Me dispongo a continuación a publicar (y ampliar) una serie de artículos que escribí en la página
Alguna idea? sobre fotogramas de cine. Esta fue la primera entrega: "Mirones".
El cine es un arte de la mirada. No
exclusivamente, claro está, pues también se compone de sonidos,
diálogos y música. No solo es un arte que nos acaricia la córnea:
también los oídos, y la cabeza, y el corazón. Es sin duda el
conjunto lo que nos aturde o nos embelesa. Pero principalmente es un
arte de la mirada. ¿Qué otro arte nos permite entrar de lleno en
otras vidas, entrar casi de hurtadillas para observar, desde una
habitación oscura, limitándonos a ver, oír y callar (esto último
solo algunos)? ¿Qué arte parece construido para la mirada del
voyeur obsesivo, que se deleita en el placer de ver sin ser visto,
sino el cine?
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Blow up (Michelangelo Antonioni, 1965) |
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Satántangó (Béla Tarr, 1994) |
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No amarás (Krzysztof Kieskowski, 1988) |
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Belle du jour (Luis Buñuel, 1965) |
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Bianca (Nanni Moretti, 1984) |
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Besos robados (François Truffaut, 1968) |
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Buenos días, noche (Marco Bellocchio, 2003) |
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Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) |
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La ventana indiscreta (Alfred Hichcock, 1954) |
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Moonrise Kingdom (Wes Anderson, 2012) |
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El quimérico inquilino (Roman Polanski, 1976) |
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La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006) |
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Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958)
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