2010), G.P. Camaiore (2005), 1 etapa Tour de Romandie

En el Giro di Lombardia no solo encontramos algunos de los vencedores más sorprendentes, sino también algunos de los más sospechosos. El primero a reseñar, induscutible líder de la lista de ganadores "cutres" de gran monumento, es Oliver Zaugg, un corredor que consiguió aquí su primera victoria como profesional pasada la treintena, con una ataque de lo más desarmante. También Vladislav Bobrik entraría en esa lista doble de ganador sorpresa/ganador sospechoso. El ruso era un miembro más de aquel Gewiss-1994 que deslumbró al mundo. Finalmente, remontándonos un poco más en el pasado, encontramos a Bruno Landi, vencedor en 1953, que llegó al Vigorelli tras una larguísima escapada. Otros vencedores más o menos anónimos serían Cleto Maule (1955), Gianni Faresin (1996) y el francés Gilles Delion (1990), corredor que no consiguió más victorias al rechazar el dopaje en un periodo, principios de los noventa, en el que estaba generalizado.  

Bruno Landi (05.12.1928): Giro di Lombardia (1953).Puestos: 4º Giro di Lombardia (1954)


Vladislav Bobrik (06.01.1971): Giro di Lombardia (1994), 1 etapa Paris - Nice.

Oliver Zaugg (09.05.1981): Giro di Lombardia (2011). Única victoria como profesional.

martes, 19 de marzo de 2013

UNA PRIMAVERA ATÍPICA

En el restaurante - trattoria Monte Calvo, en el Poggio, el ambiente es popular y familiar. El local mantiene el mobiliario, la pintura y los azulejos de los años sesenta-setenta, cuanto menos. En mesas corridas se reúnen paisanos del pueblo, ciclistas de varias generaciones de peñas locales, aficionados de la contornada y también algún que otro del extranjero. El motivo: la disputa de la Milano - Sanremo, esta vez en domingo.

La concurrencia no daba crédito: una nevada así no se había visto nunca. Los entendidos la comparaban con  la nevada terrible en el Turchino en 1910. Al pasar Chavanel y Stannard por la cima del Poggio, seguidos a pocos segundos por Cancellara, Sagan, Paolini, Ciolek y Pozzato (que no cogería finalmente al grupo), el frío era intenso y la luz escasa. La supresión de la subida al Turchino, con la reanudación de la carrera en Cogoleto, fue una solución con bastante de improvisación, pero quizá la única posible dadas las circunstancias. La otra solución, de la que muchos hablan hoy a toro pasado, hubiese sido la anulación de la carrera. Los favorables a esta solución esgrimen que "la mutilación" de la carrera la desvirtua. Dicen que se continuó la carrera por intereses económicos y televisivos y no deportivos, y que en resumen no se respetó la tradición. Menos respeto a la tradición hubiese sido no disputarla, pienso yo. 

El Monte Calvo en 2012, día soleado

En la trattoria Monte Calvo a nadie se le pasó por la cabeza esa posibilidad. "Arriveranno verso le otto", era el comentario. Una Classicissima no puede anularse así como así, cuando los únicos motivos para no disputarla han sido, de momento, las guerras mundiales. Los que dicen respetar la tradición parecen desconocer que nunca se ha suspendido un monumento por mal tiempo. Y a pesar de la aquí llamada mutilación, el final se disfrutó y vivió como siempre - incluso mucho más que en las ediciones resueltas en un anodino sprint. La prueba de la exigencia de la carrera fue que el frío y la humedad se llevaron por delante a gente como Vincenzo Nibali y Edvald Boasson Hagen. Las declaraciones altisonantes y críticas de Boonen seguro que hubiesen sido diferentes en caso de tratarse de la Ronde. Lo cierto es que Boonen y medio Omega Pharma - Quick Step dejaron solo a Cavendish, que se buscó la vida en solitario: la diferencia entre Boonen y Cavendish estriba en que uno ama la Classicissima y el otro no; que uno la ha ganado y el otro no.

Los quilómetros que afrontaron los corredores se disputaron en igualdad de condiciones. Se suprimieron Turchino y Le Manie, pero la climatología aportó la dosis de dureza necesaria que compensó el recorte de quilómetros. Le Manie, incorporado por primera vez en 2010, no se ascendió por cuestiones de horario: de ascenderse, el descenso del Poggio se hubiese realizado casi a oscuras. 


El final, como en los últimos años, estuvo marcado por la incertidumbre, la emoción y la sorpresa. El año de la victoria de Goss, los aficionados del Monte Calvo, observando la pequeña pantalla del televisor, creyeron que había vencido Gilbert. En 2012 la victoria parecía cantada para Gerrans desde el momento en que Cancellara se dedicó a tirar a lo bestia en el corso Cavalotti, y Nibali a esperar a Sagan. Este año, a falta de héroes locales, los tiffosi iban con Sagan, y se llevaron otra decepción. Ciolek jugó a la perfección sus cartas. Respondió al ataque en el Poggio y aguantó. Marcó las ruedas que tenía que marcar, principalmente la del eslovaco, y no malgastó fuerzas. Finalmente, inició el sprint en el momento justo, y fue, de eso no hay duda, un justísimo vencedor, y por supuesto no un vencedor de una carrera de 125 quilómetros, o de una Sanremo "que ya no era una Sanremo", como se ha podido leer en varios medios. Sagan pecó de exceso de seguridad: no juzgó de forma adecuada la fuerza de sus rivales, saltó a todos los ataques y se precipitó en el sprint. Cancellara corrió con mucha más inteligencia: y si hubiese durado un poco más la recta de llegada, hubiese rebasado claramente a Sagan y quién sabe si a Ciolek.



Gerald Ciolek llevaba varios años sumido en el más completo anonimato. Después de pasar a profesionales con la aureola de futuro rey del sprint, sucesor de Zabel, se había convertido en un velocista que conseguía puestos y no victorias (tipo José Joaquín Rojas), y últimamente ni eso. De todas formas, Ciolek no ha sido el único vencedor sorprendente, solo hace falta repasar un poco la historia. En ella podemos encontrar a René Privat en 1960 o Erich Mächler en 1987. Pero puestos a recordar Classicissime atípicas y sorprendentes, la edición de 1982 fue quizá la que se llevó la palma, con la victoria del neoprofesional Marc Gomez, del equipo Wolber. La edición de 1982, también se disputó en domingo, y también estuvo marcada por el frío en el Turchino y la lluvia en la Riviera: una edición en la que llegó la fuga matinal. El mal tiempo y el marcaje mosersaronniano de la época condicionaron el resultado. Vincenzo Torriani había incluido ese año la subida a la Cipressa a fin de evitar el dominio extranjero, y como ya hiciese al introducir la subida al Poggio en 1960, la victoria fue para un ciclista más o menos desconocido. Y para más inri, francés. En 1982, el bretón Marc Gomez fue el único que llegó a Via Roma, después de desembarazarse de Alain Bondue, que cayó en la curva que daba inicio al descenso del Poggio. Gomez, Bondue y Claudio Bortolotto fueron los héroes de la jornada, ante la pasividad de los líderes.  Gomez llegó a meta entre el silencio de la gente, que desconocía su nombre. Gomez? Uno spagnolo? La misma sorpresa que ante Freire Gomez en Verona en 1999. Si Ciolek tiene en su haber (aunque todavía es joven) solo una etapa en la Vuelta a España y dos campeonatos de Alemania (el primero al vencerle a Zabel con 18 años), Gomez solo ganaría con posterioridad a la Sanremo una etapa en la Vuelta a España y un Campeonato de Francia.



La Classicissima no es solo una carrera ciclista. Para toda una nación y para los seguidores de un deportes es algo más que eso: un símbolo cultural del cambio de estaciones, y también un elemento que marca la continuidad de los años. Algo relativo a la tradición y a la cultura, que excede lo meramente deportivo. Un símbolo que se encuentra en decadencia, como todos los símbolos europeos, azotados por la tiranía de lo económico y la dispersión globalizadora.  Este documental holandés - una auténtica maravilla -  lo muestra a la perfección.

jueves, 14 de marzo de 2013

EL FESTIVAL DE SAN REMO

Viejos hoteles decimonónicos con persianas abatidas. Antiguas mansiones de káiseres y zarinas ya abandonadas. El antiguo trazado de un ferrocarril, hoy convertido en carril-bici, que unía la costa con las cortes de Mitteleuropa, relacionando de forma exótica a tenderos bigotudos y parlanchines con jóvenes herederos y príncipes sin corona, ociosos y enfermizos. Un teatro, hoy pasado de moda, convertido en el lugar de celebración de un festival de la canción (hoy convertido en un espectáculo berlusconiano más), lugar de encuentro de estrellas pasajeras de la canción, promovidas por discográficas ansiosas de copar el mercado juvenil, y cantautores atormentados, izquierdistas y suicidas. No, no se trata de una película de Fellini ni de una novela de Thomas Mann. Se trata de Sanremo.

Sanremo tiene el encanto especial de las ciudades decadentes. Quizá Benidorm sea así dentro de cuarenta o cincuenta años, aunque sin tanto glamour, por supuesto. Sanremo es también Via Roma. O el Corso Cavalotti. O el Lungomare Italo Calvino. Sanremo es sin duda también sinónimo de ciclismo: de la via Aurelia, de los capi, de la Cipressa, del Poggio. La Milano - Sanremo es la mejor carrera del calendario, la inalterable, la Classicissima (cabría decir también la Lunghissima): salida junto al Castello Sforzesco, lluvia en el Turcchino, escapada en la Aurelia, escaramuzas en la Cipressa, estacazos en el Poggio, descenso suicida del mismo, y sprint en Sanremo. Es la carrera del suspense, la carrera de la resistencia, la carrera de la tradición. La carrera más emocionante y más difícil de ganar de todo el calendario ciclista. La Milano-Sanremo marca, como las fallas, el inicio de la Primavera: el inicio del nuevo año pagano.

En la cima del Poggio di Sanremo hay un bar donde se reunen aficionados del ciclismo de toda la región, pero también suizos, austríacos, anglosajones, y algún despistado español. Este fin de semana, no ya en sábado como dicta la tradición sino en domingo, como dicta el mercado, me tomaré un espresso allí. Echando de menos a Freire, pero intentando disfrutar de un gran día de ciclismo y bicicleta, a pesar de los pesares. 


IL POGGIO

Inizio salita
Lo strappo (De Wolf, 1981)

L'allungo (Fondriest, 1993)

Sulla scia (Cancellara, Gerrans, Nibali, 2012)
Fine del Poggio
Inizio discesa


L'ARRIVO: VIA ROMA / CORSO CAVALOTTI / LUNGOMARE ITALO CALVINO

Gino Bartali, 1950

Miguel Poblet batiendo a Rik Van Steenbergen, 1959

Raymond Poulidor, 1961


Eddy Merckx, por delante de Gianni Motta, Franco Bitossi y Felice Gimondi, 1967


Michele Dancelli, 1970


Roger De Vlaeminck, 1973


Eddy Merckx, por delante de Francesco Moser, 1975

Eddy Merckx, 1976

Fons De Wolf, 1981
Marc Gomez, 1982

Giuseppe Saronni, 1983

Laurent Fignon, por delante de Maurizio Fondriest, 1987
Sean Kelly, por delante de Moreno Argentin, 1992


Laurent Jalabert, por delante de Maurizio Fondriest, 1995
Erik Zabel, 1997
Óscar Freire, batiendo in extremis a Erik Zabel, 2004
Mark Cavendish, por delante de Heinrich Haussler, 2009

Óscar Freire, 2010
Matthew Goss, por delante de Fabian Cancellara, Philippe Gilbert y Filippo Pozzato,  2011