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sábado, 25 de abril de 2015

LOS MEJORES DE LA LIÈGE - BASTOGNE - LIÈGE

Como viene siendo habitual esta primavera desde este blog, llega el momento de realizar un repaso histórico a los mejores ciclistas de la clásica que se disputará mañana, la Liège - Bastogne - Liège, la Doyenne. Pero antes de dejar caer sin más el elenco, quizá sea necesario hacer una breve recapitulación de lo que ha sido hasta el momento la campaña de las Ardenas. Para empezar, tengo que reconocer que las clásicas ardenesas no figuran entre mis predilectas, aunque no tanto debido a sus recorridos como a la actitud de los propios corredores. Estas carreras llaman a corredores de grandes vueltas, acostumbrados al puestómetro y a seguir al dictado las indicaciones, no siempre lúcidas, de sus respectivos directores deportivos. Ello revierte en carreras de desarrollo anodino, en las que se espera a la última dificultad para lanzarse al ataque, en una tendencia que se ha ido incrementando con el paso de los años. Un ejemplo claro de esta situación fue la pasada edición de la Liège, en la que un grupo enorme, de más de 40 corredores, llegó a la base de la subida de Saint-Nicolas. Lejos quedan los ataques en La Redoute de Michele Bartoli. Por si esto fuera poco, el historial de estas carreras, especialmente de Lieja y Flecha Valona, está plagado de convictos y sputniks. 

La Amstel Gold Race era hace no mucho tiempo una carrera en la que brillaban tanto corredores "ardeneses" como "flahutes". De hecho, en su palmarés figura gente como Johan Museeuw. La ultraespecialización del ciclismo la ha convertido, en cambio, en un nuevo territorio para los vueltómanos. Esta situación solo ha sido parcialmente mitigada por la semitiranía de Philippe Gilbert en el Cauberg. La edición de 2015 estuvo marcada por la pasividad general, salvo un ataque de Nibali, D. Caruso, Howes, Kelderman y Tanner,  que animó parcialmente la carrera. Los últimos kilómetros fueron más movidos, con el previsible ataque demoledor de Gilbert en el Cauberg, que solo pudo ser seguido por Michael Matthews, corredor que cada día demuestra más que no es un simple sprinter. En los últimos dos kilómetros de llano, Valverde alcanzó a los atacantes con uno de esos allunghi espectaculares tan suyos, aunque con su también conocida paradinha propició el reagrupamiento. En el sprint se impuso el campeón del mundo, Michal Kwiatkowski, con un sprint imperial, arrancando desde atrás, y superando a gente supuestamente más rápida que él, como el propio Matthews.

A pesar de la positiva introducción de la cota de Cherave en la Flecha Valona, la carrera tuvo el mismo desarrollo predecible de todos los años. La carrera estuvo marcada por la tensión y las caídas. Daniel Martin, Philippe Gilbert y Christopher Froome, entre otros, se fueron al suelo. En Cherave, el joven Tim Wellens lanzó un ataque, que se consumió al llegar al pie del muro de Huy. De este modo, en la subida decisiva de la rampa que conduce a la piscina de las focas Valverde marcó un tempo, nadie atacó, y el murciano se llevó la victoria sin hacer grandes esfuerzos aparentes. Ni Costa, ni Purito cuestionaron la superioridad del murciano. Kwiatkowski ni siquiera asomó en cabeza. Ya se sabe: el polaco da una cal y otra de arena. 

Con estos precedentes, cruzo los dedos para que la Lieja no sea un tostón. El año pasado lo fue, y cuando hubo movimiento, los protagonistas fueron gente como Pozzovivo y Giampaolo Caruso, es decir, ese tipo de corredores que superada la treintena son mejores que en la supuesta edad en la que un ciclista rinde más, entre los 26 y los 30. El vencedor no merece ni siquiera ser nombrado, pues se trató de uno de esos individuos guadianescos, que cumplen a la perfección el requisito antes explicado.

La carrera ha vuelto a incluir la Roche aux Faucons, quizá para evitar que se presente un grupo tan enorme al pie de Saint-Nicolas. Pero los precedentes no auguran nada bueno. Desde la edad dorada de la EPO, esta carrera tiene el record de ganadores vinculados al término droga. Algunos, aun drogados, tenían algo de clase (Berzin, Vandenbroucke, Valverde...). Pero en otros casos, han prevalecido corredores pulgarcitos, como Paolo Bettini, corredores guadianescos, como Simon Gerrans, o en su defecto, convictos, como Mauro Gianetti, Alexander Vinokourov, Tyler Hamilton, Danilo Di Luca, Oskar Camenzind, Maxim Inglinskiy... ¡Con señalar que Lance Armstrong, David Etxebarría e Iban Mayo estuvieron a punto de ganarla! Todos ellos han dejado escrito su nombre en el palmarés de la prueba, algunos por partida doble. Y todos ellos desmerecen a su belleza intrínseca, que combina lo mejor de una carrera ciclista con un paisaje envidiable, que une a la belleza natural de las colinas y bosques en primavera, los cadáveres industriales de un pasado floreciente. Incluso Lieja, con su feísmo arquitectónico, es hermosa a su manera, por no hablar del multiétnico barrio de Ans, con su repetitiva hilera de casas de ladrillo rojo.

Soy de los que opinan que la prueba necesita un cambio. Quizá reubicar la meta en Lieja, en el boulevar de la Sauvenière como antaño, contribuya a evitar esa espera última a la cuestecita de Ans. De esta forma, se abriría el abanico de aspirantes, evitando que se convierta en una carrera de pulgarcitos. Exceptuando a Valverde, Nibali, Gilbert (si toma la salida), y quizá algún otro, el resto de favoritos entra en el grupo de pulgarcitos (Pozzovivo, Purito), guadianescos (Vanendert, Gerrans, Caruso), de tendencia "sputnikiana" (Costa, Kwiatkowski, Majka), o simplemente antiestéticos (Daniel Martin). Resumiendo, mi corazón irá con algún Lotto (exceptuando Vanendert), con atacantes como De Clercq, Wellens y Gallopin, simplemente por la razón de haber sido un integrante de este equipo el que tímidamente ha roto la omertà, a propósito del Astana.  También espero una buena actuación de Kelderman, aunque seguramente terminará como otro puestecito más. De todas maneras, esta carrera está hecha para Alejandro Valverde, el que con Philippe Gilbert es, sin duda, el corredor más idóneo y más fuerte para ganarla.

Ahora sí, pasemos con los mejores de la historia. Fíjense en la presencia, casi abrumadora, de corredores de la generación 1971 - 1980 (Rebellin, Boogerd, Valverde y Bettini).   También cuatro de los diez mejores nunca lograron ganarla (Boogerd, Impanis, Verbeeck y el recientemente fallecido, Criquielion). No entran en el cómputo otros corredores que han marcado la prueba, como Bernard Hinault o Michele Bartoli. Salvo Eddy Merckx y Frans Verbeeck, ninguno de los demás ha aparecido en los cómputos de la Milano - Sanremo, Ronde van Vlaanderen o la Paris - Roubaix.


1. EDDY MERCKX    80
1966    8º    3
1967    2º    9
1969    1º    10
1970    3º    8
1971    1º    10
1972    1º    10
1973    1º    10
1975    1º    10
1976    6º    5
1977    6º    5


2. DAVIDE REBELLIN    57
1996    6º    5
2000    3º    8
2001    2º    9
2002    9º    2
2004    1º    10
2007    5º    6
2008    2º    9
2009    3º    8

3. MICHAEL BOOGERD    57
1998    5º    6
1999    2º    9
2001    5º    6
2003    3º    8
2004    2º    9
2005    3º    8
2006    5º    6
2007    6º    5

4. STEVEN ROOKS    54
1983    1º    10
1984    4º    7
1985    10º    1
1986    5º    6
1988    4º    7
1989    6º    5
1990    3º    8
1992    2º    9
1993    10º    1

5. MORENO ARGENTIN    51
1985    1º    10
1986    1º    10
1987    1º    10
1990    6º    5
1991    1º    10
1993    5º    6

6. PAOLO BETTINI    51
1999    5º    6
2000    1º    10
2002    1º    10
2005    4º    7
2006    2º    9
2007    4º    7
2008    9º    2

7. FRANS VERBEECK    49
1969    8º    3
1970    2º    9
1971    3º    8
1973    2º    9
1974    10º    1
1975    4º    7
1976    3º    8
1977    7º    4

8. ALEJANDRO VALVERDE    46
2006    1º    10
2007    2º    9
2008    1º    10
2013    3º    8
2014    2º    9

9. CLAUDE CRIQUIELION    44
1982    4º    7
1984    7º    4
1985    2º    9
1986    4º    7
1987    3º    8
1991    2º    9

10. RAYMOND IMPANIS    43

1947    2º    9
1948    2º    9
1953    10º    1
1954    2º    9
1955    2º    9
1958    5º    6

Una mención especial para:

FRED DE BRUYNE   30
1956    1º    10
1958    1º    10
1959    1º    10


Y finalmente, entre los corredores en activo:

Philippe Gilbert (32): 4º 2009 (7), 3º 2010 (8), 1º 2011 (10), 7º 2013 (4), 8º 2014 (3)
Fränk Schleck (32): 7º 2006 (4), 3º 2007 (8), 3º 2008 (8), 8º 2010 (3), 2º 2011 (9)
Joaquín Rodríguez (21): 8º 2008 (3), 2º 2009 (9), 2º 2013 (9)
Michele Scarponi (20): 4º 2003 (7), 7º 2004 (4), 8º 2012 (3), 5º 2013 (6)
Damiano Cunego (18): 9º 2005 (2), 3º 2006 (8), 7º 2007 (4), 7º 2009 (4)
Samuel Sánchez (18):  6º 2003 (5), 4º 2004 (7), 10º 2009 (1), 10º 2011 (1), 7º 2012 (4)
Simon Gerrans (16): 6º 2009 (5), 10º 2013 (1), 1º 2014 (10)
Daniel Martin(16): 5º 2012 (6), 1º 2013 (10)
Enrico Gasparotto (13): 3º 2012 (8), 6º 2013 (5)
Vincenzo Nibali (13): 10º 2008 (1), 8º 2011 (3), 2º 2012 (9)


jueves, 1 de mayo de 2014

UNA PRIMAVERA DESVAÍDA: RESUMEN DE LAS CLÁSICAS DE PRIMAVERA Y RECORDATORIO DE GANADORES INSÓLITOS DEL PASADO

El pasado domingo terminó la Liège - Bastogne - Liège, y con ella la temporada de clásicas de primavera. Para todo aficionado auténtico al ciclismo queda un vacío tras ellas, y se abre un breve periodo de luto que solo finaliza con el inicio del Giro d'Italia. Pero esta primavera no quedará en el recuerdo; no tanto a causa de los nombres de los vencedores, algunos más que sorprendetes (Kristoff, Terpstra, el mismo Gerrans), como debido al desarrollo insustancial de las carreras.
Comenzó la temporada de clásicas con una Sanremo en la que la ascensión al Poggio pareció un velatorio, y en la que acabó rematando Alexander Kristoff en un portentoso sprint de fuerza animal en el que hasta Cavendish tuvo que sentarse. De nuevo un final con sorpresa, y no del todo agradable dado el equipo en el que milita el barrigudo noruego. Fue una carrera dura, en la que dominó el Katusha como un rodillo y en la que sorprendentemente Kristoff sacó varias bicicletas a sus rivales. Nibali lanzó un hermoso ataque suicida en la Cipressa, no secundado; el veterano Luca Paolini controló la ascensión al Poggio, demostrando que el Katusha sería el equipo más idóneo para que en él corriesen Christopher Lambert y los demás inmortales;  y Juan José Lobato finalizó en una interesante cuarta posición.


La Ronde encadenó su tercer año insulso, al no incluir en el recorrido ese santo lugar del ciclismo que es el Muur Kapelmuur de Geraardsbergen. El encadenamiento de Oude Kwaremont y Paterberg es interesante, pero no tiene la majestuosidad del tortuoso ascenso a la ermita; el Muur inspiraba una tensa espera previa, y lo que sucedía en él tenía el sabor de lo definitivo. Volviendo al presente, ganó Fabian Cancellara por tercera vez, aunque quizá deberíamos decir que ganó la nueva versión del suizo, pues de trotón bobalicón y desbocado, muy dado a ataques lejanos y a tirar de pelotones, ha pasado a corredor astuto y tacañón. Hizo lo que quiso con  Stijn Vandenbergh, Greg Van Avermaet y Sep Van Marcke, un trío de flamencos que por falta de zorrería no debería compartir nacionalidad con De Vlaeminck o Van Petegem.


La Paris - Roubaix subió un poco el nivel de los monumentos, principalmente gracias a Tom Boonen, que si bien no fue el más fuerte, nos regaló un numerito en solitario. El flamenco, falto de la chispa de otros años, sigue destrozando los irregulares y mastodónticos adoquines de Roubaix a su paso, cual Atila. La resolución fue un ejercicio de pizarra de la escuela Lefevere: lanzar a  Niki Terpstra por delante tras pasar Hem, como hiciese en 2001 con Servais Knaven. Aunque eso sí, de esta forma se nos regaló el placer de ver rodar al holandés, que a pesar de tragarse los últimos quilómetros con su enorme boca abierta, no perdió su elegancia encima de la bicicleta. Cancellara conseguía un nuevo podium, el decimosegundo consecutivo en su particular racha de Sanremo-Flandes-Roubaix finalizadas. Y como sorpresa esperpéntica, un renacido Bradley Wiggins llegó en el grupo delantero.


Los despojos flamencos quedaron para Sagan y Degenkolb. El eslovaco se llevó Harelbeke, pero sigue sin mojar en un monumento, y el fornido alemán acabó llevándose una bonita Gent-Wevelgem resuelta como es habitual al sprint, ampliando de esta forma su creciente palmarés de clásicas. Las Ardenas empezaron con la victoria de un renacido Gilbert en la Amstel, con su ataque casi patentado en el Cauberg, y ante Valverde que, pobrecito, no aprende de errores pasados. El murciano se resarció en la Flecha Valona, esa carrera que no requiere de mucho ingenio estratégico dado su final en cuesta. Sí requiere piernas (y más cosas): no en balde Valverde rebajó su registro de 2006 en la ascensión a Huy.

Finalmente la Doyenne se llevó la palma a la carrera más decepcionante e insulsa de todas. Fue la apoteósis del marcaje y de la "igualdad de fuerzas" entre los equipos punteros, léase Katusha, Movistar, Orica... Un pelotón apenas diezmado controló la carrera hasta llegar a la destartalada capital valona. Los rusos del Katusha, aun perdiendo a Purito por el camino, fueron capaces de cambiar de planes sobre la marcha (todos valen) y lanzar por delante a Giampaolo Caruso, un ex-convicto, con el pequeño Domenico Pozzovivo. La pareja callejeó por Lieja y Ans perseguida por un grupo que se convirtió en un pelotón de treinta corredores en el descenso. El del Katusha estuvo a punto de ganar, pero el que le superó en los últimos metros era todavía de peor calaña: Simon Gerrans. El australiano se llevó la carrera con astucia y con un sprint portentoso, digno de killers de antaño como Bettini y Di Luca. Valverde hizo de nuevo segundo.


En resumen, una primavera para olvidar. Habrá que esperar a otoño para ver si se concluye una temporada de monumentos parangonable a la de 2011. En ese año se dieron las victorias sorprendentes de Matthew Goss en Sanremo, Nick Nuyens en Flandes y  Johann Vansummeren en Roubaix, la esperada de Philippe Gilbert en la Lieja, y la apoteósis del ciclismo "social" con la victoria de Oliver Zaugg en Lombardía, un sputnik que finalizaba contrato (como Cobo y Horner en sus respectivas Vueltas, sin ir más lejos). Esperemos que no se llegue a tanto.
Aprovechemos la situación para recordar a otros vencedores de grandes monumentos. Vencedores anónimos que no confirmaron sus portentosas victorias, o que simplemente demostraron ser cohetes cargados con pólvora especial. Recordemos pues los nombres de los ganadores de grandes monumentos con un palmarés más exiguo, más raquítico. Algunos son notablemente simpáticos; otros no tanto.

En la Milano - Sanremo, los vencedores con menos palmarés después de la II Guerra Mundial han sido Gabriele Colombo, aquel jovencito del hipertrofiado Gewiss, vencedor en 1996, y Marc Gomez, el bretón del Wolber que llegó a la via Roma tras una larga escapada. Les seguirían de cerca Erich Mächler, también vencedor tras una larga escapada, Matthew Goss y Gerald Ciolek. Aunque estos dos últimos todavía son jóvenes y pueden ganar más cosas. El italiano del Gewiss venció con un ataque en el Poggio digno de sus predecesores (Fondriest, Furlan, Jalabert), llevándose con él a Gonchenkov y Coppolillo. Menudo trío en Vía Roma.

Marc Gomez (19.09.1954): Milano - Sanremo (1982), Campeonato de Francia (1985), Tour de Suecia (1985), 3 etapas Vuelta a España (1 en 1982, 2 en 1986).


Erich Maechler (24.09.1960): Milano - Sanremo (1987), Campeonato de Suiza (1984), Tirreno - Adriatico (1988), Vuelta a Valencia (1988), 1 etapa Tour de Francia (1986), 4 etapas Tirreno - Adriatico, 3 etapas Dauphiné Liberé. 

Gabriele Colombo (11.05.1972): Milano - Sanremo (1996), Giro di Calabria (1996), Giro di Sardegna (1996), 1 etapa Vuelta al País Vasco, 1 etapa Tirreno - Adriatico, 1 etapa Setmana catalana, 1 etapa Quatre Jours de Dunkerque.  3º Liège - Bastogne - Liège (1997). 


En la Ronde van Vlaanderen ha habido bastantes casos de corredores sorprendentes. Obviando el reciente de Stijn Devolder, que repitió victoria, los ganadores más insólitos desde finales de los años sesenta han sido holandeses: Cees Bal, Evert Dolman y Johan Lammerts. Podriamos añadir el grupo el belga René Martens, que consiguió pocas victorias, pero escogidas (una Ronde en 1982, una etapa en el Tour y una Bordeaux - Paris), e incluso a Jacky Durand (1992) y Nick Nuyens (2011).


Evert Dolman (22.02.1946 - 12.05.1993): Ronde van Vlaanderen (1971), Campeonato de Holanda (1968), 1 etapa de Vuelta a España (1967). Como amateur: Campeonato del mundo (1966), Campeonato de Holanda (1964, 1965), Medalla de oro en los J.J.O.O. contra el crono por equipos (Tokyo 1964, junto con Zoetemelk, Karstens y Pieterse).


Cees Bal (21.11.1951): Ronde van Vlaanderen (1974), 1 etapa Vuelta a España (1979).

Johan Lammerts (02.10.1960): Ronde van Vlaanderen (1964), 1 etapa Tour de Francia (1985).


En la Paris - Roubaix se han dado en ocasiones vencedores salidos de escapadas matutinas. Uno de ellos fue Dirk Demol, vencedor en 1988 y actualmente director deportivo del conjunto Trek. Su palmarés es de los más escasos. En Roubaix han ganado corredores que han sido auténticos especialistas, o simplemente amantes abnegados de la carrera que no han brillado más allá de ella: en este grupo se podría incluir a Roger Rosiers (1971), Frederic Guesdon (1997), Servais Knaven (2001), Magnus Backstedt (2004) y el ya mentado Johan Vansummeren (2011). Otro sería el grupo de clasicómanos efímeros, con Marc Demeyer (1976) y Jean-Marie Wampers (1989).

Dirk Demol (04.11.1959): Paris - Roubaix (1988), Omloop Vlaamse Ardennen (1990).


Magnus Backstedt: Paris - Roubaix (2004), Campeonato de Suecia (2007), 1 etapa Tour de France (1998), G.P. Isbergues (1997), Le Samyn (2002). Puestos: 2º Gent - Wevelgem (2004)
 

Johan Vansummeren: Paris - Roubaix (2011), Tour de Pologne (2006), 1 etapa Tour de Pologne. Puestos: 5º Paris - Roubaix (2009). Como amateur: Het Volk (2002), Liège - Bastogne - Liège (2003)

En la Liège - Bastogne - Liège desde los años cincuenta los vencedores con un palmarés más parco fueron Valere Van Sweevelt, un buen corredor amateur cuya única victoria importante en profesionales fue ésta, y el también belga Alois De Hertog, que venció tras una larguísima escapada con muchos minutos de ventaja. Podría incluirse con ellos al luxemburgués Marcel Ernzer, gregario de Charly Gaul, vencedor en 1954, pero hemos preferido colocar en el podium de honor a Maxim Iglinskiy, con su meteórica victoria de 2012. Otros vencedores con un palmarés reducido, o con algunas otras clásicas menores, serían Willy Bocklandt (1964), Carmine Preziosi (1965) y  Josef Fuchs (1980, tras la descalificación de Johan van der Velde por doping). 

Aloïs De Hertog (09.04.1927 - 22.11.1993): Liège - Bastogne - Liège (1953). 

Valere Van Sweevelt (15.04.1947): Liège - Bastogne - Liège (1968). Como amateur: Campeonato de Bélgica (1967), Ronde van Vlaanderen (1967).

Maxim Iglinskiy (18.04.1981): Liége - Bastogne - Liège (2011), Campeonato de Kazajstán (2007), Strade Bianche (2010), G.P. Camaiore (2005), 1 etapa Tour de Romandie

En el Giro di Lombardia no solo encontramos algunos de los vencedores más sorprendentes, sino también algunos de los más sospechosos. El primero a reseñar, induscutible líder de la lista de ganadores "cutres" de gran monumento, es Oliver Zaugg, un corredor que consiguió aquí su primera victoria como profesional pasada la treintena, con una ataque de lo más desarmante. También Vladislav Bobrik entraría en esa lista doble de ganador sorpresa/ganador sospechoso. El ruso era un miembro más de aquel Gewiss-1994 que deslumbró al mundo. Finalmente, remontándonos un poco más en el pasado, encontramos a Bruno Landi, vencedor en 1953, que llegó al Vigorelli tras una larguísima escapada. Otros vencedores más o menos anónimos serían Cleto Maule (1955), Gianni Faresin (1996) y el francés Gilles Delion (1990), corredor que no consiguió más victorias al rechazar el dopaje en un periodo, principios de los noventa, en el que estaba generalizado.  

Bruno Landi (05.12.1928): Giro di Lombardia (1953).Puestos: 4º Giro di Lombardia (1954)


Vladislav Bobrik (06.01.1971): Giro di Lombardia (1994), 1 etapa Paris - Nice.

Oliver Zaugg (09.05.1981): Giro di Lombardia (2011). Única victoria como profesional.