viernes, 9 de agosto de 2013

UNA TEORÍA DEL ARTE CON LAGUNAS

¿Qué es el cine? ¿Qué es esto de escribir? ¿Cómo se entienden estas cosas del arte? ¿Qué función tienen? ¿Cómo se sabe si son buenas? ¿Son buenas también si están poseídas del veneno del mal? ¿Cuál es entonces su esencia? ¿La destrucción? ¿El abismo? ¿Las fronteras?

Quiero saber todo esto y mientras tanto, mudo, sigo escalando en horizontal. Me pregunto esto, una y otra vez, para qué sirve, este combate silencioso, esta esquizofrenia, este ego crecido. Escribo para mí, creo para mí, para mí ordeno. Las obras duermen tranquilamente en el silencio al que las he condenado. No quiero hacer de escribir un oficio, pero añoro - ¿añorar es la palabra exacta? - el romanticismo del oficio de escritor.  Prefiero pues ser diletante, aunque leyese el otro día en Jot Down que Hitler lo era. Saber de todo: y no saber de nada. No en vano me gano la vida ocasionalmente como profesor: hablo sobre cosas que desconozco. Sí, he leído libros. Sí, me sé la historia de memoria, ¿y qué? ¿Me he enfrentado a monstruos, a los auténticos? ¿He respirado pura y aniquiladora libertad? Si ha sido así lo ha sido siempre fuera de las aulas, por supuesto, fuera de los corsés del trabajo remunerado, y al mismo tiempo, no demasiado. Siempre he añadido bastante, por no decir mucho, de imaginación a la vida. Para soportarla, para mejorarla, quién sabe.

Sólo sé que el cine, y esto de escribir, y eso otro que puede llamarse el Arte, a lo grande y con mayúsculas, con todas sus acepciones, con todos sus objetos, con el nutrido cosmos de relaciones que se entretejen entre ellos, con las dispares y alucinantes intensidades que emiten, es lo que me da sentido, me da fuerza, me da coraje. El Arte es por fuerza acumulativo, y yo lo necesito tanto como una droga para poder multiplicar mi vida. Me permite vivir, sin pensar que vivo. Me "consuela". Sí, le doy una finalidad consolatoria al Arte, masturbatoria si se quiere, aunque esto no signifique, ni mucho menos, que considere el Arte como fuente exclusiva de bondades. El Arte es venenoso. Debe serlo. Para mí el arte lúcido, el arte despiadado, el arte que se lleva consigo tiras de piel, y vísceras y litros de sangre, es el único posible. El cine y la literatura en los que se pone en juego algo, en los que se arriesga, en los que se desea ascender demasiado alto, de forma imprundente y desinteresada, en los que se pretende dejar un trazo para las generaciones futuras, una advertencia, o una señal de que "hemos pasado por aquí":  esos son los artes que me estimulan, en los que creo, y ante los que me inmolo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario