jueves, 10 de enero de 2013

EL JOVEN TÖRLESS, DE VOLKER SCHLÖNDORFF (1966)

El joven Törless (Der junge Törless, Volker Schlöndorff 1966), es una película de aprendizaje, como la novela de la que es adaptación cinematográfica, Las tribulaciones del estudiante Törless (Die Verwirrungen des Zöglings Törless, 1906), la opera prima del escritor austríaco Robert Musil . En esta novela semiautobiográfica, Musil colocaba en la figura del alterego Törless sus experiencias en la academia militar de Hranice.


Törless es un adolescente internado en una academia militar. Tal institución es un vetusto edificio situado en una localidad alejada del centro del Imperio: en ella se educan los hijos de la alta burguesía austro-húngara. Desde el primer momento, se aprecia que Törless es un muchacho inteligente, taciturno y soñador, que aparentemente echa en falta a sus padres y se aburre mortalmente en las clases. Frecuenta la compañía de dos alumnos astutos y crueles, Reiting y Beineberg. El primero se siente fascinado por la violencia de un modo primario (en una escena inicial mata a una mosca con su pluma), el segundo de un modo más "intelectual". Por Beineberg Törless siente aversión y atracción, como si fuese una fuente de peligros pero también un ángel protector. Precisamente con Beineberg irá de visita a la humilde casa de la prostituta Bozena. Este encuentro será algo incómodo para Törless, al compararse la propia Bozena, a fin de escandalizar al muchacho, con su madre.


Reiting y Beineberg encontrarán en Basini, un chico débil y que intenta ganarse a toda costa el aprecio de los demás, una víctima propicia para sus juegos. Reiting descubrirá que Basini es el que se oculta tras el robo de una cantidad de dinero perteneciente a Beineberg. De esta forma, tanto Reiting como Beineberg decidirán someterlo a vigilancia en vez de acusarlo ante la dirección del centro para, llegados a cierto punto, comenzar a ensañarse con él. Törless asistirá a las vejaciones a las que se somete a Basini, en un inicio atraído por la dialéctica creada entre verdugo y víctima, pero cada vez más asquedado por la brutalidad de sus amigos y atraído por la suerte de Basini, al que intentará comprender y del que se sentirá cada vez más cercano.   


Es esta, por tanto, una de las tantas película que muestra el tránsito muchas veces doloroso, o cuanto menos dubitativo, de la pubertad al cenagoso mundo adulto. Estas historias ganan enteros cuando reproducen ciertos ambientes. El ambiente corrector de un instituto de prestigio, con sus uniformes, sus estricta normativa  y la atractiva transgresión de ésta, es más propicio, más literario si se quiere, para que crezcan en él historias de este tipo. Solo hace falta repasar un poco la lista, que comenzaría con Los cuatrocientos golpes de Truffaut y podría terminar en Submarine de Richard Ayoade, pasando por Adiós, muchachos de Louis Malle y El club de los poetas muertos de Peter Weir, sin olvidarnos de Academia Rushmore de Wes Anderson. El colegio o instituto público ha dado históricamente menos juego: solo el más reciente cine francófono ha sabido aprovechar toda la carga explosiva que reside en estas instituciones (La clase, Profesor Lazhar, En la casa...).  

Pero la historia de Törless de Schlöndorff, tomada casi al pie de la letra de la del genial Musil, entronca con una larga tradición germánica: la novela de formación o Bildungsroman. Estas novelas se caracterizan por el descubrimiento del mundo por parte del adolescente: un descubrimiento que, desde el lado de la vida, va ligado a contrariadades, impulsos, ilusiones y desengaños, y desde el lado opuesto, o cuanto menos distante, de la reflexión, va acompañado del entusiasmo de las ideas y de algún que otro aprendizaje moral.  El descubrimiento del amor, la iniciación sexual, las primeras responsabilidades, el combate contra lo establecido y la duda que genera la discordancia entre el sujeto y el mundo...vamos, lo de siempre. La opera prima de Musil viene a ser un eslabón más en una larga cadena, pero un eslabón determinante, en cuanto que introduce en el mundo ya de por sí confuso de la adolescencia la ambivalente atracción por lo inconcebible, lo violento y lo prohibido. Aparecen así las dinámicas de crueldad-humillación, sojuzgamiento-servilismo, atecendentes del booling, y que tanto juego han dado en el cine alemán. La iniciación en la crueldad no es otra cosa que el tema clave de La cinta blanca de Haneke, y también de la cinta más recóndita Teenage Angst de Thomas Stuber (2008), que parece aludir al Törless musiliano directamente. Ese mismo juego sádico puede apreciarse en Ping-pong de Matthias Lutthart (2008), e incluso la reflexión sobre el adoctrinamiento y el servilismo adolescente (pero también extrapolable a nivel nacional) alcanza su culmen en La ola de Dennis Gansel. La película de Schlöndorff supone una inspiración de todos estos films en cuanto que introduce por primera vez la concomitancia entre educación reaccionaria, violencia y totalitarismo. La novela, en cambio, no es tanto una reflexión sobre la educación, ni mucho menos una advertencia contra los peligros del totalitarismo (en 1906 Musil poco sabía de cómo iban a ir las cosas a posteriori). Más bien supone un análisis de las desorientaciones en el crecimiento hacia la edad adulta, la libertad de pensamiento de la adolescencia, y también sus abismos, tentaciones y desórdenes.    

Robert Musil en sus años en la academia militar.
La película sortea algos charcos en los que se sumerge la novela, de una mayor densidad. En la novela se trata el tema de la homosexualidad adolescente: Törless interpreta en inicio como una fuente de dudas y tormentos interiores sus impulsos hacia Basini, interiorizándolos y naturalizándolos a posteriori; en la película, las "tribulaciones" homosexuales de Törless se insinúan con mucha elegancia, sin mostrarse claramente.  También en las relaciones con la prostituta Bozena la película introduce un aspecto nuevo: Bozena adquirirá un papel más maternal al dar amparo a Törless en su huida, cosa que no sucede en la novela. En ésta, el recuerdo del contacto de Törless con la prostituta es en todo momento un recuerdo vergonzante, pero también alumbrador, pues supone el descubrimiento para Törless de la posibilidad de otro mundo.


Pero quizá donde más alternativas plantea la película es en el trasfondo filosófico. Schlöndorff altera casi imperceptiblemente algunos diálogos, para introducir en ellos una reflexión sobre la génesis del nazismo que lógicamente no estaba presente en el libro. Beineberg encarna una y otra vez estos pensamientos, una especie de simplifación pre-SS de la filosofía nietzschiana, aludiendo a la violencia sistemática como una forma de acceso a un nível superior, previo despojamiento de la compasión humana. Reiting encarnaría en cambio la vertiente simplona del nazismo, sustentada en la brutalidad por la brutalidad. El discurso de Törless ante los profesores al final de la película muestra cómo éste ha comprendido que tras las vejaciones y la violencia no hay nada "sobrenatural", que no hay nada misterioso en los papeles del verdugo y la víctima, nada que hable de la condición humana, ningún tema literario, ni ninguna idea que pueda servir de coartada, sino que sucede sin más, como algo natural, inquietantemente natural, y por tanto posible. En una significativa y anacrónica alusión al presente de Alemania, Schlöndorff pone en boca de Törless que "no hay un muro que separe un mundo malo de un mundo bueno, sino una continuidad del uno al otro" (en clara alusión a la construcción del muro en 1961, separando el mundo"bueno" del "malo"). Törless concluye diciendo que lo único que se puede sacar en claro es que la brutalidad y la violencia puede darse en cualquier momento, y es necesario saberlo y estar prevenido. 



En la novela, el discurso final de Törless, si bien alude a la dialéctica de lo bueno y lo malo y su a veces indistinguibilidad, no está preñado de referencias históricas. Señala más bien que habita algo natural en lo inconcebible (algo inquietantemente natural en el contraste entre Bozena y su madre, o en la violencia a la que someten a Basini, o en sus propios impulsos homosexuales), de igual forma que hay algo animado en lo inanimado, y bajo todo pensamiento e idea late un sentimiento. Para ello es necesario ver el mundo quizá con dos ojos: uno dirigido a la claridad, otro dirigido a la oscuridad. Musil pone en boca de Törless sus propias contradicciones internas, y la inutilidad de buscar justificaciones literarias a ciertos impulsos oscuros: "Ahora todo ha pasado. Sé que me equivoqué. Ya no temo nada. Sé que las cosas son las cosas y que siempre seguirán siendo ellas mismas, y que yo las veré ora de una manera, ora de otra. Ora con los ojos del entendimiento, ora con los otros...Y ya no intentaré compararlas, cotejarlas..."



Los cambios introducidos por Schlöndorff en este aspecto vienen motivados por la voluntad de los artistas del Nuevo Cine Alemán de no eludir el tema del pasado inmediatamente reciente. Uno de los principios rectores del Nuevo Cine Alemán era la voluntad de afrontar el pasado nazi de cara, mostrándolo ya fuese metafóricamente, ya fuese directamente. Serán sintomáticos los intentos de Fassbinder o del propio Schlöndorff en este terreno. De esta forma, deposita en la novela de Musil pequeñas dosis de pre-nacionalsocialismo, de igual forma que tiempo después Haneke hará de La cinta blanca un estudio de los orígenes de la violencia en grupo de muchachos, que tiempo después presumiblemente formarían parte del movimiento nazi, o cuanto menos de sus simpatizantes.


Por último, señalar que la película de Schlöndorff tiene ese aire espontáneo y soñador, como el de una inocente fábula de tiempos remotos, que tenían las películas de su época, inspiradas en las nuevas sendas, tanto temáticas como formales, abiertas por la nouvelle vague. Con pocos recursos y una voluntad intimista logra captar la atención del espectador desde el principio. La narración se reduce a sus puntos climáticos, con algún que otro plano de un contemplativo Törless frente a la naturaleza. Schlöndorff logra dar intensidad a cada escena, a cada movimiento de cámara, sin que por ello pase por alto el abocetamiento - pero también la intensidad - que tiene toda primera película, o toda película juvenil. Con más crudeza y menos ironía recuerda a películas como Trenes rigurosamente vigilados del checo Menzel, o a las películas de Louis Malle (productor de la película). Con todo, a pesar de las pequeñas omisiones y los sutiles cambios operados sobre la novela de Robert Musil, la adaptación de Schlöndorff le hace sobradamente justicia, adaptándola en espíritu, y sirviéndose de la interesante actuación del joven alemán Mathieu Carrière en el papel de Törless para conseguirlo.

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