Un año más empieza la temporada ciclista, y como lleva sucediendo en las últimas temporadas, el exordio tiene lugar en el Hemisferio Sur, en carreras un tanto aburridas cuyo único interés radica en ver las nuevas equipaciones, los nuevos fichajes y las nuevas bicicletas.
Los amantes del ciclismo debemos tener "más moral que el Alcoyano", pues seguimos disfrutando de un deporte con demasiados fantasmas en el armario. Un deporte cuyo presente huele tanto a podrido como su pasado. Muchos de los aficionados nos hemos acostumbrado a valorar las trampas médicas y los positivos por sorpresa como una incidencia más de carrera, aprendiendo a hacer de la sospecha un ingrediente más de las tertulias. ¡Qué remedio! Hemos superado una década un tanto penosa, en la que desde Armstrong a Di Luca, pasando por Ullrich, Mancebo o Pereiro, no hay ciclsita que se salve. Pero la nueva que comenzó en 2011 no lo ha hecho con mejores auspicios: sin ir más lejos, ahí están el dúo Wiggins-Froome y los cuarentones resucitados. De todas formas, todavía hay cosas en el ciclismo que me hacen vibrar. Se siguen dando movimientos tácticos interesantes, y a pesar de las pócimas y los pinganillos, la cabeza sigue contando (si no, que se lo digan a Valverde). Por otro lado, es un deporte que se desarrolla al aire libre, cosa siempre de agradecer para el espectador de sofá, e incluso los lugares conocidos, como el Muur Kapelmuur, el Poggio, el Stelvio o el Carrefour de l'Arbre, siguen resultando impactantes (aunque mucho más en directo, claro está). Me sigue pareciendo más interesante un deporte en el que cada día a priori pueden haber más de cien ganadores, que uno que se limita a un 50% por cien de posibilidades de victoria (el tenis, el fútbol...). Supongo que mientras las posturas de un hombre o una mujer sobre una bicicleta me parezcan hermosas, este deporte me seguirá gustando.
También el colorido del pelotón había sido siempre un motivo de interés. Recuerdo las Challenge de Mallorca de mi infancia en las que se veían los primeros maillots, y el desaparecido Trofeo Luis Puig en el que los podía ver en directo. Aunque a decir verdad, en los últimos años la indumentaria ciclista se ha oscurecido en exceso, y ya no resulta atractiva. Este año, sin ir más lejos, se lleva el negro (Trek, Giant-Shimano, IAM, Sky, Omega Pharma-Quick Step, MTN - Qhubeka) o el azul oscuro casi negro (Movistar). Solo se salvan, a mi parecer, el del Lotto y el del Lampre, y un poco el del Garmin - Sharp. Los maillots del Belkin y del Netapp - Endura incluyen también gran parte de negro. Un color que, al igual que el azul, dice bastante de la situación en la que nos encontramos: un triunfo de la estética del luto, o si el negro se combina con el blanco, de la de los presidiarios.
Así pues, como ya hiciese el año pasado, me dispongo a rastrear en el pasado en busca de modelos curiosos, o al menos más coloridos. Principalmente para levantarme la moral...
Años 60
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Equipo Ford France - Gitane de 1965 |
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Louis Rostollan con el maillot del Kamome - Dilecta de 1966, junto a Karl-Heinz Kunde (con el maillot amarillo de líder del Tour) |
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Georges Groussard con el maillot del Pelforth sauvage - Lejeune |
Años 70
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Claudio Bortolotto con el maillot del San Giacomo - Benotto de 1980 |
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El equipo Velda - Flandria de 1976, con Freddy Maertens, Marc Demeyer y Michel Pollentier, entre otros. |
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Giuseppe Perletto con el maillot de la Sammontana de 1974. |
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Wilfried Reybroeck con el maillot del Ebo - Cinzia de 1976. |
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Gianni Fusar Imperatore con el maillot de la escuadra Dreher de 1972. |
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Precedente de Ghislain Lambert: Enzo Mattioda venciendo la Bordeaux - Paris con el maillot del Gitane - Frigecreme en 1973 |
Años 80
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Jorgen Marcussen con el maillot del Termolan - Galli de 1982 |
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