martes, 5 de agosto de 2014

MIS DIRECTORES, ACTORES Y ACTRICES INSUFRIBLES

En su día escribí una entrada sobre los directores de cine que más me gustan, y poco antes lo había hecho con los actores y actrices que me fascinan. Salvo pequeñas alteraciones lógicas, producidas por el paso del tiempo (quizá mucho menos empeño en Honoré, Haneke y Gondry, y más en otros directores), ambas listas siguen inalterables, al menos en su esencia. Invito a que se dejen caer por los respectivos artículos dedicados al tema, porque ahora voy a realizar el ejercicio contrario: los directores que más me enervan, y los actores y actrices que me fastidia ver más en pantalla. No es un ejercicio fácil, pues lo más común es que, de algunos directores, te gusten algunas películas y otras no. Muy difícil es que se produzca el pleno absoluto. Pero bueno, en estas cosas siempre se es subjetivo, y por tanto no hay que buscarle muchas explicaciones lógicas a las filias y a las fobias. Así pues, allá vamos. Empezaré por los directores:

Paul Thomas Anderson
Algunos lo comparan con Kubrick, por cinismo, provocación y creación de imágenes poderosas, pero a todos aquellos que sueltan a la ligera comparaciones de este tipo, habría que apuntarles que allí donde el cinismo de Kubrick era demoledor, la confusión e inconcreción de Anderson provocan que su cinismo se disuelva con mayor facilidad en las imágenes "bonitas". De este director no aguanto su énfasis por crear la "gran película norteamericana", con una pretenciosidad desmedida, y unos resultados que oscilan entre lo grandilocuente y lo ridículo. Ya hablé largo y tendido de There will be blood, película que empieza bien, de hecho muy bien, pero que termina a la deriva, y un poco lo mismo podría decirse de The Master: imágenes subyugadoras, música envolvente, interpretaciones rozando el límite de la locura y...mucho intento de alcanzar cumbres demasiado elevadas que se disuelve en el aire. Y no quiero sacar a relucir ese bodrio llamado Punch-Drunk love. Quizá el estilo inconexo y confuso sean un acierto si los actores te caen bien, o te arroban: pero con Day Lewis o Hoffman no es mi caso, como podrá leerse a continuación, sino prácticamente todo lo contrario. De su cine solo salvo, y a medias, Boogie nights. Y ahora pretende hacer una adaptación de Pynchon: lo que le faltaba. 



Darren Aronofsky
A este también lo han comparado con Kubrick, pero, pobrecito, le queda todavía más grande la comparación. Y eso que su primera película, en mi inocente adolescencia, me encandiló. Se llamaba Pi,y ciertamente tenía todos los ingredientes para captar la atención de un adolescente: fotografía extraña, paranoia, música techno in crescendo y alguna que otra imagen de impacto. Lo mismo sucedió con Requiem for a dream. La misma fórmula, con un poco más de sensacionalismo y violencia visual, más música machacona e intentos semejantes de impactar. Además, con el tema de la droga de por medio, tratado de un modo tan epidérmico y videoclipero que resultaba casi irresistible.  Luego vino la estúpida alucinación mística de The Fountain, intento de emular a Jodorowski pero con la gran diferencia de tomarse demasiado en serio lo que en el embaucador chileno era más bien una broma. Todavía me gustaba, podía perdonarle pequeños patinazos; ya se sabe, yo era todavía joven. Pero ahora me he ido haciendo más viejo, y el tipo este sigue con la misma matraca: más sosegado pero con los mismos tipos extremos llevados al límite por obsesiones individuales que me importan un carajo. Con The Wrestler pareció serenarse, hasta cierto punto, pero sin salirse de su línea...y las demás no las he visto, así de simple.


Jean-Marie Straub y Danièle Huillet
Les he dado muchas oportunidades a estos dos, pero no puedo con ellos. Y eso que son dos tótems sacrosantos del cine más maldito, más comprometido, más de autor. Su cine tiene detalles que sin duda deberían atraerme, como esos largos parlamentos en entornos naturales con indumentarias clásicas, esos actores no profesionales, o las adaptaciones de Kafka y Pavese, escritores que me gustan. También el hecho de rodar en italiano y en alemán, o la ambientación romana de algunas de sus películas debería ser más de un punto a su favor...pero aún así, no puedo con ellos. A pesar de su vinculación italogermánica, no han dejado en ningún momento de lado el dogmatismo francés, ese que comparten con los jacobinos, con Bresson y con Godard, y que les impone buscar siempre la aridez, el hieratismo, y sobre todo, la supeditación de las formas a una teoría. Además con la presunción, tan francesa, de considerarse los únicos que realizan cine auténtico, mientras que los demás solo hacen una cosa prostituida, que confunden con cine. Algunos dicen que con sus largos diálogos en italiano o alemán mal acentuados intentan extrañar al espectador, o buscar ese distanciamiento brechtiano que les podría parecer tan afin. A mí me parece simplemente dogmatismo, y el resultado...puede parecer interesante como idea, pero infumable como propuesta que se desarrolla en el tiempo. Viendo el documental que les dedicó Pedro Costa de homenaje sufrí bastante escuchando la voz arrastrada, gangosa y gruñona de Straub, y la tontería que se llevaban los dos viejos entre sí, riñendo como el perro o el gato, como personajes atrapados en un Bringing up baby continuo.


Sofia Coppola (y su papá)
Solo tengo en contra de esta mozalbeta el enchufismo del que disfruta, pues no he visto muchas de sus películas. Más bien he visto pocas. Pero ella y su padre no figuran entre mis predilectos. Su padre hizo buenas películas en los setenta, ya se sabe, películas inolvidables y grandes, obras maestras auténticas, que supieron llevar al cine comercial lo mejor del cine de autor europeo de los sesenta. Pero después...lo de después es una sucesión de proyectos estúpidos y desperdiciados. Incluso su Drácula pierde bastante interés a mitad de película. Con lo cual, su hija está ahí por ser hija de quien es. Como Nicholas Cage o Jason Schwartzman. El jefe del clan de los Coppola ha actuado siempre como un padrino más. Cosas que pasan. Las vírgenes suicidas fue una película algo tontaina, pero no fea. Lost in translation fue una película graciosa, interesante, que intentaba pasar por antoniniana, explotando el distanciamiento cómico de Bill Murray y la belleza de Scarlett Johansson. Maria Antonieta fue un poco peor, pero visible de todas maneras. Si está en la lista es por haber suscitado la que puede considerarse la peor película de un director supuestamente consagrado: el episodio Life whitout Zoe de Historias de Nueva York, obra de su papaíto. Con lo cual no sé muy bien si es ella la que me cae mal o su padre, al que quizá perdono un poco por sus obras maestras de los setenta. 



Pedro Almodóvar
Almodóvar me suscita opiniones contrapuestas. Un poco como con Fassbinder, los Coen o Woody Allen. Unas películas suyas me han gustado moderadamente (¡Átame!, ¡Qué he hecho yo para merecer esto!, Hable con ella, Volver), otras me han parecido auténticos bodrios sentimentalistas y sobrevalorados (La flor de mi secreto, y principalmente Todo sobre mi madre), otras no las he conseguido terminar de ver (Laberinto de pasiones) y otras me han parecido películas de estructura alambicada, pero fallidas y sin gracia (La mala educación)...Las últimas películas no me han llamado suficientemente la atención, y no he ido a verlas. Por lo visto, la última es de traca; tanto, que hasta sus acérrimos han sentido vergüenza ajena. Los colores y las interpretaciones "marujiles", eso que llaman su toque femenino, pero que simplemente se limita a ser la reinterpretación de la mirada arrobada del niño gordito en la cocina de la abuela, o de la tía, o de la vecina, quizá sean el punto fuerte de Almodóvar. Aunque siempre he tenido la impresión de que los temas recurrentes de su filmografía, es decir, el sexo y la droga, fueron desde el primer momento el recurso típico del pueblerino que no quiere quedarse atrás, en cuanto a modernidad, al llegar a la gran ciudad. La verdad es que Almodóvar me cansa. Mucho. 



Otros cineastas que podrían figurar en mi lista serían los hermanos Coen (se han quedado muy cerca de recibir un trato "preferente" en esta lista, quizá salvados por Barton Fink y Un tipo serio), Steven Spielberg, Woody Allen, Alejandro Amenábar, Gaspar Noé, Léos Carax, Fernando Trueba y su hermano...Steven Spielberg es uno de los tipos que más ha contribuido a hacer caer el cine desde las alturas del arte a la simplicidad de la cartilla de parvulario. Woody Allen es el tipo más cansino que ha encontrado cobijo en el cine. Si uno lo cronometra, se dará cuenta de que la mayor parte del tiempo de sus películas se las pasa dando pena para llevarse al catre a alguna incauta. La otra mitad se la pasa llorando su pérdida. De los clásicos, tampoco soporto mucho a Billy Wilder, aunque lo considero mucho más digerible. Me cansan mucho más sus idólatras (ejem, los Trueba). De los actuales, no entiendo la idolatría que suscitan David Fincher y Christopher Nolan, aunque algunas de sus películas me resultan pasables e incluso interesantes. Más del primero que del segundo, por supuesto. En realidad, Nolan es lo más inane que ha dado la industria norteamericana actual. Mucha imagen mareando, y poco más. La filmografía más reciente de Scorsese, Médem y Godard, cineastas de los que me gustan sus primeras películas, me resulta cada día más estúpida (en dos de los casos) o pedante (en el tercero). 
Y ahora continuaré con los actores y actrices.

George Clooney
Nunca he podido con los guaperas que van de comprometidos, y menos cuando además intentan ser graciosos. El "compromiso" se le puede perdonar a tipos a la deriva, anclados en el marxismo-leninismo, como Willy Toledo, pero no a un anunciante de cafeteras de moda. Clooney ha jugado siempre a ser Cary Grant, es decir, híbrido de galán y cómico, pero siempre con mucha más "mala sombra" y afán de protagonismo. A veces se ha dejado caer por el drama, de puntillas, sin alterar su sonrisa de ligón de instituto. No recuerdo ahora ninguna película en la que lo odiase suficiente...quizá O Brother!, de los Coen. John Turturro es incapaz de salvar esa desafortunada conjunción de "genios".  Su primer puesto lo podría compartir quizá con Tom Cruise, o Richard Gere, tipos que nunca debieron salir del high school




Philip Seymour Hoffman
Sé que no está bien meterse con un finado. Más si su muerte por sobredosis le recubre de la aureola del mito. Casi, casi como James Dean. Pero nunca he podido con este tío, y he esperado el tiempo suficiente para decirlo para que no se me tome por un oportunista. El gordo pajillero de Happiness fue el personaje que más le vino como anillo al dedo, su gran papel, y después del mismo he tenido siempre la impresión de que era ese gordo pajillero, de mirada torva y huidiza, manos sudorosas y sonrisa viciosa, el que interpretaba sus papeles, y no él. Nunca me he creído a este tío, sea dicha la verdad; siempre tras su amplia silueta, ya fuese con sotana, blazer o camiseta sudada, he visto dibujada la sombra del gordo adicto a las pajas. Y no solo eso, sino también las insoportables ínfulas de un actor de "método", que siempre se las arregla para parecerse a sí mismo. 


Daniel Day Lewis
Actor del método y repetición son dos palabras que van unidas, como en el caso anterior. Actor del método y encasillamiento, o actor del método y sobreactuación, podrían ser otros dos binomios perfectos. En los ochenta y noventa, Day Lewis paracía un actor aceptable, e incluso prometedor, aunque ya en papelitos con un poco más de cancha, como Una habitación con vistas, sacase a relucir su vena por la composición caricaturesca, simplificada, simplista. Pero ha sido al iniciar el nuevo siglo cuando al tipo se le ha ido la mano en cuanto a lo que sobreactuar supone. Gangs of New York y There will be blood, especialmente en esta última, son los ejemplos más deleznables de actor salido de madre. El homenaje, o despiece, de 8 y 1/2 que lo viese otro.



Leonardo Di Caprio
Otro del método, como el anterior, y como De Niro, otro que tal baila. Precisamente Di Caprio ha sido el recambio de De Niro para Scorsese, cuando el idolatrado newyorquino que puso de moda lo de adelgazar y engordar para ganar óscars comenzaba a darse a la comedia más estúpida con un catálogo demasiado reducido de muecas. Pero Di Caprio, tras su paso por las pantallas como niño "prodigio" y rompecorazones adolescente, ha recogido todos los tics del anterior intérprete preferido de Scorsese, los ha magnificado, y se ha convertido en uno de esos actores odiosos que, como en el cine actual de Scorsese, solo se encuentra a sus anchas en la grandilocuencia, la grisura y la ausencia absoluta de sentido del humor.


Penélope Cruz
¿Qué decir de esta chica de barrio? Pues que Almodóvar supo sacar lo mejor de ella, haciéndola aparecer como lo que es en Volver, siguiendo la misma línea que Bigas Luna cuando la descubrió para el cine en Jamón, jamón. El director catalán vio tanto en la propia Penélope como en su actual marido, Bardem, sus auténticas naturalezas: la putilla de barrio y el macarra con sobredosis de testosterona. Esos papeles los bordaron. Lo posterior, tanto de Penélope como de Bardem, ha sido más desechable (en el caso de Bardem, quizá le salva su inquietante monstruo de No country for old men). 


Entre los actores y actrices que no aguanto, figurarían también en la lista, en los puestos delanteros, Tom Cruise (¡casi se me olvidaba, éste debería figurar en el número 1 de los insufribles!), Nicole Kidman, Laura Betti, Javier Bardem, Tim Robbins, Eduardo Noriega, John Malkovich, y en bastantes películas, Naomi Watts, Sean Penn y Robert De Niro.

Algún día de estos me aventuraré con algunas de las películas más insufribles de todos los tiempos. Es decir, películas que pasan por buenas, o al menos realizadas por supuestos directores consagrados, pero que son pretenciosas, predecibles, aburridas, vulgares o simplemente impresentables. En su momento ya realicé una entrada con las del siglo XXI, en la que me despaché a gusto con Paul Thomas Anderson, Médem o Amenábar. Para la lista all-time ya tengo en mente algunos títulos: Novecento de Bertolucci, película insoportable, panfletaria y con interpretaciones muy pobres de un director que admiro bastante, Todo sobre mi madre de Almodóvar, El silencio de Bergman, alguna de Coppola y Scorsese, bastantes de Woody Allen, e incluso me siento capaz de incluir alguna de algún director querido, como El evangelio según San Mateo, o Uccellacci e uccellini de Pasolini, Teniente corrupto de Herzog, alguna de Wes Anderson, y por qué no, algún ejemplo de la mal digerida vejez de Fellini, como Ginger y Fred. Quizá algún día cambie de opinión, pero de momento esto es lo que hay.   

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