domingo, 10 de febrero de 2013

PELÍCULAS INSUFRIBLES DEL SIGLO XXI

No se trata ésta de una lista sobre películas "malas", o simplemente sobre eso. Se trata más bien de una lista sobre películas sobrevaloradas, películas que se vendieron como obras maestras y en cambio son bodrios insufribles, insoportables, o que al menos a mí me lo parecen. 

No suelo criticar duramente las películas, aunque no me gusten, pues toda creación me parece interesante. Ciertos géneros no me gustan, pero sé que sin embargo tienen su público, y cumplen a la perfección con las expectativas que venden. Pero hay casos contados (en realidad me ha costado encontrar diez), en los que me ha parecido ver tanta pretensión, tanta pedantería, tanto engolamiento o simplemente tanta mala idea, que tienen que figurar en un tipo de lista así: películas simplemente insufribles.

Podría haber buscado en la historia del cine, pero he preferido centrarme desde el 2000 hasta la actualidad. Una década muy buena a nivel cinematográfico (superior a los 80 y los 90, a mi juicio), en la que el cine se ha globalizado (cine iraní, coreano, sudamericano, rumano, etc.), ha crecido y ha planteado alternativas, y que no muestra, ni muchísimo menos, ese declive que algunos proclaman para vender series americanas como sucedáneo (quizá haya declive en el cine norteamericano, lo que no equivale a crisis del cine en general).

Estás son las películas en cuestión, películas seleccionadas según criterios puramente subjetivos y sujetos por tanto a discusión. Les acompaña un brevísimo comentario. 

Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2004)

Americanización de la ideología epidérmico-progre española. Amenábar jugó a joven Hitchcock y a joven Kubrick, y le había salido bien hasta el momento: entonces se adentró en el terreno del melodrama y le salió este bodrio digno de Telencinco. No parece haberse recuperado del batacazo de Ágora, película que por cierto no he visto.



Babel (ídem, Alejandro González Iñárritu, 2006)

 Iñárritu es uno de esos directores tan melodramáticos como efectistas que entrarían a la perfección dentro del calificativo de "sensacionalistas" (como Aronofsky o Noé, aunque el mejicano más soft). Amores perros fue una buena película, al menos en su momento; también 21 gramos. Pero ya en 2006 el juego de las vidas cruzadas había dado todo el jugo ya, de tan exprimido. Además, la problemática global de la película no oculta la estrechez de miras del director. Su última con Bardem que la viese otro.  



Infiltrados (The departed, Martin Scorsese, 2006)

No es mala película, simplemente es una película convencional. Dentro de la deriva comercial de Scorsese en los 2000 es, por otro lado, de lo más normalito. Gangs of New York y Shutter Island también tendrían muchos puntos para entrar en esta lista, pero no recibieron un Oscar. Que se lo diesen por esta película aun me resulta increible: quizá se lo dieron por pena. Dentro del marchito Scorsese de la década del 2000, por la única película que mantengo cierta simpatía (que no gusto) es por Hugo Cabret. 



Caótica Ana (Julio Médem, 2007)

Caótica es el mejor apelativo de esta película, que demostró las auténticas dotes de Médem al fusionar el hippismo ibicenco con el compromiso saharaui, y al acabar con una defecación en directo (¿metáfora del propio resultado de la película?). Médem fue uno de los directores que me incitó a amar el cine en mi adolescencia con Vacas y Los amantes del círculo polar, todo hay que decirlo.  Pero esto...se trata de una película simplemente estúpida, dolorosamente estúpida: ya no me atreví con Habitación en Roma. 


 

Pozos de ambición (There will be blood, Paul Thomas Anderson, 2007)

Sé que me estoy metiendo con una de las cintas "intocables" de la década y con uno de los "genios" del presente siglo. No se trata de una mala película; pero no creo que sea tan obra maestra como venden. Esta película figura habitualmente en las listas de mejores películas de la década, e incluso de todos los tiempos: demasiado. Nunca he sido muy fan de Paul Thomas Anderson, casi lo contrario, he de reconocerlo. Hasta mitad de la película, ésta es magnífica, especialmente gracias a la fotografía y la música de Johny Greenwood. Luego la cosa empieza a desbarrar con Daniel Day Lewis a la cabeza: de acuerdo, el capitalismo lleva a la locura.   Pero la película empieza a naufragar y la megalomanía del actor se une a la del director en el plan grandilocuente de crear la "gran película norteamericana", y la cosa termina en un no sé qué pretencioso y ombliguista como cualquier cinta de Orson Welles (o mucho peor). Desde Gangs of New York, Day Lewis hace siempre el mismo papel, con las mismas muecas, las mismas idas de olla y las mismas miraditas de párpados semientornados. 



Shirin (ídem, Abbas Kiarostami, 2008)

De alegato a la mujer se pasa a alegato al sopor. ¡Por una vez coincido con Boyero! El experimento, muy original, que resulta interesante durante diez minutos, acaba por resultar insoportable, como sucede también en la pretenciosa El arca rusa de Sokurov Lo único salvable de la película (y en realidad lo único que motiva para seguir viéndola) es la belleza de las mujeres iraníes.



Vicky Cristina Barcelona (ídem, Woody Allen, 2008)

O cuando Allen pasó a filmar reportajes turísticos. A la tópica visión de España (eso se buscaba, como en su Londres o en su Roma)  se añade un insufrible trío de actores nefastos. Nada más que decir.



Quemar después de leer (Burn after reading, Joel and Ethan Coen, 2008)

En mi descrédito he de advertir que no puedo con los Coen. Pero así como otras películas suyas las he soportado e incluso disfrutado (No country for old men, por ejemplo), ésta me resulta una comedia-batiburrillo para lucimiento de actores amiguetes, y lo peor de todo, una comedia sin gracia. Para ello se encargan el endiosado Clooney y Malkovich: estos dos figurarían sin duda alguna en mi lista particular de peores actores de todos los tiempos. De no ser por Paulo Branco, Malkovich debería estar en el paro desde hace muchísimo tiempo. 



Enter the Void (ídem, Gaspar Noé, 2009)

Efectismo visual y pretencisiodad enfermiza al servicio del vacío ( the void), la redundancia y el topicazo. Esta es una de las peores películas de la lista, sin duda alguna. No sé cómo se las arregla este Noé para empezar bien e ir cagándola poco a poco, hasta erigir delante del espectador un auténtico bodrio sensacionalista, plagado de planos cenitales prescindibles y de lucecitas mareantes. Juega a moderna, pero la película es predecible, no solo en cuanto a trama, sino en cuanto a resolución de los planos. Gaspar Noé no conoce el viejo dicho de que lo poco gusta y lo mucho cansa. Gaspar Noé quiere provocar y no sabe cómo; en realidad es un director de porno con ínfulas.



El árbol de la vida (The three of life, Terrence Malick, 2011)

Los dinosaurios y la familia macarthysta norteamericana están unidos por el hilo continuo de la compasión: de una cosa se llega a la otra mediante un raccord "incuestionable". La vendieron como una experiencia espiritual, como una oda a la trascendencia, como un poema visual: sí, logra imágenes bellas, no lo niego, pero su contenido no trasciende el puro kitsch norteamericano. Por kitsch en literatura se entiende aquello que redunda en formas convencionalmente bellas para emocionar, sin contener estas formas nada más allá de su palabrería, sin superar la creación de un ambiente que ayuda a no pensar: lo mismo que la película en cuestión.   La parte central de la película está bien resuelta, y sería incluso una obra maestra si prescindiese del prólogo "solipsista" (toda la "creación" desemboca en el yo americano) y del epílogo "redentor", con un Sean Penn vergonzante, que más que trascender a un plano superior (construido de forma bastante convencional, por no decir trillada), parece salir dando tumbos de una rave en el desierto.



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